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Medio siglo con Dinner in Caracas de Aldemaro Romero

A partir de 1955 una generación ya quinceañera y las siguientes, reciben ese disco de larga duración como un milagro llegado del cielo mismo. Para medio millón de caraqueños, entre los nativos y continuos inmigrantes, su portada de sofisticado cartón amarillo confirmaba la urgencia de un necesario tránsito desde aquel apacible tejado rojo a ciudad capital de esta Menelandia. Toda aquella sabia improvisación de variantes sobre lo aquí ya establecido en música, implicaba el derecho al cambio, la obligación de escoger y rebelarse frente a leyes que limitaban la creatividad libertaria. Como siempre, el arte registró a tiempo y acaso anticipó la apertura vital del civilismo que luchaba en la Resistencia y que en efecto, poco después, a muy duro costo, reconquistó el poder político de la democracia vulnerada por diez años militares.

Criados en el picoteo donde Billo Frómeta desde la rockola y el tocadiscos movió sus caderas al ritmo irresistible de su magnífica orquesta permitiendo la caricia pública del baile, sólo un grupo citadino había disfrutado a la también irrepetible de Luis Alfonzo Larrain que desde la sensual cadencia de su jazzeo, los hacía fantasear con Hollywood y otros mundos foráneos. Mientras tanto, eran oyentes de emisoras casi clonadas en una sola que obediente a un tácito nacionalismo dictatorial difundía con preferencia el folclore del arpa, cuatro y maracas, universo campesino transferido a la urbe por el Maestro Juan Vicente Torrealba y sus voces en tono de liquilique, Mario Suárez, Héctor Cabrera, Magdalena Sánchez, Rafael Montaño, Adilia Castillo .

En 1952, un músico de talento precoz, carabobeño de 22 años, nacido en el Cerro El Zamuro de Valencia, adiestrado desde su casa paterna en bandas rurales, salas de baile y estudios de radio, atiende el llamado que desde New York le hace Alfredo Sadel, ya contratado por la RCA VICTOR , para que lo secunde en sus grabaciones. Entonces se lleva sus atrevidos arreglos, renueva su destreza en el pianismo acompañante con los artistas más famosos de la época y se activa en el reto de modernizar la música tradicional venezolana. Fue así como Alma Llanera, Dama Antañona, La Reina, Adiós a Ocumare, Conticinio, Endrina, Fúlgida Luna, Besos en mis sueños, La Serenata, Luna de Maracaibo, Sombra en los médanos y Barlovento, desde ese LP integraron el acervo criollo al repertorio de audiencia internacional versionados para orquestas de salón, batiendo los records de venta de la industria discográfica americana del momento. Después el programa se amplió con piezas que lo incluyen como el gran compositor de Quinta Anauco, Catuche, De Conde a Principal, Carretera, El Catire y otras más de doscientas piezas populares.

Hoy, a sus setenta y siete años, prosigue tenaz en la creación del género clásico divulgado desde múltiples conciertos que dirige en el país y el exterior. La biografía personal y profesional de este pionero, fundador y director de orquestas nacionales, configura un protagonismo digno de novela, tesis y toda evaluación que sitúe en justo lugar su vasto quehacer y al ser vulnerable y resistente, frontal y soñador a la vez, por sobre todo sensiblemente humano y sin ambages, cuyo genio, disciplina y tenacidad nos insertan en la creatividad sonora del arte contemporáneo.

Dinner in Caracas inauguró el fenómeno que en cincuenta años, proyectó Poco a poco, la dimensión universalista de la música venezolana del siglo XX, luego reforzada como si fuera De repente en el sello de su ritmo original “Onda Nueva” cuando Caracas ya era Doña Cuatricentenaria. Por mucho tiempo Venezuela liderizó la exportación de petróleo, beisbolistas y reinas de belleza. Si hoy es un imperio musical de estilo cosmopolita, proyectado en forma calificada y progresiva, desde todas las vertientes de la música popular y académica, en formato para solistas, conjuntos y corales, la semilla de esta victoria radica en aquel novedoso “long play” de 33 y bastante más revoluciones por minuto.

Y la actual colectividad urbana, bien consciente de esa importante historia, lo celebra el próximo domingo 19 de Junio en el Aula Magna de la UCV a las once a.m. con el propio Maestro Aldemaro Romero como Director Invitado de la Orquesta Sinfónica Municipal dirigida por Rodolfo Saglimbeni junto al grupo vocal Onda Nueva en producción de Jacques Braunstein. Por supuesto, será en el Aula Magna de la casa que vence las sombras… otra vez. Y el emblema de esta convocatoria es la libertad sin adjetivos.

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