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Filadelfia evoca la vanguardia de la poetisa puertorriqueña Julia de Burgos

EFE.-A través de su legado en forma de versos y de las inspiraciones que provocó en las letras de la también escritora Magda Martínez, el Taller Puertorriqueño de Filadelfia recuerda hoy el legado de una mujer profundamente involucrada y comprometida con la importancia de la libertad en la política, en el amor y en el sexo.

«Crecí sabiendo de Julia de Burgos (1914-1953), escuchando a mi mamá historias sobre ella», relata en conversación con Efe Martínez, quien confiesa también su apego por esta feminista debido a que era originaria de la misma zona de la isla que la familia de su madre, e incluso compartían apellidos.

Pero su impronta en la historia de Puerto Rico y también del resto del continente fue mucho más allá.

«Sus poemas son aún muy modernos, ella estaba en la vanguardia y muy adelantada a su tiempo. Entonces ya exploraba las ideas del feminismo, del racismo y del sexismo. Así como la relación que mantenía con su cuerpo», agrega Martínez.

«El sentido de sus poemas son muy sexuales y son, a la vez, muy políticos. Es una combinación muy interesante, y a la vez muy poderosa», apunta.

Martínez, criada en Nueva York, de madre puertorriqueña y padre ecuatoriano, encontró en De Burgos un espejo en el que observar sus propias dudas y contradicciones identitarias, «cuando una no sabe si se siente mejor dentro o fuera de su propio país. Cuando una se siente más cómoda en Latinoamérica».

«Ella expresa esa tensión constante entre su deseo de controlar su identidad, como mujer, como puertorriqueña y como poeta; y los roles que ella podía asumir en ese tiempo» y que le permitía la sociedad.

Militante del Partido Nacionalista de Puerto Rico, De Burgos creía fervientemente en el derecho a la independencia de la isla, y fue una gran activista política, sirviendo incluso como Secretaria General de las Hijas de la Libertad, la rama feminista del partido.

Siendo la mayor de trece hermanos en una familia de muy bajos recursos, la puertorriqueña vivió siempre «intensamente» y persiguiendo aquello en lo que creía.

Carmen Febo, directora del Taller y experta en la figura de la poetisa, explica a Efe que los detalles de su muerte en las calles de Nueva York no están muy claros, aunque hay historiadores que apuntan a que murió víctima del alcohol y la depresión.

«Desde luego ella trató de vivir. Sobre todo vivir. Vivió y lo hizo intensamente tanto en sus relaciones políticas, profesionales, en su vida como escritora y en su vida también como periodista» durante su etapa en la Gran Manzana.

Tres amores marcaron su vida, matrimonios fracasados pero a la vez apasionados, sin embargo históricamente solo se puede corroborar de su muerte que cayó enferma y acabó sola en un hospital donde ni siquiera la reconocieron.

Pese a todo, con su literatura ha llegado a ser comparada con otras poetisas latinoamericanas de la talla de Violeta Parra, Alfonsina Storni o Gabriela Mistral, y considerada por el propio Pablo Neruda como la mejor de las Américas.

«Estaba tan adelantada a su tiempo», dice Febo, «que probablemente hoy escribiría los mismos versos que hace 60 años».

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