Entretenimiento

La angustia, la zozobra y el desasosiego de estos días

Porque cuando nos arrebata el miedo nos enfurecemos.

Rómulo Gallegos: Una brizna de paja en el viento. La Habana: Selecta,952,p.58.

La inseguridad reinante es de órdago.

Francisco Herrera Luque: La luna de Fausto. Caracas: Pomaire,2002,p.103.

Una ola de pesimismo recorre al país, hay quien piensa que la nación ha llegado a su final, que nada nos espera, que nada podemos hacer, para encontrar la medicina para el mal que nos aqueja, fruto del mal gobierno de estos quince años, pero mucho más.

Hay que repetirlo: los males de Venezuela son curables, pero el único médico capaz de hacerlo somos los propios venezolanos, nadie más.

En medio de tanta angustia y desasosiego ha vuelto a aparecer un viejo mal nacional:  Augusto Mijares(1897-1979) lo llamó la “autoacusación, Manuel Caballero(1931-2010) la “autocomiseración.  Y esta está anclada cada días entre nosotros.

Esto se basa en que se cree que no hay ningún pueblo que haya paredecido lo que padecemos desde 1999, aunque sus raíces están más atrás, pero siempre en nuestro tiempo.

Cuando los venezolanos se ven tan mal parecieran no recordar lo que otros pueblos han padecido, inlcuso hechos y persecusiones peores que las que vivimos hoy. Piénsese sino en el pueblo judío, milenariamente perseguido y quien siempre ha logrado levantarse y hacer justicia, como lo hizo tras el Holocausto. Y es la suya curiosa historia, la de un pueblo que hoy solo forma el 0,2 de la población mundial y es, sin embargo, uno de los más influyentes en los destinos del mundo. Y, ello, desde la antigüedad.

Y piénsese en el sufrimiento de los pueblos que cayeron tras el puño de hierro de Stalin(1879-1953), caso de Ucrania, hoy tema politico vivo. O las naciones bálticas, o todos los oprimidos tras la Cortina de Hierro: todos un día encontraron el camino para alumbrar nuevos días.

Y los venezolanos, pese a no darse cuenta todos de ello, como se debería, por alta capacidad de olvido, por el escaso cultivo de la memoria, olvidan, mientras hablan contra si mismo, que de todas las grandes crisis que ha vivido Venezuela, siempre ha salido felizmente de ella.

Venezuela hizo esto, hay quye recordarlo: 1)se empeñó, con toda su gente y toda su sangre, en establecer la libertad en la América antes española.  Lo logró. Y tras la contienda, unidos todos los que formaban su élite, civiles y militares, pusieron andar, con bastante paz, la nación, a partir de 1830. Encabezados por el general Páez; 2) encontró una forma para poner fin a la Guerra Federal(1859-1963), allí otra vez apareció Páez,  negoció con los federales y les entregó el poder. La nueva situación se inició con el “Decreto de Garantías”(agosto 18,1863) que es la Carta Democrática de Venezuela: el sentido de la democracia está trazado en ella. Luego concretado en la Constitución del año siguiente.

Pero pese a todo la disolución siguió viva, los siete años(1863-1870) que van del fin de la Guerra Larga al comienzo del gobierno de Antonio Guzmán Blanco(1829-1899), fueron días de extrema violencia y guerras. Nuestros historiadores se han detenido poco en ese septenio. En él casi desapareció el país. Nos salvamos de cuasualidad, escribió Guillermo Morón: “las profundas raíces de la unidad de la cultura popular, la igualación social del mestizaje y los nexos con el idioma español, fueron suficientemente sólidos; tal vez también por el culto a la heroicidad, la sombra de Bolívar, el recuerdo de los héroes epónimos, un patriotismo a la antigua, convocó en las plazas públicas, en las pocas escuelas, en la voz de algunos hombres ejemplares y en la tradición popular, las escasas fuerzas de la sopberanía histórica”[1]. Eso nos salvó. Y nos salvará hoy, en el 2014, ya que aquello es nuestra identidad, la que se intentó romper sin suerte en 1999.

Pero a partir de 1870 Guzmán Blanco logró establecer la paz a rajatabla. Esta duró hasta 1892, cuando el corrupto presidente Raimundo Andueza Palacio(1846-1900), acabó con la paz guzmancista para alargar su presidencia y estalló otra vez la guerra. Desde 1892 hasta 1903 prácticamente no hubo año sin violencia. Pero apareció quien le puso fin, con armas, y mas trade, con el látigo en la mano  a la paz lograda en 1903: el general Juan Vicente Gómez(1857-1935). Nunca permitió que está fuera alterada. Sabía que sin paz nada útil se podía construir, cosa que también había sabido Guzmán Blanco, por ello legó el primer modelo del Estado Moderno que amplió y logró Gómez, gracias, también, a la aprición del Rey Petróleo.

Ya su muerte, hubo paz, transción pacífica, democracia conservadora por nueve años. Y democracia plena por los siguientes tres, a partir de 1945. Y siempre a pesar de todo siempre hemos logrado como superar los malos momentos. Cosa que nos volverá a suceder ahora, en un día no muy lejano. El caos, el desorden y la anarquía, signo de la neo- dioctadura chavista no puede durar mucho tiempo.

Pero hay que organizarse, seguir en la lucha por la unidad, pese a sus dificultades, buscar la forma pacífica, constitucional y electoral para abrir de nuevo el camino de la democracia que es el de Venezuela, es nuestro sistema de vida. Está arrigado a nuesras almas. Lo que vivimos desde 1999 constituye un haito en nuestra vida colectivo, lo que hemos visto no es Venezuela.

Sabemos que vivimos una gran disolución pero renaceremos, pero lo haremos con organización. Y, desde luego, con sacrificios, sin dolor, que es el horno en que crecen los seres humanos y los pueblos, la alborada deseada no llegará.

Si hemos salido de los más difíciles momentos y hemos encontrado los modos de lograrlo lo haremeos de nuevo, hay que porfiar en ello.


[1] Guillermo Morón: Breve historia de Venezuela. Madrid: Espasa Calpe,1979. 291 p.La cita procede de las p.181-182.

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