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Hay que cambiar la historia

El bastardo uso que de la figura de Simón Bolívar hace el Teniente Coronel, que como un maldición del pasado está acabando con Venezuela, no es nuevo, aunque si el más burdo, grosero, torpe y vulgar.

Es lamentable la manipulación que todos los militares (y algunos políticos) han hecho con la figura del Libertador con el fin de justificar su acceso y permanencia en el poder a través de la violencia de las armas.

De acuerdo al historiador Elías Pino Iturrieta; la elevación de Bolívar a la cúspide del Olimpo poblado por “Los Dioses de nuestra Independencia” comienza con el Gobierno del dictador Antonio Guzmán Blanco, quien habiendo traído sus restos a Venezuela en 1842 lo utilizó como “pasaporte” para ejercer el poder directa o indirectamente durante 22 años. La publicación en 1881 de la monografía Venezuela Heroica de Eduardo Blanco, terminó por afianzar la deificación del Libertador que ha sido el factor de influencia más negativa en la vida republicana con una exaltación del militarismo en prejuicio del poder civil que constituye la inmensa mayoría del país.

Esta utilización bastarda de la figura de Bolívar, con las variantes ocasionadas por los personajes y su época, también le sirvió de justificación al poder militar de Juan Vicente Gómez quien tiranizó a Venezuela durante 27 años y al general Marcos Pérez Jiménez, aunque por un tiempo bastante más breve. Todavía recuerdo “la semana de la patria” del dictador Pérez Jiménez cuando los colegios nos veíamos obligados a marchar militarmente al son de la “Banda de Guerra” del colegio.

Creo que es fundamental para el país que se enseñe desde el cuarto grado una “Nueva Historia de Venezuela” que humanice y desmilitarice al Libertador y a los otros actores fundamentales de la lucha, que no iba más allá de la Independencia, la cual era indispensable para poder instaurar un sistema de Gobierno no autocrático, civil y republicano, que era la intención de fondo del Precursor Miranda y otros intelectuales de la época.

Por eso es importante resaltar en esa “Nueva Historia de Venezuela“ la lucha civilista que durante el Siglo XX nos llevó a la instauración de la democracia civil que con todos sus defectos disfrutamos desde 1958 hasta 1998.

Pero hay que comenzar por desmitificar a la figura del Libertador. Que se enseñe, por ejemplo, como error humano de Bolívar la entrega de Miranda a Monteverde en 1812 después de la caída de la Primera República. A la cual, por cierto, contribuyó significativamente la caída de Puerto Cabello, plaza en que se encontraba gran cantidad de armamento de la república, y que era defendida por él. Tras este fracaso militar, Bolívar se sintió culpable, como lo refleja en cartas que dirigió luego a Miranda.

El 30 de Julio de 1812, Miranda llegó a La Guaira con la intención de partir el día siguiente en el barco inglés Sapphire, con miras a reorganizar nuevamente la lucha y regresar a lograr la independencia.
Miranda se hospedó esa noche en casa del coronel Manuel María Casas. En la madrugada despertó cuando, espada en mano, Simón Bolívar, Casas y Peña le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo entregaron al general español Monteverde. Es en esa madrugada cuando Miranda le dice a su ayudante la conocida frase: “Bochinche, bochinche. Esta gente no sabe hacer sino bochinche».

A cambio de esta entrega, el español Francisco de Yturbe le entrega a Bolívar el salvoconducto que éste le había solicitado para exilarse en el extranjero, esto con la aquiescencia de Monteverde quien afirmó: “Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con la entrega de Miranda”.

Hay diferentes opiniones en cuanto a la motivación de Bolívar para haber realizado esta acción. Pero los hechos son los narrados y no hay forma de verlo sino, como mínimo, un gran error del Libertador.
El fusilamiento de Piar, es también otro de los estigmas en la actuación política de Bolívar justificándola él como una necesidad política para evitar una guerra de “pardos contra blancos”. Es que proviniendo de la más rancia oligarquía mantuana era comprensible su actitud.

A continuación extractos del libro de Martha Hildebrandt La Lengua de Bolívar que nos da una visión que permite comprender mejor el injusto fusilamiento del mulato Piar:

I. Léxico
Pardo “mulato” se usaba desde el Siglo XVII en gran parte de la América hispana (se ha anticuado en muchas regiones, entre ellas Venezuela, el Perú y Argentina). Dice el Libertador a Rafael Urdaneta, el 2 de octubre de 1830, refiriéndose al general Ucrós y a un señor Tatis:

“Ambos a dos son dos beneméritos amigos y con influencia en el país (Cartagena): Ud. conoce al uno y al otro; y el otro es un pardo, caballero, de los más influyentes en Cartagena y amigo leal, aunque ha estado sentido con no poca justicia” (Obras, III, 468).

Pero Bolívar, así como defendía a los pardos, temía a los pardócratas y, sobre todo, a la pardocracia. El 21 de febrero de 1826 escribe a Santander desde el Perú:

“Mi hermana me dice que en Caracas hay tres partidos: Monárquicos, democráticos y pardócratas; que sea yo Libertador o muerto es su consejo. [Los amigos de Páez] han sido federalistas primero, después constitucionales y ahora napoleónicos, luego no les quedarás grado que recibir que el de anarquistas, pardócratas o degolladores”. (Obras II, 310; cfr. t. id. I, 499)

En abril de 1823 había dicho también a Santander:

“La igualdad legal no es bastante por el espíritu que tiene el pueblo, que quiere que haya igualdad absoluta, tanto en lo público como en lo doméstico; y después querrá la pardocracia, que es la inclinación natural y única, para el exterminio de la clase privilegiada. Esto requiere, digo, grandes medidas, que no me cansaré de recomendar”. (Obras, II, 114)

Ya se incubaba la guerra federal, y Bolívar no deja de estar ni un momento alerta ante el peligro de la pardocracia creciente. El 28 de junio de 1825 de nuevo dice a Santander:

“Mi hermana, que tiene mucho talento, me escribe que Caracas está inhabitable por las tentativas y amenazas de la pardocracia”. (Obras, II, 158)

El 22 de marzo de 1826 le dice a Paz del Castillo:

“de Guayaquil me han escrito cosas bastante alarmantes con respecto a la pardocracia (id. id. 340)

El 12 de mayo dice a Sucre:

“la pardocracia va ganando terreno”
(id. id. 361)

y el 8 de octubre a Santander:

“la pardocracia triunfa”
(id. id. 479)

Es lógico pensar que es por esta obsesión y temor de Bolívar hacia lo que él denominó “la pardocracia”, que Pino Iturrieta constata la contradicción Bolívar/Chávez y afirma que de estar Bolívar vivo, “se sorprendería de ver a un zambo, combinación aleatoria de indio, negro y blanco; habitando el palacio de Miraflores y hablando en su nombre”. Sin embargo en lo que no estoy de acuerdo con nuestro historiador es en la existencia del factor sorpresa, más bien creo que Bolívar vería confirmados sus “proféticos” temores.

Otra contradicción de Chávez, ocasionada probablemente por su ignorancia, es declararse Marxista solicitándole a sus ignaras huestes que lean a Marx, declarando que igual que Jesucristo, Bolívar había sido socialista-marxista, cuando lo que sigue a continuación es apenas una muestra de la posición de Marx ante Bolívar: (tomado de la página Web): Curiosidad de la Historia: Marx despreciaba a Bolívar :
En una carta fechada en Londres el 14 de febrero de 1958, Marx le escribió a Federico Engels comentando los reclamos de Daña y decía: “En lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico. Pero hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soululouque».

La sola comparación con el emperador negro Soululouque, el dictador de Haití que surgió de entre los esclavos para cometer fechorías contra su propia gente, pone a Bolívar, desde la mira de Marx, en la posición de un dictadorzuelo oportunista y demagogo que había aprendido con ventajas las mañas de la “viveza criolla” americana.

Las devastadoras opiniones con que Marx estigmatiza las pulsiones autoritarias de Bolívar constituyen hoy un colosal problema teórico y político para el movimiento marxista internacional que, paradójicamente, en Latinoamérica tiende a expresarse bajo la forma de un movimiento anti-imperialista “bolivariano». […]

Marx desmitifica con ruda acuciosidad el aura de genio militar que rodea a Bolívar y lo expone como un general calculador y cobarde al punto de calificarlo como “el Napoleón de las Retiradas” en alusión a recurrentes episodios donde Bolívar huye en plena batalla abandonando a sus soldados, como sucedió en agosto de 1814 durante un combate contra las tropas del realista Boves.

Se podrían escribir varios libros sobre las contradicciones, mentales, morales y éticas del militar que nos desgobierna, pero creo que para muestra basta un botón.

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