Cultura

OSV honra a la juventud venezolano a través de sus músicos

Hugo Rafael Narváez Licone cambió su vida apacible en su natal San Fernando (Estado Apure), por la congestión de una Caracas siempre efervescente, para proseguir sus estudios a los 16 años. Su talento le precedía. Inició sus estudios de niño, por voluntad de un padre convencido totalmente de que la música es buena para el alma, la mente y el cuerpo también. Así que bajo la tutela de Freddy Flores y Miguel Gamboa se introduce en el estudio de un instrumento vital en toda orquesta sinfónica desde el siglo XIX y muy usado en la música de jazz, además de ser clave para la Big Band, donde suele interpretarse en pasajes solistas. Hablamos del trombón, de la familia viento-metal.

Hugo Narváez ingresó en la Orquesta Sinfónica del Estado Apure. En el 2009 se alista en el Conservatorio de Música Simón Bolívar, donde cursa actualmente su séptimo año. Ya estaba escrito en su destino que sería músico de por vida, pues su único interés era estar todo el día en la escuela de música.
Recibió clases de los maestros Ángel Subero, Javier Colomer, Brandt Attema, Jorgen Van Rijen, Obeed Rodríguez, Pedro Carrero, Tom Elliott, Jaime Morales, Branimir Slokar, Christian Lindberg, entre otros. También ha participado en festivales internacionales como el Perú Low Brass y Trombonanza de Argentina. Además de formar parte de la Orquesta Sinfónica de Venezuela es también miembro del Venezuela Trombón Ensamble, Union Brass Quintet, Ensamble de Metales Titán y de la Academia Latinoamericana de Trombones y Bombardinos, donde ha ganado el concurso interno por cuatro años consecutivos.

A los 22 años gana en audición un puesto al lado de su profesor Obeed Rodríguez, quien es Trombonista Solista. Para un joven músico con un sueño largamente acariciado, fue una meta lograda: “Preparar la audición para una orquesta profesional, como lo es la Orquesta Sinfónica de Venezuela, no es nada fácil. Se requiere de mucha estrategia y alto nivel al momento de enfrentarla. Recuerdo que fue uno de los retos más grandes que he afrontado porque moralmente tienes que estar preparado para fallar también. Puede que sea tu día, cómo puede que no”, dice con total sinceridad, pero sí fue su día.
El mes de ensayo y total concentración para esa audición rindió grandes frutos. Por su mente circulaban imágenes de la orquesta, de los conciertos, con un nuevo integrante, se veía en las filas de viento-metal. Miles de emociones le abordaban. Así que cuando se enteró de la decisión final, simplemente explotó de alegría: “Algo increíble. Tanto tiempo luchando por ese momento, y finalmente allí estaba, el propósito obtenido. Llamé a mi familia inmediatamente, estaban muy felices porque fueron años preparándome para cuando se presentara la oportunidad”, nos comenta.

Hugo Narváez ingresó a la Orquesta Sinfónica de Venezuela el 27 de mayo de 2014. Tiempo después fue convocado para su primer concierto y entre risas dice: “Es algo que nunca voy a olvidar, porque no sabía en la responsabilidad en que me había metido. Cuando la orquesta tocó la primera nota en conjunto me dije ‘esto es lo que quiero’, y desde ese momento todo mi enfoque fue hacia ella”.

Orgullo y Compromiso

Estar sentado junto a grandes maestros, profesores que han formado a generaciones de músicos que hoy despuntan en otras latitudes, debe ser intimidante para alguien tan joven como Hugo Narváez. Al ser consultado sobre qué sintió, cuando ya era oficial su ingreso, explica: “Lo podría resumir en una sola palabra…‘Compromiso’, tanto para con el público, como para con mis compañeros”.

Ser parte de la primera orquesta creada en nuestro país y la de mayor trayectoria ininterrumpida en América Latina, es todo un desafío y marca una distinción para quien porta su emblema, su uniforme: “Para mí, la OSV se distingue por su moral hacia el público, su alto grado de compromiso y por el hecho de que mantiene sus valores intactos, y eso vale más que la fama. Son generosos en el recibimiento hacia los nuevos integrantes y son impecables en ética profesional”.

En su primer ensayo, Hugo Narváez interpretó con la Orquesta, la Fantasía Evocativa de Luis Ochoa: “Me marcó porque es de muy alto nivel de exigencia y aparte de eso, fui invitado para ser el primer trombón con dos grandes músicos, como lo son los maestros Angelo Pagliuca y Eduardo Medouze. Saquen sus conclusiones de cómo me sentía”.

Como todo joven, siempre activo y en constante crecimiento, no cavila mucho en el futuro: “A diario cuando tomo mi instrumento y empiezo a estudiar no pienso en el porvenir. Amo tocar, así como amo la música y lo que hago a diario. Disfruto el proceso y eso me llena de ganas”. Es consciente de que el trabajo tesonero, la dedicación casi exclusiva a su instrumento y el estudio constante, marcan el rumbo de su trayectoria como músico y artista. Por eso no ve como un sacrificio dejar la vida social: “Lo más duro es estar alejado de la familia desde tan muchacho. Pero en vez de ir a fiestas, prefiero estudiar. La vida del músico es un poco solitaria, estás disponible para tu instrumento las 24 horas del día, 7 días a la semana. Todo lo demás pasa a segundo plano”, nos revela. Aún así, saca tiempo para ejercitarse físicamente, una influencia que le viene de sus padres, pues es atleta de CrossFit y Men’s Physique Amateur.
Así es como Hugo Narváez combina su presente con las memorias que atesora, aquellos momentos en que tocaba en casa con su papá y que aguarda en su corazón. Sabe que la música también siembra valores, que la cultura ayuda a los ciudadanos a ser mejores y a expresarse a través de las Bellas Artes: “Estoy claro en el aporte que hace La Sinfónica al movimiento cultural venezolano y a la sociedad en general. La cultura tiene que ser de calidad para guiar a jóvenes como yo, por el camino correcto”.

Es mucho lo que Hugo Narváez tiene por recorrer en la Orquesta Sinfónica de Venezuela, que este año cumple 85 años de fundada. Este joven trombonista nos da una pista sobre cómo dejar huella en una institución consolidada: “¡Haciéndolo cada día mejor! Estoy en la fila donde anteriormente estaban grandes maestros para mí, como lo son Miguel Sánchez y Domingo Pagliuca; es una gran responsabilidad dejar tu huella, pero siempre se puede hacer la diferencia”.

Hugo Narváez, como músico y a nivel personal, confirma que trata de ser mejor persona cada día: “Respetar, tener modales, ser puntual y leal. Es un trabajo difícil, pero el cambio –que tanto pedimos en la sociedad- empieza por uno mismo. Como músico trato de ser distinto. De emprender proyectos nunca antes intentados”. Quizás por eso oye toda clase de música, para ilustrarse, aunque aprecia géneros populares como la salsa y el merengue, sin dejar de estudiar, por supuesto, las obras del repertorio académico, sobre todo las del período barroco, renacentista y clásico.

La actividad frenética de las redes sociales no pasa desapercibida para Hugo Narváez a quién pueden seguir en Facebook con su nombre, pero en Twitter usó algo de ingenio y creatividad y hay que buscarlo por @HpoUsauGneO y si aman Instagram está como hmusicnfit_: “Actualmente son una plataforma de muchísimo apoyo para los músicos. Puedes darte a conocer con solo click y en el caso de grandes artistas, interactuar con sus seguidores. ¡Una maravilla!”.

Con este perfil del trombonista Hugo Narváez, la Orquesta Sinfónica de Venezuela rinde homenaje a toda la juventud de Venezuela. Es esa energía y dinamismo de estos talentos la que inyecta a nuestra institución una razón para seguir evolucionando en el tiempo.
Tuve la oportunidad de conocer a Hugo Narváez como mi alumno en el año 2003, ya que para esa fecha estaba al frente de la cátedra de Trombón en el Conservatorio de Música  Simón Bolívar,  y era uno de esos alumnos que por ser del interior le tocaba ver clases cada 15 días.
Doy gracias a Dios, primeramente, por la oportunidad que me dio de conocerle. Desde ese momento hemos mantenido una muy buena relación.
Hugo es un joven talentoso, con mucha disciplina, sincero, noble, gran amigo y con un alto nivel de  responsabilidad, dispuesto en seguir siempre adelante en cualquier circunstancia. Es muy gratificante poder ver cómo ha ido evolucionando y no dudo que seguirá en pro de su crecimiento. No imaginé que 11 años más tarde estaríamos juntos en la OSV, labor que ha venido desempeñando con gran profesionalismo y liderazgo. Ha sido una gran adquisición para la institución, realmente disfrutamos el privilegio de hacer música juntos y  estamos convencidos mutuamente de que este era el plan perfecto de Dios, porque reconocemos que el talento que tenemos nos los ha dado Él.
Sigue siempre adelante, querido Hugo, no cambies la disciplina que tienes, tanto para practicar el Trombón, tu alimentación y tus ejercicios, de lo cual no dudo, te favorecerá para llevar una vida llena de salud y poder seguir desempeñándote en la labor musical profesional que haces con el Trombón en diferentes fases.
Dios Te Bendiga Hoy y Siempre.
Tu Amigo,

Obeed Rodríguez
Solista Trombonista
Orquesta Sinfónica de Venezuela

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