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La crisis de Crimea llega también al arte

EFE.-Cuando en febrero pasado los objetos arqueológicos llegaron a Holanda tras haber pasado por Bonn, la pinacoteca tenía claro que su devolución en agosto próximo pasaría por la capital ucrania, que los haría llegar a sus lugares de origen: cinco museos ucranianos, cuatro de ellos de Crimea.

La anexión de la península de Crimea por Rusia el pasado marzo cambia las cosas, poniendo al museo en una difícil coyuntura sobre si devolver las piezas a Ucrania o a Rusia, ya que ambos países las reclaman.

La entrega de esos tesoros arqueológicos se ha transformado así en un símbolo con el que se pone a prueba la legitimidad del cambio de soberanía de Crimea tras un referendo considerado «ilegal» e «ilegítimo» por la comunidad internacional.

«La devolución de los objetos a Crimea implica la conformidad con el nuevo ‘status quo’, algo que la comunidad internacional no desea», valoró en declaraciones a Efe, Jan Melisse, experto en cuestiones diplomáticas del Instituto Clingendael de Relaciones Internacionales de La Haya.

Agregó que esa «devolución a Ucrania parecería lo más evidente bajo el punto de vista europeo, pero tampoco es una opción porque Rusia y Estados Unidos intentan buscar una solución diplomática al conflicto por Crimea», al tiempo que subrayó la complejidad jurídica de la disyuntiva.

El museo, interesado más en la carga cultural que política de la muestra, reconoce que se trata de una cuestión compleja que va a requerir su tiempo.

Junto al ministerio de Exteriores holandés, han iniciado una investigación jurídica que dé respuesta al vacío legal sobre la propiedad de las obras.

«Es una cuestión jurídica compleja que estamos estudiando y para ello nos tomamos su tiempo», declaró a Efe el portavoz de la Universidad de Amsterdam, que gestiona el museo, Yasha Lange, al tiempo que recordó que el préstamo está vigente hasta el próximo mes de agosto.

Ante las acusaciones de Rusia de que Holanda podría usar la coyuntura para quedarse con los objetos, el museo es contundente: «todos serán devueltos, aunque hay que saber a dónde», afirmó Lange.

El Allard Pierson, uno de los museos menos visibles de la capital holandesa, se ha visto mezclado en esta polémica por una casualidad temporal, ya que hasta el pasado febrero era la ciudad alemana de Bonn la que exponía la herencia arqueológica en Crimea.

«Esta situación es única y no la podíamos prever», expresó el portavoz, reconociendo que la situación les ha pillado por sorpresa.

Los amantes de la arqueología esperan en todo caso que el interés político haga incrementar el cultural y la exposición se transforme en una de las más visitadas en Holanda.

La muestra enseña casi un millar de objetos arqueológicos, entre joyas de oro y plata, vasijas y otros ornamentos, que recuerdan a Crimea como el territorio de asentamiento de diferentes culturas que fue en el mar Negro, y que atrajo a culturas tan dispares como griegos, escitas, godos, hunos, indo-iraníes, eslavos, tártaros y armenios.

«La historia cultural de Crimea nos presenta una parte de Europa desconocida, una región que une Europa con Rusia y Asia e incluso por medio de la ruta de la seda, estuvo ligada a China», señaló el director del Allard Pierson, Wim Hupperetz, en el catálogo de la muestra.

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