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Exposición sobre la etnia Wayuu

“Paisaje humano de Venezuela. Entre Juya y Pulow”»

Concebida por Ministerio de la Cultura, a través del Museo de Arte Contemporáneo, es el primer proyecto museístico que emprende una investigación sobre la etnia wayuu desde una perspectiva actual, siguiendo líneas curatoriales que permiten apreciar una cultura rica y vigente.

DIA: domingo 2 de abril de 2006
HORA: 11:00 a.m
LUGAR: Salas 7 y 8
Museo de Arte Contemporáneo. Zona Cultural de Parque Central

Más información:
Telfs. 573.82.89 / 573.00.75

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Wayúu: una cultura vigente
en territorio divino

Un país que se define multiétnico y pluricultural, no puede menos que difundir entre sus habitantes el conocimiento que palpita entre los relieves de su geografía. Este año, el Ministerio de la Cultura, a través del Museo de Arte Contemporáneo en coproducción con la Fundación de Etnomusicología y Folklore, impulsa el ambicioso proyecto Paisaje humano de Venezuela concebido especialmente para dar a conocer, siempre desde su vigencia, en exposiciones bilingües, una fusión de la poética propia de cada lengua originaria y arte contemporáneo. Por tratarse de la etnia con más población, la Wayúu iniciará el ciclo, con una exposición que lleva el nombre de sus principales deidades Juyá y Pulowi

En Venezuela les dicen guajiros por la zona geográfica que habitan. Su pueblo está considerado el más numeroso de los casi 34 grupos indígenas que tiene el país. Solidarios entre sí, sus pobladores no reconocen la frontera colombo-venezolana como un límite de su territorio, y son ejemplo de la hermandad que une a ambas naciones. Para dar a conocer la sabiduría y vida de la etnia Wayúu, el Ministerio de la Cultura, el Instituto de las Artes de la Imagen y la Fundación Museos Nacionales, presentan Paisaje humano de Venezuela 1. Entre Juyá y Pulowi Pasa’náin nünáin Juyá’ jüma Püloui, una exposición concebida por el Museo de Arte Contemporáneo en coproducción con la Fundación de Etnomusicología y Folklore, que será inaugurada el próximo domingo 2 de abril a las 11:00 a.m., en las Salas 7 y 8 del MAC.

Con esta muestra se inicia un ciclo expositivo que pretende presentar, bajo una línea curatorial y desde una óptica contemporánea, la poesía, morfosintaxis, tradiciones orales y sonoridad propias de cada lengua que palpita en nuestro territorio. A través del proyecto “Paisaje humano de Venezuela”, se promoverá y divulgará no sólo el lenguaje, la artesanía, la narrativa, la cotidianidad y las fuerzas divinas que mueven el día a día de las poblaciones que han permanecido casi aisladas, sino también impulsar un “entrecruzamiento de visiones que involucrará a los públicos, con sus concepciones y valores, con miras a abrir debates sobre la comprensión de los saberes tradicionales”.

Paisaje humano de Venezuela 1. Entre Juyá y Pulowi Pasa’náin nünáin Juyá’ jüma Püloui, es un proyecto concebido por Luis Angel Duque, cuenta con la curaduría de Albeley Rodríguez (MAC) y Luis Galindo (Fundef). La muestra acercará a los visitantes a la cultura wayúu, a su idioma, su praxis en la interpretación de los sueños, la práctica de las relaciones de poder, la figura del “palabrero” (mediador que aplica la ley wayúu), y un orden geográfico representado por la Baja, la Media y la Alta Guajira, así como lugares sagrados como Jepira. Paralelo a la exposición se ofrecerá un cronograma de actividades que incluyen cine-foros, talleres, conferencias y visitas guiadas. Más información en el Departamento de Educación, Telfs. 573.82.89 – 573.00.75 (Ext. 205).

En el catálogo especialmente editado para acompañar la muestra, Luis Angel Duque escribe: “Venezuela ocupa el 0,7% del territorio continental; sin embargo, a pesar de esa mínima porción abarcada, nuestro país posee hablantes de 34 idiomas vivos considerados lenguas oficiales, incluyendo al castellano, que es mayoritario. Este es el paisaje que el Museo de Arte Contemporáneo se propone cuantificar, en exposiciones temporales, postulando a la voz de cada lengua como valor a apreciar y ponderar en el ámbito del museo. En la primera experiencia la etnia wayúu —hablada regularmente por 300.000 venezolanos y colombianos— está presente en una exposición que concilia la poesía y la cultura material originaria, con lenguajes artísticos contemporáneos”.

Albeley Rodríguez, en el texto “Traspasar la frontera. Intercambios entre el mito y el logos, los otros y nosotros”, incluido en el catálogo, explica la dimensión que encierra el nombre de la exposición: “Dos figuras fundamentales circunscriben y delimitan el imaginario ancestral wayúu: Pulowi, la fuerza femenina, estable, misteriosa y, si se la encuentra en una andanza, posiblemente mortal, contenida en la tierra y en el mar y, Juyá el poder masculino, móvil y engendrador que trae tanto la lluvia como el inicio del año cósmico wayúu. Ambos, más que deidades, son elementos generadores de una cultura que parte de este matrimonio primordial que representa el centro y equilibrio de una cosmovisión”.

Instalaciones, ensamblajes, esculturas, fotografías, audiovisuales, poemas y relatos, realizados por artistas venezolanos contemporáneos, así como una serie de objetos etnográficos (tejidos, vasijas e instrumentos musicales), conforman esta exposición, en la que palpita una vida colectiva que transita entre arena, sal, calor y tradición. Está presente el trabajo de Ivis Amaya, Ramsés Larzábal, Edgar Moreno, Edison Parra, Anabell Guerrero, Antonio Briceño, Colectivo Chirrinchera, José Ángel Fernández Wuliana, Miguel Ángel Jusayú, Consuelo Méndez y Alejandra Fonseca.

Colecciones públicas y privadas, entre las que destaca Fundef, prestaron piezas valiosas: tres hamacas con kanaas (tejido y doble cara), una manta mortuoria (tela de algodón tejida en telar con hilo industrial), un huso con corredera –Korrompa- (madera teñida, tallada y perforada; fibra sintética, hilos teñidos de algodón y cuero), dos vasijas globulares –Amüchi- (arcilla modelada incisa con decoración pictórica geométrica), una Faja masculina -Si’ira- (indumentaria tradicional de algodón mercerizado), un Tambor – Kashi Kaasha- (madera, cuero y pintura, sin baquetas), un Clarinete –Sawawa- (caña blanca, arbusto espinoso llamado Si’ichi, y cera negra), una Trompa guajira (idiófono de punteo, instrumento de origen asiático traído al país por los europeos), y un Clarinete Idióglota –Wotoroyoi- (madera, calabaza, hilo y cera).

Albeley Rodríguez interpreta la coherencia que hay entre todas las piezas expuestas: “Hemos propuesto un modelo expositivo en el que los objetos etnográficos están localizados en una conjunción que los articula a partir de aspectos específicos (mitos y símbolos, estéticas, naturaleza, trabajo o relaciones de poder) con propuestas de artistas exploradores de aspectos semejantes encontrados en la cultura Wayúu. Esto despierta la curiosidad en un ámbito inhabitual para las exposiciones de tipo estrictamente etnográfico (e igualmente para las de arte contemporáneo), resaltando la importancia de las contribuciones dadas por ambos enfoques disciplinarios”.

En la Península de La Guajira
A pesar del gentilicio con el que españoles de la colonia y venezolanos actuales le distinguen, los miembros del grupo étnico se han autodenominado hasta el día de hoy Wayúu, que en lengua wayuunaiki quiere decir persona. Establecida en uno de los territorios más áridos y secos del Caribe, en territorio fronterizo colombo-venezolano, es una comunidad seminómada de pastores que se agrupa en clanes matrilineales, cada uno asociado a un animal o pariente representados por signos forjados en hierro, que confieren identidad a los individuos y son muestra del poder económico, político y social de las familias. El hombre puede tener varias mujeres. La mujer permanece en el hogar y es símbolo de respeto y unidad. Habitan en pequeñas comunidades distantes unas de otras, integradas por parientes cercanos al clan.

El tejido es una labor que combinan con las demás actividades cotidianas, en los ratos libres, en las visitas y cuando van de viaje. Elaborado principalmente por las mujeres, es rico en diseños tradicionales llamados kanas cuyos nombres y formas se derivan del entorno guajiro. Tejen los techos con varas de cactus seco, los corrales para el ganado, las cercas de las huertas y las que protegen los cementerios. Durante siglos se han conservado ritos especiales donde se inicia a las adolescentes en el arte del tejido. Las guajiras aprenden a hacer las mochilas (Susu) durante el «blanqueo». Esta etapa comienza a principio de la pubertad y ellas sólo pueden estar alrededor de sus parientas, quienes a su vez les enseñan cómo hacer las labores del hogar, a tejer y a hilar. Las mujeres wayúu también hacen cacerolas y jarras de barro blanco.

El saludo que utilizan da cuenta de la importancia que tienen para la etnia los sueños nocturnos. Al levantarse no se dan los buenos días (la frase no existe en la lengua wayúu), sino que se preguntan mutuamente: ¿Kasaa pulapuinka?, “¿qué soñaste?”. El sueño, a su vez, está relacionado con la muerte, que para ellos no representa fatalidad. Consideran que cuando alguien muere cambia de forma y sigue viviendo en el mundo de los muertos, donde está más cerca de lo sobrenatural.

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