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Literalia: Una autora y un libro inexplicablemente silenciado

UNA CREADORA

Nos parece un hecho literario inexplicable que aun entre nosotros no se haya dado el lugar que posee nuestra escritora Milagros Mara Gil(1951) quien es una de nuestras mejores novelistas desde que dio a la luz su primera novela La casa en llamas(Caracas: Fundarte, 1989. 261 p.) de la cual tuvimos el privilegio de ser su editor. A esta siguieron otras tres novelas certerísimas y bien alumbradas Memorias de una antigua primavera(Caracas: Fundarte, 1989. 261 p.), Mata el caracol(Caracas: Monte Ávila Editores, 1992. 157 p.) y El diario íntimo de Francisca Malabar(Caracas: Monte Ávila Editores, 2002. 219 p.) a la que dedicó la crítico Luz Marina Rivas parte de su tesis doctoral La novela intrahistorica, tres miradas femeninas de la historia de Venezuela(Valencia: Universidad de Carabobo, 2000. 186 p.) en la cual analiza la obra de Milagros Mata Gil junto con la de otras dos figuras también esenciales de nuestras letras Ana Teresa Torres y Lauara Antillano. Esto muestra la singularidad de su obra.

 

UN DIARIO IMAGINADO

Es por lo que hemos señalado que deja de llenarnos de extrañaza el silencio que se ha mantenido en torno a su novela El diario íntimo de Francisca Malabar, una obra que fue ya conocida y elogiada por la crítica cuando aun estaba en manuscrito, el cual pasó de mano en mano y produjo análisis críticos comprensivos y estimulantes, entre ellos el examen de la profesora Rivas, la mayor autoridad hoy en día en aquello que escriben nuestras mujeres en el campo de la ficción.

Y decimos que llama la atención porque El diario íntimo de Francisca Malavar es novela bien hecha, bien cernida, dura, áspera, tensa, desgarrada, valiente.

En ella un novelista encuentra una serie de textos concebidos por una escritora, Francisca Malabar, ya muerta y los ordena para su publicación (p.120,147,153,208,211). Francisca fue una creadora consciente de su vocación: “un escritor verdadero debería esforzarse, más allá de sus propias fuerzas. ¿Más allá, en verdad?…Un escritor escribe desde su tierna juventud. Malgasta los cuadernos de la escuela. Enfrenta la censura familiar…el escritor lee hasta que los ojos se le erosionan. Admira a otros escritores. Sufre terribles depresiones…Y el escritor va creciendo en santidad y sabiduría desde su adolescencia…y un día prodigioso comienza a crear, empollar la gran obra que no lo deja comer ni dormir, ni hacer el amor. Abandona cualquier distracción: los estudios, el trabajo…Lo que importa es alcanzar la inmortalidad. Lo que importa es crear”(p.35).

 

ESCRITORES

Un paréntesis: Por cierto está que hemos citado, tomada del Diario íntimo de Francisca Malabar, es una de las grandes definiciones de la vocación por escribir que se han dado en las letras venezolanas, tan honda como la de maestros de nuestra expresión escrita como Arturo Uslar Pietri(1906-2001) en Las nubes(Caracas: Ministerio de Educación, 1951.2389 p.), “De esa hora turbia, en la que el escritor toma en la mano transida la arcilla de crear, quedan, como la imagen espectral de una lejana combustión de estrella los manuscritos. Están allí marcadas las reveladoras huellas del delirante minuto, la angustiada trama que tejió una frase eterna o la perpetua visión de un rostro humano, y al verlos le parece a uno que se asoma a la hora secreta de la creación, que logra sorprender subrepticiamente al escritor…hasta podría adivinar el secreto ritual del escritor”(p.165). Tanto que el mismo Uslar llegó a expresar, en la presentación de sus Obras selectas(Madrid: Edime, 1953. XVI,1383 p.): “Lo que un escritor tiene que decir, ha decirlo en sus obras. Lo que se le ocurra decir después sobre sus obras difícilmente pasará de ser añadidura, glosa o repetición, y en general, cosa reiterativa y sobrante, si es que la obra original ha nacido de una necesidad verdadera de expresión”(p.XI). Es lo que anotó Guillermo Meneses(1911-1978) en sus Espejos y disfraces(Caracas: Editorial Arte,1967.101 p.), “El hecho de ser escritor, la certeza de tener la vocación de escritor, reside en la creencia errónea, o verdadera, de poseer un instrumento especialmente destinado a comprender el mundo y a expresar esa comprensión”(p.7) y muy cercana, por ejemplo, de la que dio el búlgaro Elías Canetti(1905-1994), Premio Nobel(1981): “Un escritor sería…alguien que otorga particular importancia a las palabras: que se mueve entre ellas tan a gusto, o acaso más, que entre los seres humanos; que se entrega a ambos, aunque depositando más confianza en las palabras; que destrona a éstas de sus sitiales para entronizarlas luego con mayor aplomo; que las palpa y e interroga; que las acaricia, lija, pule y pinta y que después de todas estas libertades íntimas es incluso capaz de ocultarse por respeto a ellas. Y si bien a veces puede parecer un malhechor para con las palabras, lo cierto es que comete sus fechorías por amor”(La conciencia de las palabras.  México: Fondo de Cultura Económica,1982,p.353). Tanto que el escritor, como dijo el maestro mexicano Octavio Paz(1914-1998) no es otra cosa que el traductor de lo que los demás sienten y no saben expresar por escrito, el escritor es el descifrador(Los hijos del limo. Barcelona: Seix Barral,1974,p.106-107). Y ello porque como reitera Meneses, en el mismo precioso libro suyo que hemos citado más arriba: “Para que los hombres corrientes, para quienes el arte no es condición expresa de las actividades cotidianas, lleguen a comprender exactamente el mundo en el cual viven, ha sido necesario, en todo momento que el artista se haya adelantado cortésmente y haya abierto las puertas que ocultaban la verdad”(p.88), aquí artista es sinónimo de escritor también, no casualmente nuestro novelista examina, en ejemplar ensayo, las figuras de un pintor y escultor, el mayor de todos los tiempos, Miguel Ángel Bounarrotti(1475-1564) y un creador literario, aquel poeta sin par llamado William Shakespeare(1564-1616), ambos nacidos el mismo día, muerto el bardo inglés también el mismo día que Miguel de Cervantes(1547-1616). Es lo mismo que hace Paz al considerar descifradores a los poetas, cosa que se puede atribuir a los creadores que lo hacen con la palabra escrita, quizá porque, como dijo Jorge Luis Borges(1899-1986), “todo es literatura, el resto es silencio”(Obras completas. Buenos Aires: Emecé,1974,p.9).

Y ello porque escribir es, como escribió John Maxwell Coetzee(1952):  “¿No es en sí la escritura cuestión de meditar, de pensar, de repensar y vuelta a empezar?…Por supuesto que sí. En eso consiste la escritura: en meditarlo todo a la enésima potencia”(Hombre lento. Barcelona: Mondadori, 2005,p.224). Tanto que sabe que todo interviene, cuerpo, alma, lecturas, en el acto de escribir, como advirtió José Ortega y Gasset(1883-1955): “Todo escritor pura sangre sabe que en la operación de escribir, lo que se llama escribir, interviene su cuerpo con sensaciones muy próximas a las voluptuosas.¡Quién sabe si en alguna porción y medida, el escritor escribe como el pavo real hace la rueda con su cola y el ciervo en otoño brama¡”(El tema de nuestro tiempo. Madrid: Revista de Occidente,1981,p.37. Los subrayados son del propio Ortega). Y además, como lo logra en El diario íntimo de Francisca Malavar Milagros Mata Gil, siempre el creador desea concebir obra nueva, tal lo indicó Voltaire(1694-1778), en 1759, en las páginas nada menos de su Cándido: “hay que ser nuevo sin ser extravagante, a menudo sublime, y siempre natural; conocer el corazón humano y hacerlo hablar; ser gran poeta sin que jamás ningún personaje de la obra parezca poeta; dominar perfectamente su lengua, hablar con pureza, con una armonía continua, sin que nunca la rima sea en menoscabo del sentido”(Cándido. Barcelona: RBA,1999,p.68). Y escribir es una destino, en el cual se entrelazan vocación y profesión, solo un hecho puede ponerle fin, como dice también Coetzee: “Ciertamente la muerte puede ser el último gran enemigo de la escritura, pero escribir también es el enemigo de la muerte”(La edad de hierro. Barcelona: Mondadori, 2005,p.133).

 

VOLVIENDO AL DIARIO ÍNTIMO

Debemos volver a subrayar: Francisca es una creadora consciente de su oficio: “Escribía, releía con cuidado, buscaba los sinónimos que favorecieran la resonancia. Cortaba las oraciones muy largas, medía los párrafos”(p.61).Tenía conciencia de la dificultad de ser reconocida mientras estuviera viva(p.68-69).

Entre los textos que haya el recopilador de esta novela están también los fragmentos para la escritura de una autobiografía y están también los retazos escritos para una novela sobre los guerrilleros de los sesenta, la cual es colocada a la sombra de Che Guevara(p.87), “Este amigo quijotesco hasta la inocencia”(p.175). Piensa al decirlo en ciertos pasajes de su Diario de Bolivia. Y leemos esto porque está novela forma parte de la familia de libros surgidos entre nosotros como consecuencia de la lucha armada de los años sesenta, proceso frustrado, del cual la autora del Diario, que no la escritora, quien es otra persona, está plenamente consciente, lo podemos vilumbrar en la p.139.

Francisca escribe para garantizarse su “inmortalidad biológica”(p.88).

La entraña de esta bella y tirante obra la encontramos en varios de sus pasajes. Tal cuando leemos: “¿quiero escribir una autobiografía? ¿Para qué?. Quizá, como decía Lou Salomé(1861-1932): para lanzar una lenta, sensual mirada retrospectiva a los años vividos”(p.12); ¿”Para que quiero escribir esta autobiografía? ¿será cierto que tendré un cómplice, alguien que justifique la exhibición de mis fantasmas, el sacrificio de mi intimidad, el streap-tease moral y el desgaste de mis fechas?…Creo que es el deseo de detener el tiempo, y no el egocentrismo, lo que me lleva a escribir estos textos…Esto apenas es un Diario”(p.13), confesión íntima, “yo había venido con mis preguntas y mis incertidumbres y mis dudas”(p.53) por eso quería dejar constancia escrita de su vivir, “pero yo si quiero escribir estas Memorias ni siquiera de antiguas primaveras: aceptar todas mis miserias”(p.95), ver a través de la escritura, de los intentos de dos libros redactados al margen del diario “mis oportunidades de crecer”(p.103). Por ello denomina al diario “estos textos clandestinos” (p.112), “¿Es esto parte de una novela o es mi propia, descarnada vida?”(p.190) se pregunta.

Hay varios tópicos que hallamos en esta novela en la cual nos interesa detenernos. Ellos nos presentan el corazón de esta ficción. Esos asuntos son la consideración de la feminidad, lo concerniente al diario, las disquisiciones sobre los guerrilleros, la mirada al país.

En cuanto a la mujer, lo femenino, el feminismo estamos ante la entraña de este libro.

Francisca es una mujer de nuestros días, nacida en 1950(p.46), quien escribe su relato en la plena madurez de sus cuarenta años.

¿Y como es ella?. Es una mujer sola, angustiada, desesperada, escéptica, con profundos miedos, quien vive constantes depresiones, quien vive muchos hechos que la llevan a llorar, consciente de su sexo y de sexualidad, incomprendida, quien busca el amor.

Francisca está sola, ”soledad bastante discreta. Signo de los tiempos”(p.118); “me vi en el espejo y supe que aún era hermosa y deseable. Sin embargo, estoy sola”(p.150); está angustiada(p.129), buscando las “oportunidades de crecer”(p.103), sabe que ”Mientras pueda escribir, sé que no estaré perdida del todo”(p.153).

Está desesperada, ”Esta mañana desperté y el abismo estaba allí”(p.189); escéptica: ”¿Qué se hizo de mi generación y de las esperanzas que abrigamos?”(p.139).

Tiene profundos miedos(p.74), sufre constantes depresiones, llora mucho(p.78).

Francisca es una mujer consciente de su sexualidad, de su cuerpo, de su piel, ”abertura, raja, huequito rosado, centro de pétalos de carne, palpitante túnel”(p.47), “Coñito protector y lúbrico. Coñito lúdico. Seguro y traidor refugio. Hogar de oscuras y luminosas tonalidades”(p.47).

Y está clara en su feminidad, “lo redondo, mullido, carnoso, rosáceo, tibio y sensual”(p.70).

Pero es una incomprendida, casi desde la niñez, “La palabra anormal siempre me rodeó”(p.20). Díscolos le gustó mucho llamar en los tiempos de la infancia de Francisca a los niños sensibles y buscadores de lo que estaba más allá del lugar donde estaban. Y eso porque “hasta entonces yo había demostrado tener un temperamento violento, una errática voluntad de aventura y libertad que iba desde el encerramiento hasta la apertura hacia espacios al aire libre”(p.30). “Y supongo que era una niña extraña”(p.32). “Pero en general, yo era una niña solitaria…Entonces me refugiaba en la lectura”(p.33).

Francisca siempre buscó el amor, sin embargo los hombres pasan por su vida, a veces sin dejar huella(p.184), peor para ellos.

Francisca tenía mala salud desde la infancia, ¿dolencias psicosomáticas dada su extrema sensibilidad?, se pregunta el lector de esta obra tan plena.

“Tu estás destinada a conseguir cualquier cosa que quieras, pero tendrás que pagar muy altos precios por ello”(p.14) le dijo un ángel. Decía don Andrés Bello(1781-1865) que la Virgen de las Mercedes, de su Caracas natal, le había dicho, cunado se arrodillaba a orar en la iglesia que quedaba frente a su casa, que sería famoso pero que pagaría el precio con  la vida de varios de sus hijos. Y así fue.

Las realizaciones de Francisca, ser creador por encima de todo, es la escritura. En ello se le va la vida.

Poco entendida en la niñez y adolescencia, reitera Francisca en su diario, “a los dieciséis años, a los dieciocho, yo era como un animal salvaje peleando denodadamente por el derecho a la sobrevivencia. Tenía muchos amigos y amigas. Aprendí a reír con dureza, a ironizar impíamente. Mi época era la de los cambios: los terribles 60”(p.12). Por ello se confesaba en el soliloquio del diario: “soy la mujer que busca y que quizá encuentra”(p.199). Pero está, casi cada día, en el pozo del desasosiego. Por ello escribe, para salvarse, “Pero yo tengo bastante con hacer el intento de escribir una novela, un relato, cualquier cosa escribible y que me salve del pozo de la locura. Abismo al que temo y aun temiéndolo me arrimo»(p.195). Tanto que “ningún hombre puede entender los sufrimientos por los que pasa una mujer sola”(p.112), “porque en este mundo la condición de mujer es siempre determinante y si una mujer hace un trabajo, por muy hermoso y perfecto que esta sea, siempre es vista como un animal parlante por la sociedad, y a veces no lo puede resistir, como en el caso de Virginia Woolf(1882-1941, por ejemplo, Silvia Plath(1932-1963), por ejemplo, o Alejandra Pizarnik(1936-1974), o Isidora Duncan(1878-1927), o Marilyn Monroe”(1926-1962), cuatro de ellas suicidas(p.16-17). Isadora Duncan murió en el colmo de la depresión.

Para salvarse Francisca escribió su diario para desenmascararse: “Tengo algunos recuerdos, algunos sueños y algunas versiones dadas por otras personas. No se si eso basta…lo peor de la soledad era no tener con quien compartir los recuerdos”(p.11).

Sobre los guerrilleros de los sesenta y setenta escribe. Desea componer una novela sobre ellos. Pero sabe de su frustración, comprende a donde fueron llevados por dirigentes sólo ansiosos de gobernar, como aquellos que se lanzaron en paracaídas sobre Miraflores y aterrizaron en una cárcel. Y todo esto lo comprende Francisca. Por ello consigna en su diario relato “el asunto no podía ser solamente tomar el Poder, sino cambiar internamente”(p.23). Y sobre quien los llamó a hacer, a concebir y coronar la aventura de ser hombres sugiere: “No puedo captarte, Che(1928-1967), porque eres evanescente como un Sueño”(p.28). Y todos fracasaron. “La historia demostró que la revolución sandinista(1979) no había sido tal: sólo gestualidades épicas, incapaces de sostener con puro romanticismo la necesidad de cambios radicales en la vida de la gente. Y todos los demás movimientos guerrilleros se fueron agotando, se fueron consumiendo a sí mismos, destrozándose, comiéndose sus propias entrañas”(p.55).

Y sobre la nación en que está radicada, donde los guerrilleros también fracasaron, acota sobre “la mezquindad de este enclave petrolero”(p.180), “ya se sabe que la corrupción es el modus vivendi de este sistema, y un individuo que la impide es altamente subversivo”(p.177).

Novela en la novela, El diario íntimo de Francisca Malabar nos comunica cuando lo organizamos mentalmente, tras su lectura demorada, una visión desgarrada y llena de certeza del país actual, una nación que pese a sus experiencias dolorosas, no se han podido poner de acuerdo sobre cuál debe ser el país a construir, cuál debe ser el camino para su felicidad y la de sus gentes. De allí la angustia y el desespero que esta honda novela nos comunica.

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