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Historia y arte en la galería

(%=Image(4274815 ,»L»)%) Si hay algo que caracteriza al libro del profesor y crítico de arte Roldán Esteva-Grillet, es la apuesta por agrupar en un único tomo la experiencia multidisciplinaria que contempló y estudió desde 1981 hasta 2007, con el rigor de la descripción estética e historicista. Este texto, publicado recientemente por la Fundación para la Cultura Urbana, recoge con gran agudeza las experiencias del crítico por las distintas manifestaciones artísticas que van desde las artes plásticas, el teatro, hasta las manifestaciones del dibujo. Esteva nos presenta una reflexiva mirada de variadas expresiones artísticas a través de sus ensayos y crónicas, circunscribiéndose a su importancia dentro del contexto y a su relación con los avances históricos.

Barthes, al que citamos en el epígrafe, le daba mucha importancia en su definición de crítica a la valoración que debía hacer ésta sobre la obra y a la vez hacia su propio discurso enunciativo de apreciación. Estas condiciones se erigían para Barthes como bases de una nueva y poderosa crítica, capaz de enarbolar sus propios cimientos más allá de la mirada hacia el objeto artístico. No olvidemos que la crítica es uno de los entes que legitiman o no el arte que ha sido expuesto desde las galerías, los teatros o en algún recoveco de la ciudad y que las valoraciones que ésta haga deben, como recomienda Barthes, tener como función «elaborar ella misma un lenguaje» que recoja la expresión de la obra de arte («¿Qué es la crítica?» 305).

De esta manera el trabajo de Esteva pareciera completar esta operación crítica de la obra-crítica sobre sí misma enunciada en el epígrafe, ya que establece, en la amplitud de su discurso, una mirada hacia fuera y otra, apartada, interior, de lo que va observando: «La crítica de arte (…) roza con la literatura por los cuidados que debe ponerse tanto en el manejo del lenguaje, como por la búsqueda de una expresión individual» (Esteva XVI).

Esteva traza con su libro, además de un mapa histórico-artístico, una aproximación a la sociedad a través del arte: primero con una panorámica continental, luego con una venezolana, en la cual revisa, por ejemplo, de manera documentada y con cierto humor, las controversias alrededor de una escultura de Bolívar hecha en el gobierno de Luis Herrera que levantó cierta polémica por poseer un cierto aire afeminado: «Un Bolívar gay, ¡pero qué maravilla! Ya era hora de que alguien se atreviera a hacer pública su admiración por esa faceta bolivariana que cierto culto machista al héroe de las batallas vencidas (…)» (138). Más adelante sigue explorando la imagen de Bolívar y su excesivo uso en la construcción de la identidad nacional, precedido por los datos necesarios que le permiten al lector conocer cómo se fue gestando este proceso icónico con la imagen del Libertador –»La representación pictórica de episodios de la vida de Bolívar también es muy posterior a sus ejecutorias» (163)–, para finalizar señalando que «Para todos no resulta fácil deslindar entre la crítica a un estereotipo y la defensa de una personalidad o unos valores, cuando ambos han sido manipulados por el populismo y ultranacionalismo» (167). Y en este sentido, el ensayo de Esteva cobra vigencia ante la construcción de un nuevo panorama nacional, que comenzó con la inclusión de la palabra «Bolivariana» en nuestro nombre y las sucesivas experiencias entorno a la imagen de Bolívar. Esta obra nos abre un panorama para mirar esta Venezuela contemporánea a la luz del recorrido histórico tan necesario en la construcción de una memoria común, que nos permite analizar con mayor ponderación los eventos de nuestro país.

Así también nos encontramos con la crónica sobre Damián Bayón que relata el tipo de trabajo de este crítico, a la vez que subraya «los hábitos personales en el acercamiento del arte» que poseía (35). Este apartado del libro nos sitúa ante la posibilidad de rastrear a través del propio texto las cualidades de un crítico y hasta los consejos prácticos para el desempeño de tal tarea: «Dos hábitos complementan la labor crítica: el viajar solo y el portar consigo una libreta de notas» (35).

Es así entonces como Esteva nos muestra con gran profundidad una matizada reflexión sobre el arte, sus tramas y su contexto, su lugar en el continente y en el país, sin detenerse a buscar más imágenes contra la pared, imágenes de experimentación, que hablen de los ideales del artista y del tiempo que lo produce.

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