El paisaje venezolano muestra en la Sala TAC

El pasado martes 7 de marzo, a las 7:30 pm, en la Sala
TAC del Trasnocho Cultural, se inauguró la exposición
«Arte en el paisaje venezolano. Colección Mercantil».

Dentro de ese contexto se presentó el libro homónimo,
producido por Mercantil con la intención de ofrecer un
documento para la investigación del género del paisaje
en Venezuela desde la época hispánica hasta la
contemporaneidad. La colectiva se exhibirá durante
cuatro semanas.

La muestra y el libro dan cuenta de la importancia que
este núcleo temático tiene dentro de la Colección
Mercantil. Tanto por el valor pictórico de las obras
que la conforman como por el peso documental al
registrar la construcción de un imaginario colectivo
sobre lo rural y lo urbano.

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Será la exposición una ocasión importante para
comprender cómo este género se afianzó como tradición
en el arte venezolano con la creación, a comienzos del
siglo XX, del Círculo de Bellas Artes, generación que,
al decir de Katherine Chacón, supo deslastrarse de las
rígidas enseñanzas de la Academia y entregarse a la
contemplación de la naturaleza que la rodeaba y
aprender de ella una decisiva lección de arte, belleza
y vida. Se dio paso luego a toda una generación de
artistas que tomaron al paisaje como tema de
inspiración y estudio hasta nuestros días.

A la mirada de estos maestros del paisajismo
venezolano se suman la de algunos artistas
contemporáneos que han renovado en las últimas décadas
las formulaciones pictóricas con respecto al paisaje
como tema, recurriendo frecuentemente a medios no
tradicionales de expresión para revisar incluso la
noción misma de paisaje.

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De allí la importancia de esta iniciativa expositiva y
editorial porque abren una cortina histórica,
permitiendo asir un registro y una revisión del
inventario paisajístico venezolano, mientras que de
frente al presente logra reflejar como un “espejo la
imagen de una retina retrospectiva, de una
metamorfosis”, tal como lo expone Katherine Chacón, y
evidenciar, además, la condición pictórica del paisaje
como terreno de una “pintura sin tema” que cobra
relevancia por sí misma y no por su sujeción a
factores narrativos, que propiciará en el panorama
artístico del siglo XX un dislocamiento semántico de
enorme importancia para las artes en general.

Así esta exposición integra un conjunto de obras de
los más destacados artistas del Círculo de Bellas
Artes y de la Escuela de Caracas, en el que aparecen
piezas importantes de creadores de la talla de Armando
Reverón, Manuel Cabré, Federico Brandt, Rafael
Monasterios, Marcos Castillo, Pedro Ángel González,
entre otros.

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Este gran conjunto se complementa con algunas
interesantes obras realizadas por algunos artistas
viajeros: Joseph Thomas, los dibujos de Camille
Pissarro y, la extraordinaria Hacienda de San Esteban,
Puerto Cabello, Venezuela ejecutada por Ferdinand
Bellerman, en 1856. La exposición ha querido añadir a
esta selección, piezas realizadas por los que
consideramos precursores de la escuela paisajista:
Martín Tovar y Tovar, Antonio Herrera Toro, Emilio
Mauri y Jesús María de Las Casas.

Dentro de las nuevas tendencias, se destacan en
sección aparte representantes de núcleos regionales
como Trino Orozco, Jorge Chacón y Pedro Báez.

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Así, se ha intentado una aproximación al paisaje en el
arte contemporáneo con obras de Adrián Pujol, José
Antonio Quintero, Juan Araujo, Luis Romero, Alessandro
Balteo, Carlos Puche, Luis Molina-Pantin, Ramón
Paolini y Natalya Critchley.

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Apuntes históricos
El paisaje venezolano, surge tímidamente como tema
autónomo a mediados del siglo XIX. La época colonial,
imbuida del espíritu religioso que la caracterizó, y
la época republicana, regodeada en el tema heroico, no
fueron buenos contextos para su desarrollo. El
espíritu cargado de romanticismo y naturalismo de
muchos artistas extranjeros que vinieron a nuestro
país entrado el siglo XIX, dará pie para que surjan
las primeras representaciones del paisaje venezolano
como un género independiente. Posteriormente, a
finales del siglo, pintores académicos como Martín
Tovar y Tovar, realizarán vistas de Caracas y sus
alrededores, que se sitúan hoy como verdaderos
antecedentes de la pintura paisajista nacional.

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Pero será en los comienzos del siglo XX que el género
se encumbre como una temática que se afianzará como
una tradición dentro de la historia del arte
venezolano, con la creación en 1912 del Círculo de
Bellas Artes. Un grupo de jóvenes artistas que
desplazan su atención a nuevas temáticas, alejándose
de los postulados de la Academia, comenzando a
registrar el entorno natural y urbano. Dentro de esta
sensible apertura al paisaje como tema de indagación
plástica, Caracas y sus alrededores surgen como temas
recurrentes: calles y esquinas, vistas del Ávila y
otros parajes cercanos a la capital, serán los motivos
inspiradores del Círculo y de lo que después se
llamaría, la Escuela de Caracas.

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A partir de ese momento, estos artistas cultivadores
del paisaje, agrupados ahora bajo la denominación de
Escuela de Caracas, dan la espalda a la obra
exteriorista y heróica de la época. Aunque fue la
capital venezolana el motivo mayor tratado por el
grupo, se registran en sus obras la belleza del
paisaje venezolano en general. De la mano de estas
indagaciones germinan no sólo escuelas paisajistas
locales o individualidades de renombre en el interior
del país, sino un paisaje nutrido plenamente de las
corrientes modernistas, más constructivo y menos
apegado al modelo real.

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Esta tradición del paisaje ha venido siendo renovada,
en las últimas décadas, por el trabajo de algunos
artistas contemporáneos, que establecen aproximaciones
heterogéneas al tema, revisando sus formulaciones
pictóricas o apropiándose de sus fórmulas, recurriendo
frecuentemente a medios no tradicionales de expresión