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Madame de Staël (1776-1817)

LA VOZ CON ACENTOS ROMÁNTICOS

Madame de Staël comenzó a escribir bajo la influencia de las doctrinas filosóficas del siglo XVIII, pero recibió las ideas del Romanticismo que se anunciaba. Es, con Chateaubriand, la precursora del Romanticismo francés. Ambos proceden, más o menos, del estilo retórico y declamador de Jean-Jacques Rousseau.

Anne-Louise Germaine Necker , baronesa de Staël-Holstein, más conocida como Madame de Staël nació en París el 22 de abril de 1766 y falleció en la capital francesa el 14 de julio de 1817. Hija del banquero y ministro de Finanzas de Luis XVI Jacques Necker. Era muy joven cuando asistía al salón literario de su madre, donde mostró muy buen juicio y conoció a relevantes personalidades de la época, tales como, D’Alembert, Bufón, Chamfort y Grimm. En 1786 contrajo matrimonio con el embajador de Suecia en Francia, Eric Magnus, barón de Staël-Holstein, de quien años después se separó. Brilló en la corte de Luis XVI y bajo el Directorio gozó de gran influencia; en sus salones se reunieron todas las personalidades políticas y literarias de la época. Tomó parte activa en la Revolución Francesa y tras la caída de la monarquía abandonó París, en 1792, y viajó por Gran Bretaña y Suiza, en este último país conoció a Benjamin Constant de Rebecque, con quien mantuvo, hasta 1808, una compleja relación sentimental. Regresa a su país, en 1795, y tras un nuevo exilio, se instaló en París en 1797, mostrándose fascinada por la figura de Napoleón, que se mostraba desconfiado de las ideas liberales de la intelectual francesa, y cuando ésta apoyó a su amante Constant en su oposición al déspota, se vio obligada a exiliarse nuevamente desde 1800 hasta 1810. Tras enviudar se casa nuevamente, en 1802, con John Rocca, un joven militar suizo. En sus exilios alternó las estancias en el castillo Coppet, con viajes por Europa, en los que conoció a Goethe y a Schiller. Tras la Restauración regresa a Francia. Todo ello contribuyó a dar a la escritora un sello de cosmopolitismo que la hacía hallar demasiado estrechas las ideas de los franceses de su tiempo.

Madame de Staël, publica en 1800, De la literatura considerada en sus relaciones con las instituciones sociales, en la que examina la influencia de las costumbres, de las leyes y también del clima de los pueblos sobre la literatura. Autora de dos grandes novelas, Delfina (1802), sobre la opresión de la mujer, y Corina o Italia (1807), novela cosmopolita, como su obra capital la titulada Sobre Alemania, que, estando a punto de publicarse en París en 1810, fue destruida por la policía como peligrosa y, al fin, vio la luz en Londres, en 1813. Es una obra llena de audacia, de observación, de estudio, de ideas reformadoras entonces, que, por parecer antifrancesas a la autoridad, causaron el destierro de la autora. Fecundísimos fueron los resultados de aquel libro que exhibía en Francia, con verdadero respeto y cariño, las costumbres, la historia, la literatura, la filosofía, cuanto de interesante podía ofrecer al mundo la Alemania de entonces. “Muy bien podría ocurrir –decía la autora- que una literatura que no estuviera conforme con nuestra legislación del buen gusto, contuviese las nuevas ideas con las cuales pudiéramos enriquecernos, modificándolas a nuestro modo”. Y añadía: “La esterilidad de que está amenazada nuestra literatura induce a creer que necesitamos una savia más vigorosa que nos renueve”. Aquella mujer de visión genial y de férrea voluntad, hablaba de la nueva escuela, y explicaba los autores con que contaba en Alemania. A la ligereza con que todo eso se trataba en Francia, en nombre del buen gusto, oponía una observación detenida de lo que ella estudió a fondo sobre el terreno. Hoy el libro queda anticuado; pero en su tiempo fue una revolución. Póstumamente se publicaron Consideraciones sobre los principales acontecimientos de la Revolución francesa (1818), inacabado y Diez años de exilio (1821).

La actitud intelectual y su producción literaria fueron fundamentales para el desarrollo del romanticismo francés merced a dos de sus obras De la literatura… en la que sostiene que las obras de arte deben juzgarse en relación con el carácter nacional y la evolución histórica del pueblo en que se ha producido, y Sobre Alemania, revelación para los lectores franceses de una literatura nueva y distinta, de claro signo romántico. Y como dijo la precursora del romanticismo francés: “El amor es la historia de la vida de las mujeres y un episodio en la de los hombres”.

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