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El arte llega a las Escuelas Bolivarianas de la mano de los títeres

(%=Image(8924817,»R»)%) Una aproximación a la definición de esta modalidad de instituciones educativas, sería la que apunta a los centros de educación integral, donde lo académico se imbrica con lo artístico y cultural. Un espacio para desarrollar las potencialidades del niño y el adolescente. Además de brindar asistencia médica y alimentaria. En palabras del presidente de la República, con las Escuelas Bolivarianas se le quiere dar una respuesta a la pobreza crítica.

En Venezuela Analítica nos propusimos encontrarle respuesta a estas interrogantes y para ello nos dirigimos a la Escuela Bolivariana “Armando Zuloaga Blanco”, plantel dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, ubicado en la avenida Panteón de Caracas, que funciona como uno de los centros piloto de este proyecto. Allí, Andrea Imaginario, coordinadora de la sección de Arte y Cultura, y quien suscribe, comenzamos a recibir las respuestas, que llegaron una tras otra y no como un rosario de palabras pronunciadas por un vocero de la escuela, que en este caso fue su subdirectora, Aura de Briceño, sino al constatar el trabajo que allí se desarrolla y del cual los niños son los mejores exponentes.

En la primera etapa, iniciada en mayo del 2000, se comenzó con un Taller de Iniciación al Teatro de Títeres, bajo la coordinación de Nelson Oyarzábal y Vicenta Sánchez, de la Dirección General Sectorial de Apoyo Docente del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), teniendo al artista plástico y titiritero, Humberto Orea, como facilitador.

Los cambios

Con algunas deficiencias, que se manifiestan en su expresión oral y escrita, los niños comienzan a exhibir una conducta que revela una sensibilización hacia el hecho artístico del cual, en su gran mayoría, estaban ignorantes antes de esta experiencia. En este sentido, el objetivo que se trazó el ministerio de Educación, Cultura y Deportes y el CONAC, fue “fortalecer las escuelas bolivarianas, de manera de que los niños tengan una educación integral, que es su formación académica como individuos que integran la sociedad, y la formación que enriquece el espíritu, que crea los valores artísticos, culturales en sus diferentes escenarios”, explica Aura de Briceño.

Pero la transformación se está dando no sólo en el alumnado, sino también en cuerpo docente. La propia Aura de Briceño lo reconoce:

“Hay diferencia notoria entre el antes y el después. Como experiencia personal nunca la había vivido, entonces en lo particular ha sido muy enriquecedor, porque yo tenía un conocimiento de los títeres como algo superficial, y resulta que es una gran disciplina, donde están presentes no solamente las artes escénicas, sino una serie de disciplinas que entran en juego.”

“Con respecto a los niños debo decir que se observa un cambio de conducta increíble. ¿Por qué? Porque ellos son un potencial de creatividad, pero esa creatividad está dormida y hay que despertarla, incentivarla. Hay que prender el bombillito para que salga la luz maravillosa que ellos tienen por dentro, y eso es lo que ha pasado con estos niños. Es un cambio grandísimo, es una fortaleza parea ellos haber participado en el Taller de Iniciación al Teatro de Títeres”.

Confrontar la realidad cultural

Igualmente, los niños han tenido la oportunidad de visitar los teatros y museos de la ciudad, con lo cual pueden confrontarse con el arte en los lugares que le son propios. El arte va a la escuela y la escuela va al arte.

Para este año, se espera que los niños puedan tener acceso a otras áreas artísticas. La danza figura entre las inmediatas. El proyecto está a cargo de Zhandra Rodríguez, y abarca la gimnasia rítmica, danza contemporánea, ballet y folclore. Sin dudas al respecto, Briceño advierte que aun cuando no está entre los objetivos el que los alumnos se conviertan en artistas, asegura que de esta experiencia nacerán buena parte de los creadores del futuro.

Antes de esta experiencia muy pocos, por no asegurar que ninguno de los niños, sabía lo que era un espectáculo teatral, de danza, ballet o un concierto. Lo desconocido hasta entonces debió hacer frente al amplio bagaje que en materia de merengue, changa y rock, entre otros, tenían estos muchachos. “Les gusta lo que está de moda, el mundo que los atrapa. Y claro, ellos pueden entrar en ese mundo, pero también tenemos este y tenemos que dárselo a conocer. Ellos van a ser los intelectuales del mañana. Por el hecho de que pertenezcan a los bajos estratos sociales no se puede pretender que no tienen derecho a acceder a ella. Todos tenemos oportunidad de llegar”.

Las expectativas son tales, que se proyecta la construcción de un teatro en la sede de la escuela y Tomás Lugo, arquitecto del Teresa Carreño, figura entre algunos de los que han presentado sus diseños a la consideración del MECD. “En el Fuerte Tiuna también se llevó a cabo la etapa de sensibilización hacia la danza contemporánea y el ballet, para que los niños supieran qué era lo se iba a hacer en la escuela con ellos. No se quería meterlos de pronto con Zhandra Rodríguez en uno de sus espectáculos, cuando no sabían ni siquiera quién era ella. Había que introducirlos poco a poco”, refiere Briceño.

¿Continuidad?

Pero a pesar del panorama prometedor, la interrogante que a diario se hacen los educadores es si estas actividades se mantendrán en el tiempo. Sería sumamente triste, que se tratara tan sólo de unos pocos talleres que luego de concluidos dieran lugar a muestras a las que asistiera el ministro de Educación o el propio presidente Chávez, y todo quedara allí.

“Esa es la pregunta de las 65 mil lochas. Yo espero que continúe, que se le dé proyección a estas actividades. Me gustaría que esta fuera una actividad permanente. Me preocupa que no todos los alumnos pueden participar, puesto que se trata de un taller en el que no pueden tener cabida todos los alumnos de escuela que son 911. Todos tienen derecho a acceder a esto, en este caso, al teatro de títeres. Son niños con un potencial grandísimo que deben tener la misma oportunidad todos. Sería clasista que solamente un pequeño grupo se beneficiara de estas actividades artísticas. De allí la necesidad de que se convierta en una actividad permanente en todas las escuelas.”

La permanencia de los talleres de arte en las escuelas implicarían además que los artistas pasaran a formar parte del personal de planta de estos planteles como especialistas en cada una de las áreas. “Ellos serían especialistas porque nosotros somos los docentes. La música, la danza, los títeres serían especialidades”.

Las limitaciones

Pero por mucho entusiasmo que un proyecto como éste levante en la colectividad, no se pueden obviar algunas realidades que marchan paralelamente y que constituyen una limitación a la hora de desarrollarlo.

“El maestro venezolano comparte las mismas penurias económicas que sus alumnos, vienen del mismo estrato. Son contados los maestros venezolanos que pertenecen a una clase media-alta, o por lo menos, media. Esta es una profesión de gente pobre, que tiene que hacer ese hombre o esa mujer, aunque el 75 % del magisterio, si no me equivoco, está formado por mujeres, porque nosotros vivimos en sociedad matricentrista, no matrialcal, donde todo gira alrededor de la madre así el padre esté allí, pero el padre está como una figura y la madre es el eje. La maestra es el eje y sucede que tienen que salir de un trabajo para otros para poder mantener a sus familias.”

“Es lo que se conoce como cabalgamiento de horarios. Un maestro que sale de una escuela donde cumple el horario matutino, para trasladarse a otra en horas de la tarde. De otra forma, no podrían hacer frente a sus necesidades y las de su familia.”

Las Escuelas Bolivarianas exigen una presencia permanente del maestro desde la mañana hasta la tarde. En lo que respecta a la Armando Zuloaga Blanco, no todos pudieron sumarse al proyecto. Aura de Briceño narra cómo el 50 por ciento de los docentes de la escuela que allí laboraban antes de instituirse como Bolivariana, se marcharon. Los que no, experimentaron una merma en sus ingresos del 40 por ciento, pues la oferta del MECD sólo previó un aumento salarial del 60 por ciento.

¿Marcha la formación integral del niño a la par de la formación integral del maestro?

– Sí, porque cuando se creó el reglamento de la profesional docente, no diré que fue como una obligación, sino una necesidad, que el docente, no solamente de las escuelas bolivarianas, sino el docente en general, tuviera que ser profesor o licenciado. Los maestros normalistas o bachilleres docentes se consideran como docentes no graduados, y a nosotros nos pagan por un escalafón que tiene que ver con la formación académica. Entonces hoy en día, y eso me parece maravilloso y lo aplaudo, quienes se dedican a la educación están incentivados en ser profesores o licenciados. Cuando tú logras eso, por tu condición de ser humano, quieres seguir adelante, hacer un postgrado o un magíster. Entonces ya eso ayuda muchísimo en el trabajo. La misma condición profesional y personal lleva a seguir creciendo, porque el aprendizaje trae consigo cambios de actitud y de conducta.

¿Y la misma sensibilización que con este proyecto se ha dado en el niño se ha dado también en el maestro?

– Sí, se ha dado, porque todos los que estamos acá estamos ganados para trabajar en el proyecto, unos más, otros menos, pero en general, todos están sensibilizados.

¿Este proyecto prevé algún sistema de evaluación permanente para los docentes?

– Una de las facetas de este proyecto es evaluar a su personal, porque para desarrollarlo se necesita un personal calificado, porque la inversión que está haciendo el gobierno nacional con las escuelas bolivarianas es grande y no es para perder el tiempo, ni para trabajar con ciudadanos de segunda, tenemos que trabajar con personas de alto nivel. Nosotros aquí lo estamos haciendo.

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