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Eros se reivindicó en su reencuentro

(%=Image(6524937,»L»)%) Si bien durante las casi dos horas que cantó Eros Ramazzotti, un cielo encapotadísimo amenazó con aguar la fiesta de la noche del domingo en el estadio de la Universidad Simón Bolívar, sólo cuando decía «Gracias Caracas», antes del falso final, una tenue garúa se hizo sentir.

Fue el reencuentro del cantante con el público venezolano después de 12 años. Y lo hizo a lo grande, tomando en cuenta que la última vez, en el estacionamiento del Poliedro, salió con las tablas en la cabeza.

Eros cumplió su palabra y cantó una buena parte del repertorio en castellano. Inició con Apuntes y notas a las 7:30 pm. Vestido de jean, franela negra, chaqueta beige y gorra verde militar, estuvo acompañado por un trío de excelentes coristas y una estupenda banda. La iluminación, tradicionalmente buena en sus shows, también estuvo a la altura.

Siguió con Donde hay música y Segundos de paz. Para cantar este tema se quitó la chaqueta y dejó al descubierto una franela negra con un águila con las alas abiertas (alusión al tour Alas y raíces) a la izquierda. La figura se repetía en la espalda, bordada con los colores del tricolor patrio y… siete estrellas.

«Caracas, me gusta mucho estar aquí y hacer música para ustedes» dijo. La gente del VIP se levantó de sus sillas y eso produjo un efecto «ola» logrando que los de la zona platinum hicieran lo mismo y los de general tuvieran que conformarse con verlo en las pequeñas pantallas laterales.

Estrella gemela, Una historia importante, Ahora tú, Un’emozione per sempre, Cuánto amor me das continuaron. Hizo un alto para sorprender cantando con sus coristas I belong to you.

Vino un momento acústico. Tras interpretar un tema en italiano, comenzó con Otra como tú; unos vitoreaban y otros pedían que saliera la banda y que no «matara» uno de sus emblemas.

Continuó quitándose la gorra y descubriendo su cabeza rapada. «Llegó la hora de bailar» dijo y empezó Fuego en el fuego. Las pantallas mostraron a un cantante molesto, haciendo señas hacia el personal técnico. Se apagaron y se le escuchó gritar «Stop». Se silenció la música y no hubo iluminación en tarima. Tras unos segundos, reapareció y comenzó otra vez el tema como si nada. Pero no podía ocultar el mal humor.

Así continuó hasta que ondeó una bandera para despedirse. Le pidieron otra. Volvió con una camisa roja y, luego de interpretar Dímelo a mí, se despidió con La cosa más bella.

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