María Fernanda Lairet: Devociones en el Ganges
En la India la filosofía y la religión se entienden como experiencias transformadoras de la realidad interior. El existir bajo el manto del karma, y el dharma transforma el status existencial del devoto a través del ritual, y el yoga como técnica del éxtasis para mutar estar verdades en dimensión vivida. Este sentido se evidencia en cada una de las fotografías del portafolio de María Fernanda Lairet: Devociones al Ganges, donde cada fotografía evade la pose, y va al encuentro de la espontaneidad, así evita las máscaras del ser. Búsqueda visual donde la estética y lo documental se funden. La fotógrafa juega con la tensión entre los primeros planos y el fondo, para acentuar el sentido del retrato, eternizado por la imagen digital.
Este diario visual devela en huellas de luz, la obsesión de una civilización por existir en un tiempo y espacio sagrado. Tesoro espiritual y filosófico de la humanidad, pleno de contrastes presentes en cada fragmento de la cotidianidad. Cómo se evidencia en las pulsiones que giran sobre la vida y la muerte a las orillas del Ganges. Donde templos y oratorios se encuentran entre milenarias escaleras, marcadas por las huellas del tiempo, y las devociones de generaciones. Realidad sacra plena que se corporeiza en el continuo descenso y ascenso de los devotos, pasos que son metáfora del paso de la vida, a la muerte, y al renacer. Gestos que llevan a la liberación para muchos de la rueda de la reencarnación.
“El Ganga es fuente de redención…Los montones de pecados acumuladas por el pecador durante millones de nacimientos desaparecen al mero contacto de un viento cargado con su vapor…Del mismo modo que el fuego consume el combustible, así consume este río los pecados del malvado.
Los pecadores que expiran junto a las aguas del Ganga se liberan de sus pecados: se convierten en servidores de Shiva y viven junto a él. Se vuelven idénticos a él en figura; no mueren nunca ni siquiera el día de disolución total del universo. Y si el cuerpo muerto de una persona cae por alguna razón a las aguas del Ganga, esa persona habitará con Visnú durante años, como poros tenga la piel de su cuerpo. Si un hombre empieza un día auspicioso bañándose en el Ganges, vivirá alegremente en el mundo celestial de Vishnú, Vaikuntha, durante un número de años igual a sus pasos«
Brahma Vaivarta Purana, canto de Shiva al Ganges
El Ganga nace en el Himalaya occidental, y en sus innumerables Ghats –escaleras rituales-se expresan un sentido cósmico del existir. Materializan el amanecer y el atardecer, la búsqueda por vivir acobijado por el cosmos y sus ciclos. Se transforman estas oscuras aguas con sus fuertes corrientes en fluido liberador del alma, de los actos impuros. Purificación que perimirte al devoto romper con su karma, y desencadenarse del continuo peregrinar a través del nacer y el morir.
Día a día, millones de indios, paso a paso descienden por estas milenarias escaleras con cada amanecer, despojándose de sus dhotis y saris para hundirse en esas aguas redentoras. Los hombres santos esperan con devoción la salida de Surya-el sol-en el horizonte, para realizar antiguos rituales. Estos momentos son captados por las fotografías, de María Fernanda Lairet, en composiciones centradas en estas formas de la fe, como se expresa en el rostro del Brahmán a orilla del Ganga, 2011, sonriendo benévolamente, expresa un sentir que transciende la alegría, recién se ha vestido con su Dhoty anaranjado que simboliza la iluminación. Recién se pintó la frente y sus brazos, con tres líneas blancas, metáfora estética de los niveles del cosmos. Ante la fuerza visual y humana del rostro, la composición se centra en esté primer plano, el fondo se desmaterializa acentuando la pureza y liberación espiritual vivida por el brahmán, al realizar las ofrendas matutinas y sus rituales diarios de purificación.
En la fotografía Mirada Iluminada, 2011 una mujer emerge con rostro pleno de bondad, ayudada de una cuerda para no ser arrastrada por la corriente del Ganga, el centro visual es el rostro pleno, al renacer de estas oscuras aguas. Es esté uno de los tantos rostros del río nacido en la geografía mítica del hinduismo de la Vía Láctea:
“La cabeza Shiva recibió todo el impacto de la caída torrencial del río celestial. La maraña de pelo amontonada en lo alto de la cabeza atrapó y retardó la corriente impetuosa que pudo haber hendido la tierra. Perdió fuerza al tener que abrirse paso serpeando por ese laberinto. Las aguas descendieron con suavidad al Himalaya y de allí fluyeron majestuosamente por las llanuras indias, concediendo a la tierra y a todas sus criaturas el don de la vida y la liberación”.
Ramayana I/ Contada a Rama por el santo Visvamitra en la sección I del Ramayana de Valmiki.
En la fotografía “ Cordón sagrado, 2011, un joven recién bañado en el río, con el collar ritual, y el cordón amarrado con un nudo que va de su cuello a la cintura, como signo palpable de que es puro de palabra y acto. En el segundo plano otro devoto, retira parte de su indumentaria en las escaleras para sumergirse en el Ganges.
“Si quieres oír el pasado, siéntate en este escalón mío y escucha el murmullo del agua ondulante:
Venía el mes de Ashwin (Septiembre), y en el Ganges sólo cuatro escalones míos quedaban por encima del agua. Estaban inundados los bajos de la ribera donde el cayú (nuez) crece espeso bajo las ramas del bosque de mangos; y en la vuelta del río, no asomaban más que esos viejos montones de ladrillos…Ya había venido a bañarse el sacerdote brahmín, con sus vasos rituales …”
Rabindranath Tagore, Las escaleras del río, 1948 (Fragmento de cuento).
En la fotografía Libaciones Rituales, 2011, un devoto hace ofrendas al amanecer, tiene pintadas en el antebrazo tres líneas blancas. Ante este gesto ritual, la otra orilla del río metáfora del nirvana en el budismo, se pierde en el horizonte ante este primer plano. Estado del ser que expresa tanto para el hinduismo como para budismo: la liberación del tiempo, al ser atrapado por el manto del éxtasis místico, como presente eterno.
“La rueda del nacimiento y la muerte, el ciclo de la emanación, fruición, disolución y reencarnación, es lugar común en el lenguaje popular, a la vez que el tema fundamental de la filosofía, del mito, del símbolo, de la política y el arte”.
Zimmer, H. Mitos y Símbolos de la India: 22-23, 1979
La serie fotográfica del Ganga o Ganges eternizan instantes rituales, que se repiten en los siete ríos sagrados de la India, como son las ofrendas al Linga, o falos de piedra que simbolizan a Shiva. Tal como se documenta en la Ofrendas al Linga, 2011, donde las manos de dos devotos bañan el Linga de agua del Ganga, gesto ritual que repite su origen mítico, y entre oraciones ruegan a la deidad por la fertilidad en la tierra.
De la serie Caverna de Elefanta, 2011, destacan la series de imágenes donde se encuentran el rectángulo del Linga, ubicado en el centro de un cuarto labrado en la piedra, como expresión de Shiva y del principio de la masculinidad, que se complementa con la base en forma de Yoni, o vagina. Es la unión de los contarios, equilibrios que mantiene la armonía del cosmos.
“El santuario principal de este recinto es un templete cuadrado, simple, monumental, con cuatro entradas en los cuatro lados, cada una custodiada por un par de guardianes divinos de las puertas. Dentro está el austero símbolo del Linga del que emana a los cuatro cuadrantes su energía productora de todo. Este Linga como principal imagen de piedra, constituye el centro de la cella espacio interior del templo, el espacio santo, o casa útero. Se alza serenamente en el lugar más recóndito del centro vital de la cueva.
Como símbolo de energía creadora masculina, el Linga se combina a menudo con el símbolo primario de la energía creadora femenina, la Yoni, que constituye la base de la imagen o escultura de cuya base se alza. Esto sirve de representación de la unión creadora que genera y sostiene la vida del universo. El Linga y la Yoni, Shiva y su diosa, simbolizan las fuerzas antagónicas aunque cooperante de los sexos”.
Zimmer, H. Mitos y Símbolos de la India: 126, 1979
Las escaleras o Ghat del Ganga cambian de rostro, con las fogatas que incineran los restos materiales de una existencia que busca su liberación a través de la muerte. Las fotografías Liberación del Karma, 2011 tomadas al anochecer, evitan las formas sólidas, logrando crear evanescencias, o presencias de ausencias, como se compone en la fotografía Alma Desencarnada, 2011, donde de un cuerpo incinerado en los Ghat, todavía en llamas, brota un relámpago de luz, metáfora de la ruptura con la rueda de la existencia. De esta manera la artista logra transmitirnos a través de la fotografía la esencia de uno de los ejes de la espiritualidad de la India; a través de los recursos de la fotografía digital lograr materializar diversos rostros en su mirar sobre el Ganga.