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Felipe II

Palabras Liminares
La versatilidad e ilustración de Enrique Viloria  le permiten ha¬cer un ensayo sobre la geopolítica de una de las personalidades históricas más complejas, como lo fue Felipe II. Constructor del vasto imperio que inspiró su padre Carlos I de España, que se extendía desde los reinos de Castilla y de Aragón, hacia parte de Italia, el Franco Condado,  América, África y las mil islas del archipiélago filipino, en el océano Pacífico, en Asía; y que con la incorporación de Portugal, comprendió también las pose¬siones lusitanas de Indonesia, China e India. La defensa de la religión fue su ideología que le llevó a hacer del imperio español una economía globalizada. Al ampliarse las fronteras de la reli¬gión también se ampliaban los mercados en beneficio de la me¬trópoli. A medida que se imponía  el catolicismo, como una suerte de carta multinacional para todos los orbes descubiertos, surgían nuevas fuentes de recursos que nutrían los mercados de España. Y desde esos espacios se creaba una interrelación idiomática, jurídica, religiosa y económica que terminaba en la Corona española. El águila bicéfala de los Hasburgos españo¬les extendía sus alas de confín a confín. Del levante al poniente, sus flotas cruzaban, como rutas regulares de navegación, co¬rrientes oceánicas desde Acapulco hasta Manila. Sólo que polí¬ticamente a diferencia de otros imperios sus colonias eran el
territorio español de ultramar, a las cuales se les permitía cierta autonomía para el mejor desempeño del gobierno.  Felipe II fue un globalizador porque construyó una economía integrada entre sus dominios ultramarinos para beneficio de la metrópoli, para la cual creó un derecho uniforme que comprendía toda la red. Es decir, creó toda una organización para su imperio como un mundo globalizado. En otras palabras un Estado multinacional, que se acrecentaba con más y más dominios, que queda descrito por el mismo Felipe  II:  “En Lisboa, capital de mi nueva  Coro¬na portuguesa, me parecía estar tocando con la mano y con el alma las Indias de Castilla y las de Portugal: que juntas forma-ban el mayor imperio de los tiempos y que junto con mis domi¬nios de Europa y África dejaban el recuerdo del Imperio de Roma como si de un patio mediterráneo, interior y doméstico se tratase”. Partiendo del estudio de la personalidad de Felipe II, quien tuvo como orientación el testamento político que le dejó su Padre, Viloria resalta como características de ese nuevo im¬perio, la concepción monopolística del comercio, la protección de las rutas  comerciales, la defensa de la fe católica,  construido sobre una estructura mundial económica y militar, que a pesar de su uniformidad resultaba adaptada a las características de cada región globalizada. En concreto, Enrique Viloria con plu¬ma diestra describe la formación de  este vasto imperio domés¬tico, basado en  el mercantilismo, el capitalismo de Estado, la religión católica y una estructura  corporativa de gobierno.
 Dr. Román J. Duque Corredor Presidente de la Academia Venezolana de Ciencias Políticas  y Sociales.

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