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Festival Internacional de Toronto (FIT),

(%=Image(5456983,»L»)%) Con el fragor de la cinefilia a babor y el mercado del cine como pauta sine qua non, el Festival Internacional de Toronto (FIT), no competitivo y el de más prestigio en America del Norte cumplió 26 años. “El último casamiento” del canadiense Bruce Sweeny, sobre matrimonios yuppies disfunccionales le correspondió inaugurar el evento. Entre la seguidilla de estrellas que se acercaron al FIT –y fueron muchísimas- llamaron la atención al espectador “Corazones en Atlantis” de Scott Hicks basado en varios cuentos de Stephen King, el film noir de David Atkins “Novocaina” y “El mundo azul oscuro” de Jan Sverak, aquel de “Kolya” y “Últimas noticias” de Fred Schepisi con un brillante equipo de actores británicos. Johnny Depp fungio como un inspector en la Inglaterra victoriana en “Desde el infierno” de los hermanos Hugues (Albert y Allen) que apunta hacia los motivos de la identidad de Jack el Destripador, creando una atmósfera de alucinante misterio sobre este asesino en serie que nunca fue aprehendido. Jeanne Moreau encarna, en otra de sus memorables actuaciones, a Marguerite Duras, en “Cet-amour la” de Josee Dayan. Para los amantes de la opera “Tosca” de Benoit Jacquot es el film para ver y admirar, transportando a la pantalla las magníficas voces de Angela Gheorghui y Roberto Alagna como los míticos amantes y a Ruggiero Raimondi como el perfido Scarpia. Istvan Szabo vuelve por sus fueros , hacia la Segunda Guerra Mundial con “Tomando partido” sobre la vida del conductor Furtwangler, de inclinaciones pro-nazistas.

Toronto es el sitio ideal para descubrir pequenas joyas como “Italiano para principiantes” de Lone Scherfig, un film al estilo Dogma 95, pleno de humor y compasión; “La Cienaga” de la argentina Lucrecia Martel, con reminiscencias de Bunuel, con Graciela Borges como la madre siempre con un trago en mano y un indiferente esposo mientras ve desmoronarse la familia en una casa de campo dejada al abandono; “Pulso” de Kiyoshi Kurosawa o una historia de fantasmas que emergen del Internet; “Matrimonios” de Catherine Martin sobre la oposición, en el Quebec campesino a fines del siglo XIX, de una joven hacia el entorno familiar que la rodea, es un triunfo de la psicología femenina, cuenta con un sólido guión y una sobriedad en el enfoque de las emociones reprimidas. Pero también, como contrapartida, en el FIT aparecieron las decepciones: “Polvo” de Milko Manchevski cuya opera prima “Despues de la lluvia” fue una obra maestra, retorna ahora con una compleja historia de cowboys del siglo pasado, un Manhattan contemporáneo y Macedonia como punto focal histórico que no cuaja dramáticamente, pero compensado con imágenes de una belleza plástica inusual; “Paraíso” de Amos Gitai sobre la fundacion del Estado de Israel se dispersa en una trama de personajes conflictivos que buscan, como Godot, algo que no encuentran.

No cabía un alfiler en la proyeccion de “Mulholland Drive” de David Lynch que se arma como un rompecabezas claustrofóbico, onirico, inquietante, apoyado en una alucinante direccion de arte , no es más que una metáfora contra la presencia omnipresente de los productores de Hollywood que todo lo controlan y uno de los films más personales de la cosmogonia lynch- iana. Entre los films que recuerdo con fruición figuran “Como mate a mi padre” de Anne Fontaine, sobre un padre (Michel Bouquet) que regresa de África para reencontrar a sus hijos en Francia y cuya pesencia – imprevista- modifica el comportamiento de todos, una suerte de aquel Ángel (Terence Stamp) en el film de Passolini “Teorema” pero en el mejor de los sentidos: un film elegante, inteligente y de cuidado lenguaje; “El sol detrás de la luna” de Mohsen Makmalbaf, sobre la cuestión de los refugiados afganos (algo tambien tratado por varios directores iraníes en “Delbaran” de Albolfazl Jalili y “Baran” de Majid Majidi, esta última ganadora del gran premio en Montreal), una afgana que vive en el Canadá regresa a su país, a través de Irán, para reencontarse con su hermana que se quiere suicidar en el último eclipse del siglo XX, resulta deslumbrante como Makmalbaf maneja el color de los atuendos ( el bagor para que las mujeres se cubran la cara) de los habitantes que se desplazan en medio del desierto, y el terror que imponen los talibanes a traves de tierras sembradas de minas, los espectadores salian de la sala impactados por el mensaje además de una lección de cultura y “ La pianista” de Michael Haneke, un film crudo, sin concesiones, con Isabelle Huppert como la profesora en el conservatorio de Viena y Benoit Magimel ( ambos ganadores en el renglon de actuacion en Cannes) como su alumno que se somete a las perversiones sexuales y manipulaciones psicológicas de su maestra, un filma magnífico desde el ángulo que uno lo quiera analizar.

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