Dudamel entusiasmó como el director más joven del Concierto de Año Nuevo
El venezolano Gustavo Dudamel se convirtió este domingo, con 35 años, en el maestro más joven en dirigir el célebre Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, con un programa alegre y salpicado de novedosas sorpresas que entusiasmó al auditorio.
El público de la Sala Dorada del Musikverein de Viena, en donde se pudo ver a la novia del artista, la actriz española María Valverde, premió el estilo fresco y optimista del director de la Filarmónica de Los Ángeles (EE.UU.) y de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, con prolongados aplausos y ovaciones.
«Espero que nos vamos a divertir juntos, así que empecemos», dijo Dudamel en declaraciones transmitidas por la televisión pública austríaca ORF poco antes de iniciarse el evento televisado en directo a 93 países.
«Vivimos en un tiempo de un poco de caos, pero como, filosóficamente hablando, cada caos tiene un orden», la música puede ser «una posibilidad de recibir esperanza y belleza para así comenzar un año nuevo», añadió.
El programa destacó por su optimismo y ritmo alegre, como lo reflejaron las polkas rápidas y despreocupadas «So ängstlich sind wir nicht» (Tan miedosos no somos) o «Winterlust» (Placer de invierno) de Johann Strauss hijo y padre, respectivamente.
Entre las siete piezas que nunca antes habían sido interpretadas en este escenario, destacó la polka «Pepita», donde las castañuelas acompañaron la melodía bella y juguetona que el llamado Rey del Vals, Johann Strauss hijo, compuso y dedicó a la bailarina española Pepita de Oliva (1830-1871), después de que ésta causara furor con su actuación en Viena en el verano de 1853.
El brío de la batuta del director latinoamericano marcó tanto la marcha «Nechledil» de Franz Lehár, al inicio del evento, como la obligatoria «Marcha Radetzky» de Johann Strauss padre, con la que los filarmónicos vieneses concluyen cada año este concierto, acompañados por las rítmicas palmas del público.
La única excepción entre las alegres melodías fue la trascendente y misteriosa «Mondaufgang» (Salida de Luna) de la ópera «Die lustigen Weiber von Windsor», con las voces del coro Winer Singverein, de Otto Nicolai, uno de los fundadores de la orquesta vienesa.
Los músicos, que estrenaron este domingo nuevos y elegantes trajes de trabajo, creados por el matrimonio de diseñadores Vivienne Westwood y Andresa Kronthaler, quisieron recordar así los 175 años de la exitosa existencia de la orquesta.
Y con la polka «Solo hay una ciudad imperial, solo hay una Viena» rindieron homenaje a la emperatriz María Teresa I de Austria con motivo de celebrarse en 2017 los 300 años de su nacimiento.
Por supuesto, no pudo faltar el «El Danubio Azul» (Johann Strauss hijo) que, creado hace 150 años, es considerado el segundo himno nacional de Austria.
La novedad esta vez fueron las imágenes de coreografías de ediciones anteriores que lo acompañaron en la versión televisada.
Otra sorpresa inédita fue la irrupción en vivo de jóvenes bailarines en la Sala Dorada, danzando entre las filas del público en una simulada desobediencia al acomodador.
Los miembros del Ballet de Viena habían presentado ya una coreografía de Renato Zanella desde la Hermesvilla, la antigua casa de caza de la emperatriz Elisabeth o Sisi, de la forma habitual: escenas filmadas se intercalaron con una de las piezas.
Los hermosos caballos de raza lipizzaner de la prestigiosa Escuela Española de Equitación aparecieron al ritmo del vals «Los extravagantes», y los 100 años del Museo del Reloj vienés, con sus 4.000 ejemplares, se recordaron con la polka rápida «Tik-Tak».
Dudamel expresó junto a los músicos «Feliz Año Nuevo» en un perfecto alemán, a pesar de que, según confesó en rueda de prensa el jueves pasado, no habla ese idioma.
Según dijo entonces, haber pasado a integrar la lista de grandes maestros que han dirigido este concierto, como Herbert von Karajan, Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa o Daniel Barenboim, «es un sueño hecho realidad».