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Mons. Óscar Arnulfo Romero

Así, la causa de la beatificación de Monseñor Romero acaba de ser desbloqueada en estos días, según informa el arzobispo Vincenzo Paglia, quien es el postulador de la causa de santificación de Romero, y quien confirmó que se había reunido el pasado sábado, 20 de abril, con el Papa y que la decisión pontificia de seguir adelante con el proceso de canonización del llamado “obispo mártir” había salido de dicho encuentro.

La autorización dada por el papa Francisco es una señal fuerte para todo un sector del clero latinoamericano que, sin estar comprometido con las posiciones más radicales de la Teología de la Liberación, ha actuado a favor de los más pobres, a veces corriendo riegos. El presidente salvadoreño, Mauricio Funes, visitará al Papa Francisco, en la Santa Sede, en este mes de mayo, para agradecerle personalmente sus gestiones a favor de la beatificación. “Noticia que, según él, renace la esperanza de ver reconocida la figura de nuestro obispo mártir, quien entregara su vida por los pobres y desamparados de El Salvador”.

Antes de ser asesinado, Romero era tildado como “cura comunista” por los generales, coroneles, políticos y empresarios de ultraderecha que formaban parte de agrupaciones nacionalistas y anticomunistas. Sus denuncias contra la violencia armada, incluida la incipiente guerrilla, fueron cada vez más constantes. Le llamaban “la voz de los sin voz”. Monseñor Romero era un obispo moderado, pero bastante cercano a las corrientes más a la izquierda de la Teología de la Liberación. Su asesinato lo convirtió en un ícono en los medios progresistas. Monseñor había denunciado el hecho de que los campesinos salvadoreños, autorizados para tomar posesión de las tierras gracias a la reforma agraria, hubiesen tenido que enfrentarse a gente armada, y puso a su disposición la radio de su diócesis.

El 24 de marzo de 1980, Óscar Arnulfo Romero es asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia. En ocasión del XX aniversario de su muerte, en el año 2000, tuvo ocasión la creación de una Fundación Monseñor Romero, así como la propuesta de beatificación que cuenta con el apoyo de católicos de muy diversos países, una forma de reivindicación del papel que desarrolla una parte importante de la Iglesia Católica en América Latina. Sus últimas palabras, antes de sonar el fatal disparo que oímos, consternados, en la ciudad de Monza, fueron: “…Que este Cuerpo Inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimenten también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo.”

Cuando el desencanto parece enseñoreado en cada hombre y cada pueblo, que un único dolor nos hermane; una única luz nos imante; que sólo el amor común nos santifique y nos una el mismo delirio. Menos fuerza para la guerra; más valor para la paz.


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