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El postmodernismo y las Artes Visuales:encuentros convergentes y divergentes

Las artes visuales, entendidas como géneros que incluyen a la pintura, la escultura, el video, la fotografía, el performance, las artes gráficas, el dibujo, e incluso, por extensión, los llamados nuevos medios, el cine, van a ser manifestaciones representativas de un período de vida influido, en este caso, por los “ismos” y en particular por el postmodernismo, que ahora nos ocupa. Este se puede concebir como un amplio número de movimientos artísticos, culturales y filosóficos que de muchas maneras se opone al modernismo, al opinar que fracasó por no darle al hombre la felicidad prometida.

En principio habría que realizar ciertas reflexiones acerca de lo que puede considerarse como “postmodernismo” pues de hecho al utilizar el prefijo “post” y agregársele a la palabra “modernismo”, implica que se refiere a un período, cronológicamente situado más allá de él (del modernismo) y por lo tanto podría ser una consecuencia de él, una especie de prolongación de lo moderno y ello implicaría pensar en la posibilidad de “ser más de lo mismo”, una etapa posterior al modernismo. Por lo tanto este “postmodernismo” no se opondría a lo moderno como suele decirse. Jean Francois Lyotard, uno de los filósofos que mayormente estudió el postmodernismo, siendo también uno de sus más inteligentes ideólogos, señala al respecto que no debiéramos pensar en términos de continuación, sino en una especie de inicio radicalmente nuevo donde “es preciso correr las manecillas del reloj hasta la hora cero”, pero también el postmodernismo, de acuerdo a este autor, “es una manera de reprimir el pasado”. Afirma a su vez, que el postmodernismo “es una tendencia dentro del modernismo caracterizada por su rechazo a deplorar e incluso por su disposición a celebrar nuestra incapacidad de experimentar la realidad como una totalidad ordenada e integrada”. Lyotard defiende la pluralidad cultural, rechaza el economicismo y las perdidas de las libertades en el modernismo.

Este postmodernismo se halla de forma inmanente en el modernismo, conforma su rechazo y también su consecuencia, su rechazo a lo establecido, al exceso de racionalismo, a la preponderancia del imperio de la razón y es por ello que acoge al surrealismo como uno de sus antecesores (donde el poeta André Bretón es admirado por su escritura automática, sin cadenas racionalistas), por el carácter icónico en sus pinturas (pensemos en Dalí, por ejemplo), por cuanto existe influencia del inconsciente colectivo, por el sentimiento mágico que va a imperar en el postmodernismo y en querer exaltar a los eventos fortuitos, a contra corriente, extra pictóricos, extra artísticos, y hasta banales de la sociedad de consumo. El llamado Arte Kistch o el Pop Art, podrían también considerarse como antecedentes de este período del arte que para algunos autores comenzaría a aparecer en nuestros años sesenta y setenta (aunque algunos nos remiten hasta los años cincuenta), pero que es parte de la contradicción de lo moderno, incluso del período de La Ilustración Francesa, como su antitesis y como síntesis surgida. O, sin ir muy lejos, Marcel Duchamp con sus obras, referidas a urinarios, descontextualizadas en su tiempo de los museos, podrían ser antecedentes del postmodernismo debido a su carácter no tradicional, extra artístico y provocador.

En nuestros predios venezolanos, pienso que hasta Armando Reverón puede ser considerado un abanderado, o una especie de precursor del postmodernismo, cuando su arte obedece a una concepción histriónica desde su vida elemental, fetichista, a contra corriente, donde los elementos, las acciones de su vida diaria son incorporadas a su obra de arte, aunque por supuesto nunca fue el propósito de este artista el cerrar las filas con este concepción artística; más adelante se pueden inscribir otros, como Mario Abreu, Elio Naccarella, Gabriel Morera, Elsa Morales, Miguel Von Dangel, Javier Level, Carlos Zerpa, aunque dentro de los artistas de estas últimas generaciones se pueda llevar implícito la idea de ser representantes de nuestro tiempo, es decir del postmodernismo. Sin embargo pienso que es Diego Barboza uno de los artistas venezolanos, que en la década de los sesenta, alejado de nuestro país y con residencia en Londres, acude a una manifestación de arte postmoderno cuando se realiza una especie de “serpiente humana”, arropada o protegida por unas grandes telas que conformaban caminos interminables, donde el protagonismo obedecía a un arte colectivo, desde una acción como “el hacer una cola”, desde lo festivo y lo diario, sin pensar en ningún momento en la sacralización del arte, sino todo lo contrario. Pero Barboza volvió a la pintura tradicional, años después, hasta su fallecimiento en el año 2000. Intuyo además que Mario Abreu puede catalogarse como un artista postmoderno venezolano, por antonomasia, cuando se comenzó a interesar desde los años cincuenta, hasta su muerte en los ochenta, por los procesos inconscientes latinoamericanos, por el chamanismo, por la participación de la magia en la cultura latinoamericana y venezolana, por “traer al tapete”, mediante sus obras, una cultura “underground”, a todas luces valiosa, ya por los elementos utilizados, que incluso le sonreían al surrealismo, ya por los mensajes subliminales, por la participación de la intuición más que de razonamientos lógicos o matemáticos, formales, siendo, por ejemplo, las “Cajas mágicas”, obras de este autor uno de los objetos artísticos de mayor aceptación y representación. Abreu, a quien llegué a entrevistar, en 1979, en la Galería de Arte Nacional, Caracas, “comía” chimo como una práctica de nuestros indígenas ancestrales y como parte de reivindicar una acción de nuestras culturas pasadas, en sí por cuanto le gustaba, independientemente del sitio o del espacio donde estuviese inmerso, como persona. Este simple acto se mostraba contestatario desde la simpleza de la vida, desde lo elemental del diarismo, así como hacer una especie de grafittis, con algún morrocoy casero donde él escribía, en su caparazón, por ejemplo “así camina el gobierno”, refiriéndose a uno de turno; o también fotografiar a una pareja de morrocoyes haciendo el amor. Eran posturas contestatarias y normales, a contracorriente de Abreu quien pudiese entonces, por muchas razones, ser uno de los que se arropó bajo el manto del postmodernismo en Venezuela, a nivel de las artes visuales, pero también de su existencia misma.

El postmodernismo además puede ser entendido como una etapa social contemporánea que se vive dentro de las manifestaciones artísticas o “una construcción mayormente teórica cuyo principal interés reside en la circunstancia de ser un síntoma de talante actual de la intelectualidad occidental”(Callinicos); el postmodernismo en el arte puede ser un mundo ambiguo, dubitativo, preñado de incertidumbres, no racional, mayormente intuitivo, movible, resbaladizo, que se nos escapa de las manos y que no le interesa las definiciones precisas, como tampoco lo que pudo haber sucedido con la historia y no tiene interés en legitimarse dentro del mundo presente, aunque Lyotard llega a referirse a un “estado siempre naciente y latente”; se trata de un arte de lo superficial, de lo poco profundo, de lo inmediato pero que también se interesa por el fetichismo, por la mágico, por el chamanismo, por los objetos de la sociedad del consumo en su revitalización; el postmodernismo asumirá una actitud crítica en cuanto a lo social, a la economía, a la política, tendrá una actitud contestataria, de protesta, ante la pobreza social, asumirá la utopía de las libertades totales, del arte sin barreras, donde cualquier cosa, acción del hombre, evento de la humanidad a contracorriente pueda ser asumido como obra de arte, como la experiencia de “Arte Nudista”, recientemente acaecida (marzo 2006), en Caracas con el Fotógrafo Spencer Tunick, donde se reunieron alrededor de dos mil personas, “como Dios las trajo al mundo”, para posar para el lente de este artista. La acción se torna beligerante, liberadora, no tradicional en cuanto a los elementos interventores del arte (que ni el “Body Art” lo ha conseguido), donde se confunde lo intimo con lo colectivo, lo privado y lo público, lo masculino y femenino, lo animal con lo humano, la deshibición, el carácter desacralizador del arte. El postmodernismo está detrás de un arte completamente minimalista al cubrir con telas un edificio completo o, más cercano a nosotros, cuando los artistas larenses Roseliano García y Rafael Reyes realizan, hasta intuitivamente, sin condescendencias a la razón, un tipo de arte de vanguardia popular, chamánico, icónico, a contracorriente, con objetos banales o desechados por la sociedad, para aportarnos un mensaje colectivo y de raigambre poética, exposición bajo la curaduría del suscrito, llevada a cabo en la Galería Municipal de Arte de Barquisimeto (marzo 2006). Porque uno de los máximos logros del postmodernismo, a mi manera de ver, es el haber reivindicado a la cultura popular, la cultura urbana o rural de todos los días.

Interesa el postmodernismo por cuanto da una mayor apertura a lo híbrido, a las combinaciones, a la informalidad, a esa cultura popular (como expresábamos), a la historia menuda y no apoteósica, a lo insignificante en contraposición con lo retóricamente celebrable y acontecido y en este sentido, se presentan otras condiciones libertarias para el trabajo creador y también por cuanto abrió otras posibilidades al intercambio artístico o a la eliminación de barreras entre diferentes géneros o manifestaciones, de forma que en una sola obra se puede encontrar pintura, performance, artes gráficas, escultura, por solo nombrar unos medios o géneros.

Quienes critican, de manera nefasta esta manifestación, este “ismo”, argumentan que hay un cierto libertinaje, la idea de despreciar o rechazar los elementos formales de la obra de arte que para el modernismo solían ser vitales como el oficio o los oficios en el ejercicio constante del dibujo, de la pintura, de la composición, de las normativas que ya el postmodernismo no admite, no tolera o simplemente no los toma en cuenta. Por supuesto que la idea no es plantearse que todo, en conmemoración y por la asimilación de esa libertad, debe ser ya una obra de arte. Hay muchos “quienes pescan en ese río revuelto” para extraer cualquier bagatela. De eso precisamente no se trata, ni de expresar que todo lo confuso, dubitativo, cuestionador, ambivalente sea arte, sea una obra de arte. Pero de lo que sí se trata es que no se va a obedecer a los cánones del modernismo, a los cánones pre establecidos para juzgar a la obra de arte. El postmodernismo tiene y deberá tener sus propios cánones (o no tenerlos!). Otro pensamiento filosófico debe imperar, mayormente intuitivo donde una máxima podría ser “todo vale, el arte debe valerse de todo para ser verdadero, para poder desmitificarlo”. No se puede juzgar entonces el postmodernismo desde la óptica de su antecesor, a pesar de su relación con el, es decir con el modernismo pues los intereses evidentemente son otros y habría que verlo con otros ojos, con otras miradas que han permitido más bien la multidisciplinariedad y la intertextualidad en la creatividad artística, al pregonar las aperturas y la noción de la validez total, de los detalles y de la visión holística. En realidad en nuestras sociedades contemporáneas abundan y conviven diversas formas de hacer arte, sin que por ello unas sean menos importantes que otras o mayormente justificadas, ricamente pluralistas y ello cuenta también para el postmodernismo.

*Profesor, Licenciatura en Artes Plásticas, UCLA. Candidato a Doctor en Educación, UFT.

Bibliografía consultada
Willy Aranguren (2006). Textos para Catálogo Exposición de Roseliano García y Rafael Reyes. Barquisimeto, Galería Municipal de Arte, marzo.

Alex Callinicos. Contra el Postmodernismo. La Jerga de la Postmodernidad. Capítulo 1. http:// www.mas.org.ar.formacion/contra %20el%20posmodernismohtm.

Rodolfo Espina M. El postmodernismo en el Arte Actual. Htpp://www.vidau.org.es.images/arteposmo pdef.

Grace Carolina Pumalpa. Postmodernidad y Juventud. http://www.filipense.educco/pagina_nueva_103.htm
Hugo López (2006). “Recomienda Willy Aranguren, estudioso crítico de arte: Las universidades deben vincular más las manifestaciones culturales con el pueblo” (Foro). El Informador, Barquisimeto, 19 marzo.

MAS….Modernismo y postmodernismo. http://wwwfrage.cmasonde 4/pagina % 20% 0/y20//%20html.

María Elena Ramos. (2001). Armónico. Disonante /Reflexiones sobre el arte y la Estética). Caracas: Universidad Andrés Bello.

Carlos Yusti (marzo 2003). Instrucciones para convertirse en un artista postmoderno.Analítica.com.Venezuela. http://analitica.com/va/arte/dossier/1240096.asp.

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