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Floridor Pérez: De Mortandad a Valencia

(%=Image(2366803,»L»)%)Durante los días 21,22 y 23 de noviembre próximo se celebrará en Valencia, el Primer Encuentro Internacional de Poesía, organizado por la (%=Link(» http://www.uc.edu.ve/»,»Universidad de Carabobo»)%) , fundamentalmente a través de la revista Poesía, que dirige en el presente el destacado poeta (%=Link(«http://www.inllano.com/Escritores/Adhely%20Rivero.htm»,»Adhely Rivero»)%), y cuya data se registra de hace unos 30 años atrás, con unos 132 ediciones, y circulación nacional e internacional.

A tal evento artístico de trascendencia continental concurrirán creadores poéticos de Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, Islas Canarias y en representación de Chile, vendrá nuestro compañero de generación (%=Link(«http://www.epm.net.co/VIIfestivalpoesia/html/antologia/floridor.html»,»Floridor Pérez»)%) . De este poeta chileno, quisiéramos decir que compartimos inquietudes literarias hace más de treinta y cinco años, cuando nos iniciábamos en tales menesteres; él, como poeta relevante que ha sido toda la vida y en nuestro caso como exégeta de variada producción literaria. Nos conocimos a través del maestro y mentor Gonzalo Rojas. Yo provenía de concluir el pregrado en estudios literarios de la Universidad de Concepción, donde Gonzalo era el Director del Departamento de Literatura y Floridor ejercía como maestro en un poblado campesino, que muchos años después -me refirió él mismo- lo había bautizado con el nombre de Mortandad. Más de una vez visité su hogar. Residía con su familia y los primeros hijos, aún infantes, en un sector realmente desolador. Recordamos la casa junto a una pequeña escuela, donde concurrían los hijos de los campesinos pobres de los alrededores de la región rural angelina, donde siempre han predominado arrogantes hacendados y terratenientes.

Maestro de escuela y poeta de Mortandad

La primera obra titulada Para saber y cantar, se publica en el año 1965. Es un poemario integrado por dieciséis composiciones. A través de la lectura, observamos que los temas desarrollados o surgidos de la interioridad del poeta se vinculan con el contexto rural que le rodea: “Niños del caserío irrumpen en la vega/Queltehues espantados los anuncian;/hu-id hu-id les dicen a los gansos nuevos/ hu-id hu-id antes de que los muchachos/desciendan del manzano silvestre/”. De igual modo, como ocurre con la producción poética de esta generación que se identifica con una línea creativa de lo cotidiano, de lo simple, de lo elemental, no está ausente la temática de la nostalgia hacia tiempos idos, muy especialmente a la etapa de la infancia. Veamos, algunos versos del poema: “Donde crecimos: El viento hojea el libro en que aprendimos a leer/Volvamos al cuarto en que la madre remendaba/y hallemos la aguja y el dedal de la gallina ciega/y en el baúl de los abuelos aquellas botas de montar/que creímos únicamente hechas para retratarse en /las plazas de provincia”. La delicadeza y ternura de la imagen siempre está presente: “Llegas a la escuela, niña lluvia, nos dices buenos días./ El viento es una bandada de moscardones/zumbando en torno a niñas con nombres de flores/cuya única sortija posible/es esta gota de lluvia”. Ya en este poemario inicial, hay algunas notas de preocupación por el otro, por el desposeído. Sin embargo, la expresión es tan contenida, lo cual lo hace mantenerse en el centro poético, sin excitaciones, sin caer en lo panfletario, lo cual lo apreciaremos, aún más, en una obra futura, como lo es: Canto de prisionero:. Examinemos el poema Arado herido, palo roto: “Dolor de arado, herido, palo roto/mordido por la piedra. Surcador de interminables surcos, en el último/te darás sepultura/Así también el labrador. El campo/roto por su mano También surcado/el rostro sudoroso. Hondo surco/Más hondo cada vez. Tórnase fosa.”

Página Literaria

Durante estos años que se prolongaron hasta el fatídico 1973, la relación con Floridor fue constante. Primero, lo recibíamos con nuestros alumnos liceanos de la localidad de Mulchén, donde dialogaba con los jóvenes y presentaba sus nuevas creaciones. A partir de 1970, trasladados a la ciudad de Los Angeles, más cercana a Mortandad la relación fue más frecuente. Por esos años, nos incorporamos a la Página Literaria que mantenía semanalmente en el diario La Tribuna. Ahí, nos iniciamos con exégesis de obras nacionales y latinoamericanas, en el rincón que nos brindaba Floridor. Fue en el año 1972, cuando tal espacio se relevó nacionalmente, al ganar un concurso que sobre ensayo organizó el ministerio de educación de Chile. Floridor estaba feliz y sentíase orgulloso y lo manifestaba diáfanamente, como ha sido toda la vida, del logro obtenido por un amigo y corredactor de la página. Por ese tiempo, de vez en cuando, aparecía por su ciudad natal otro poeta a quien habíamos conocido en Concepción como estudiante de Derecho. Se trataba de Jaime Quezada, con el cual y Floridor en una oportunidad tuvimos la oportunidad de presentar en la ciudad de Los Angeles a Laura Rodig, con muchos años a cuestas, para que rememorara las vivencias que compartió con Gabriela Mistral, cuando la asistía en calidad de secretaria en la época en que vivió en Punta Arenas, Temuco y Santiago, ante de emprender su autoexilio por el año 1922.

Un poeta de una estampa muy peculiar

Floridor, a partir de 1970, tomó otras responsabilidades. Además, de orientar a sus alumnos en el aprendizaje en la escuelita de “Mortandad”, de dirigir la Página Literaria, de concurrir a encuentros poéticos por el país fue designado en calidad de asesor de la Editorial “Quimantú”, recientemente creada, especialmente en lo que se relacionaba con la publicación de obras destinadas a los escolares de Chile. Eso le significaba viajar una vez a la semana, o cada quince días a Santiago. En ese periodo, el poeta vestía una indumentaria muy peculiar: La cabeza se la cubría con una boina negra. De igual modo unos lentes también de intenso negro, los cuales por prescripción médica, debía utilizar diariamente. El resto de su indumentaria era normal con un infaltable abrigo o sobretodo para defenderse del frío y de la lluvia sureñas. De esta suerte, su figura era muy peculiar e inconfundible para los campesinos que los acompañaban con sus gallinas, corderos y productos en el trayecto Mortandad -Los Angeles, donde al poeta se le observaba leyendo, siempre leyendo. Asimismo, concurría a los certámenes literarios o a encontrarse con otros intelectuales y amigos. Así arribó una vez a la localidad de Mulchén, cuando invitamos al maestro Gonzalo Rojas, quien venía llegando de “la China Roja, llena de chinos azules”, como el mismo Gonzalo definió tal visita al oriente del orbe.

Descenso a los Infiernos

Todo era rutinario, normal hasta que se desencadenó el golpe militar que depuso trágicamente al presidente (%=Link(«http://www.nodo50.org/allende/home.htm»,»Salvador Allende»)%)
y significó el asalto del poder por Pinochet y la banda de forajidos castrenses que lo acompañaron en este cruento golpe. Vino una represión, conocida por todo el mundo, y entre uno de los asediados por estos individuos malignos figuró el poeta, el creador de versos, el hombre de los sueños Floridor Pérez. Un comentario falaz, un dedo en alto bastó para detener a este joven creador de la palabra, a quien, esbirros ignorantes del régimen dictatorial consideraron muy peligroso y por su aspecto era muy fácil confundirlo con un guerrillero o un personaje similar, especialmente por su boina y sus lentes médicos. Así, como impulsado por un huracán Floridor fue conducido a la Isla Quiriquina, recinto naval y que fue transformada en prisión de innumerables presos políticos de la región del Bío Bío. El destino nos volvió a juntar, muy fugazmente, en el diario “La Tribuna”, en febrero de 1974. Por casualidad, andaba en busca de unos textos de la página que había extraviado, cuando de improviso aparece Floridor. Había quedado en libertad y le habían dado sólo 24 horas para que se contactara con familiares y amigos de la zona, por cuanto la sanción continuaba con una relegación que le habían dado en la localidad de Combarbalá, situada a unos mil kilómetros al norte de Mortandad. Hablamos brevemente, pero a pesar del apremio estaba feliz,. Lo acompañaba Natacha, el nuevo amor, a quien yo recién conocía, la cual había padecido esperando los días de prisión de su amado, compañera quien desde esos tiempos se transformó en la musa, que ha sido motivo en gran medida de la producción futura del poeta.

Creaciones en prisión

El tránsito por la prisión se encuentra registrado en la obra Cartas de prisionero, que publicara en 1990. Para nosotros, constituye una creación de trascendencia. Nos atrevemos a afirmar que es una de las escasas composiciones literarias, de nivel estético, que trasunta esta etapa tan oscura de Chile. Son alrededor de cuarenta breves poemas donde el poeta proyecta tales angustias existenciales, producidas por ese bajar a los infiernos de Pinochet, donde se visualiza primero una relación entre el creador y Natacha, convertida, como ya lo hemos afirmado, en la musa inspiradora: Examinemos algunas de estas expresiones poéticas: “Me pusieron contra la pared, manos arriba/Me registraron meticulosamente./ Sólo hallaron retratos con tus ojos/ y una antología con mis versos” En otra carta a Natacha, expresa :“No puedo vivir sin ti, cariño/¿y por qué vas a vivir sin mí ,carajo?b /Me tienes y te tengo/Y es lo único que tengo/ No se lo pedí a Frei/No me lo dio Allende/No me lo quitará la Junta Militar” Cuando Floridor está encarcelado muere Neruda y él capta la vivencia así: “Un receptor dispara a quemarropa/”…ha muerto Neruda…”/El locutor menciona el poema 15/y lee el bando 20/El cabo de guardia busca algo bailable/ ( y sigue el ritmo con la metralleta/ (“Aquí en la isla el mar,/ y cuánto mar”)/Pienso pedir un minuto de silencio/pero tardo horas y horas en sacar la voz”.

El poeta relegado en el Norte Chico

El destino otra vez nos acerca: En los primeros meses de 1974, nos trasladamos al norte de Chile, a la ciudad de Copiapó para incorporarnos al Núcleo , que recientemente ha creado la Universidad del Norte. A través de un funcionario de la sede que procede de Combarbalá, reanudamos un contacto epistolar con Floridor. De esa época, recordamos el envío que nos hace de su poemario Cielografía de Chile. Después de leerlo y disfrutar del texto poético, elaboramos un comentario que se publica en el diario “Atacama” de la ciudad nortina. Ahí señalamos, que Floridor nuevamente incorpora el tema los niños y se observa una regresión del poeta a la infancia .Citamos lo que señalamos en aquella oportunidad:”Al adentranos en estos nuevos versos captamos la presencia de un conjunto de breves poemitas, de una estructura similar, donde el hablante poético surge en una perspectiva que se caracteriza fundamentalmente por una regresión al mundo de su infancia. Con naturalidad, surgen las remisnicencias del infante, transmitida por el artista de la palabra que trata de presentar el mundo retrotrayéndose a esta etapa que el Hombre una vez tuvo y a la cual por más que lo anhele, no retornará por nunca jamás (Para este viaje/que quiero hacer no sirve el barco/-no sirve el tren/ No sirve el agua/ no sirve el riel/para este viaje/que quiero hacer. Soñar/que en una canción/ se sale a volar).”

Epistolas entre Chile y Venezuela

Durante los años 1976 y 1977, arribados a la solidaria tierra venezolana, después de pasar por una experiencia similar que Floridor tuviera en la isla-prisión de la Quiriquina, recibimos un hermoso poema, titulado “Carta abierta para el hermano Tomás en Venezuela” destinado para el Taller Literario, que en ese tiempo manteníamos en el Núcleo Canoabo de la Universidad “Simón Rodríguez” y que diera origen a la revista “Poesía de Tierra”, que circuló nacional e internacionalmente en su fugaz primer número. Esta es una creación poética creada por Floridor Pérez en el tiempo posterior a la privación de su libertad. Está dedicada a su hermano, quien escapó hacia el exilio de la patria de Bolívar y donde ha vivido los últimos casi 30 años de su existencia. El poeta se encuentra con su hogar escindido y no halla al Tano, el hermano, y dice: “Tomo la pluma con la mano que tomo la pluma hace años/y escribo las palabras de siempre/familiares palabras que hablan de la familia,/de los chicos que crecen y los grandes/trabajos de los grandes sin trabajo/y de pronto hablan de esos que no se habla/aunque todos sabemos/pero nadie comprende hasta que un telegrama”. Finaliza esta hermosa carta poética así: “¿Pero es que el tiempo realmente es largo/o también es redondo como el mundo/y da vueltas y vueltas, gira y todos/alguna vez andamos cabeza abajo…?/Eso pensabas cuando niño,/y así es verdad, te digo/¡hasta otra vuelta, hermano! “.

Retorno de las Libertades: Encuentros y nuevas creaciones

A Floridor, las autoridades militares de facto chilena, le levantan la pena de relegación. Se instala en Santiago y perdimos el contacto por más de diez años. Sólo cuando adviene la democracia y viajo a Chile en julio de 1990 a la ciudad de Temuco, en pleno invierno llamado por mi madre, por cuanto mi progenitor se ha agravado repentinamente, producto de esa enfermedad en que el ser humano se evade de la realidad y crea su propio mundo, como lo es el Alhzeimer. Prometo no salir de casa por la lluvia y el frío de la época. Mi padre se recupera, quizás por esos chispazo que surgen en su mente enferma y reconocer a un hijo que tampoco por su propia voluntad debió partir a otras tierras para continuar existiendo, cuando la barbarie pretendió acabar con la razón y el intelecto. Pero mi promesa debo romperla, porque el diario de la ciudad me informa que en una de esas tardes de frío y de lluvia ofrecerá una conferencia el poeta Floridor Pérez, dentro de las actividades programadas para celebrar por primera vez en libertades, el natalicio del poeta mayor, Pablo Neruda. Como a las siete de la tarde, me abrigo lo más que puedo y me acerco al lugar indicado. Y ahí se produce el otro reencuentro emotivo. Un caluroso abrazo reafirma esta amistad de años y de peripecias a que nos condujo la malignidad de la dictadura de Pinochet. El tiempo es breve: Floridor, después de su exposición poética, en el tren de la noche se enrumba a un encuentro nerudiano que se celebrará en Valparaíso. Precipitadamente hablamos de nuestras experiencias pasadas para reencontrarnos con más calma en la capital. Aparece el tren y se traga con la noche al poeta pleno de sueños y tal vez con los recuerdos de nuestros tiempos pretéritos.

Durante la década de 1990 y lo que va de la de 2000 nos hemos visto en reiteradas oportunidades, en nuestros viajes frecuentes a la patria recuperada. Por ahí, Floridor nos vinculó con el joven poeta Bernardo Reyes, habiendo participado juntos, dos veces en el Tren de la Poesía, en 1995 y el año pasado. En esos encuentros, le he referido mi paso por Venezuela, especialmente lo relacionado con la región carabobeña, comentándole mi transitar por Canoabo y Valencia, especialmente. El último poemario que me obsequió Floridor fue: “Memoria de un condenado a amarte”, editado a fines de 1993.La obra está estructurada en cuatro partes: La primera cuyo título es Memorias, y la segunda: De un condenado a amarte, la motivación es la amada, su musa de años, Natacha , convertida en esposa y madre. La tercera , Con lágrimas en los anteojos y la cuarta , titulada Trípticos son reminiscencias de la infancia, de la vida original del poeta en Chiloé, lugar donde nació y temas de variada índole que han impresionado al creador a través de la existencia.

Bienvenida al corazón de Venezuela

En la actualidad, Floridor, junto a su amigo de muchísimos años el ya mencionado poeta, nacido en la región del Bío-Bío, Jaime Quezada, dirigen el Taller Poético que la Fundación Neruda mantiene en “La Chascona” una de las residencias de Pablo, hoy convertida en centro cultural. Está dedicado, igualmente, a la docencia universitaria. En una oportunidad nos invitó a una de sus clases, donde tenía invitado a otro poeta relevante de Chile, como lo es Miguel Arteche, Premio Nacional de Literatura. Viaja constantemente a eventos poéticos nacionales e internacionales. Entre otros, fue invitado a Suecia, a la Feria del Libro de Guadalajara y a los encuentros que anualmente se realizan en Medellín.

Desde estas tierras bolivarianas, por excelencia, donde se selló la independencia de Venezuela y de América, Carabobo, le damos la más cordial bienvenida a nuestro amigo y hermano fraterno, con quien convivimos en el Antes y lo estamos haciendo en el Ahora. Floridor, has llegado a una tierra de poetas y creadores literarios, a una Universidad de Carabobo, que en tiempos oscuros para la patria nativa dio muestras de una permanente y fecunda solidaridad con miles de exiliados que arribaron a la zona, muchos de los cuales se quedaron para echar raíces, continuando con la línea iniciada hace justamente doscientos años, cuando arribó por estos lares el egregio canónigo chileno José Cortés de Madariaga, quien enviado desde Europa por el Precursor de América, Francisco de Miranda se sembró para siempre en la lucha por las libertades de la patria venezolana.

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