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Nina Crespo cumple 101 de vida: un prodigio libre de vanidad

Durante períodos de mi existencia los misterios por Ninón me acompañaron: ¿Estará viva? ¿Por qué se conoce poco su obra? ¿Importancia de su caricatura? ¿Su duda entre el paisaje y el retrato? ¿Cuáles coleccionistas albergan sus obras? ¿Por qué su obra no se exhibe en nuestros museos? ¿Cómo fue su relación con los creadores de su tiempo? ¿Por qué la materialización de su proceso creativo se paralizó en los años cincuenta? ¿Cuál fue su aporte al periodismo latinoamericano? ¿Por qué fue tan celebrada por la intelectualidad de otrora? Varias interrogantes fueron aclaradas cuando Luis Segwick Báez, crítico de cine y familiar de ella, me indicó que estaba bien, pero con las huellas evidentes tejidas por los años. Le propuse presentármela para tener la oportunidad de conversar sobre su enigmático y mágico mundo. Él aceptó.

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Después de meses de espera el encuentro con Ninón, menuda y vivaz, se realizó el 07 junio de 2005 en la quinta Pimpinela en Las Mercedes, aderezado con un rico ponche de crema y un perceptivo entorno del pasado. Parte de la conversación fue publicada el 22 de enero de 2006 en el diario Últimas Noticias, para conmemorar sus cien años de existencia creativa, llenos de luz, color y chispa de humor cíclico.

Hoy, Nina Crespo o Ninón, sigue habitando sus espacios íntimos con escasos recuerdos de su periplo existencial; pero espera puntualmente, y sin prisa, cumplir sus ciento un años de vida.

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I

Ana Jacinta Crespo Báez, Nina para sus seres queridos y Ninón en el ámbito artístico, nació en El Paraíso, como Adán y Eva, y se crió entre el Palacio de Miraflores y la Villa Santa Inés, en Caño Amarillo, Caracas, el 24 de enero de 1906. Nieta del General Joaquín Crespo e hija del coronel Estatio Crespo y Elvira Báez de Crespo, quienes tuvieron siete hijos. Cercana a cumplir ciento un años de vida, sabe que todo ha quedado en el camino de la socialización amorosa con gente que ya no recuerda y su tiempo vital transcurre, con ciertos chispazos lucidos de su “penthouse”, así llama a su cerebro, con su hermana María Cristina (Pimpa). Ésta, de 88 años de edad, ex bailarina de flamenco, funge en breves ráfagas como la “voz” y la “memoria” de Ninón.

El primer trazo conocido por Ninón fue “una vaquita, según mi madre, porque yo no me acuerdo de ello. Copié la vaquita de una lata de mantequilla danesa Brunn. Así descubrieron mi vocación artística”. Ninón publica en 1923 la primera caricatura del doctor Luis Razetti (“Era sólo una calva, una nariz y una mandíbula prominente”), en la revista Billiken, estimulada por su padre y Lucas Manzano, y la última, en 1990, aunque realizada en el 86, del ex Presidente Jaime Lusinchi. Su trazo, inteligencia y encanto tuvieron cabida en Elite, desde el primer número, donde cristalizó su inquietud por la palabra y el arte pictórico. “Tristeza me da no haber sido escritora”.

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La exposición de caricaturas, realizada en 1927 en el Ateneo de Caracas, le permitió a Ninón ser loada por su talento artístico hasta finales de los años cincuenta. De autodidacta pasó a estudiar pintura en España por recomendación de Tito Salas a comienzo de los años treinta y a finales de la década regresó al país. Allá tuvo como maestros iniciales a Ignacio Zuloaga y Zabaleta y Enrique Martínez Cubels. Salvador Dalí fue, entre otros, su condiscípulo. Según sus susurros: “Me retiré de la actividad artística pública porque no estaba a la altura de lo que se estaba haciendo. Yo era muy académica”. En esos años emergía con fuerza el abstraccionismo geométrico.

II

¿Cómo se siente llegar a cien años?
¡Como un clavo!
¿Por qué le da pena hablar de usted?
Porque es una tontería, uno no va a hablar mal de uno.

¿Ha seguido pintando?
Ahora no, desde que vine de España pinté algunas cosas, pero hace tiempo que lo dejé.

¿Por qué regresó de España?
Para dedicarme a mi mamá, ella era tan linda. Esa fue la adoración de mi vida.

¿Heredó el humor de su padre y la vocación artística de doña Elvira?
Mi padre era muy simpático, inteligente y tenía mucha gracia. Mamá era una gran artista. A ellos debo mi formación cristiana.

¿Cómo descubrió que tenía talento para dibujar?
Porque todos me lo decían, y como yo sabía que sí, lo hacía de verdad. Me daba cuenta de que tenía algo muy bonito, algo que me satisfacía.

¿Sus padres la apoyaron cuando decidió dedicarse a la pintura?
Sí, porque tener una hija artista los llenaba de placer.

¿Qué tal su infancia?
Deliciosa y feliz, hasta saber que uno se moría.

¿Por qué cree que la han considerado la primera caricaturista latinoamericana?

Dibujo desde los siete años y comencé a publicar caricaturas a los catorce, creo que es por el modo de hacerlas.

¿Qué es la caricatura para usted?
El punto de la agudeza visual.

-¿Por qué no expone sus cuadros?
-Mi pintura no necesita la intemperie (risas).

III

¿Por qué Ninón?
No sé, así me llamaban los artistas desde chiquita.

Ha dicho que hoy día ya no es Nina, ahora es Ni-ná. ¿Por qué?
Porque soy muy inteligente (risas).

¿Por qué no se casó?
Porque amo al prójimo (risas). No sé, pero tuve muchos enamorados.

¿A cuál recuerda?
Ya ni me acuerdo. Eso sí, yo fui una muchacha muy correcta.

¿Quiso tener hijos?
La verdad no mucho, porque no me entusiasmaba.

IV

¿Cómo fue su relación con Teresa de la Parra?
Fue muy amiga mía, lo que pasa es que las cosas se me tergiversan. En Madrid nos veíamos a menudo. Ella poseía esa bondad innata que lo perdonaba todo.

¿Conoció a Gabriela Mistral?
Sé que la conocí. Nos hicimos muy amigas. Oírla hablar era escuchar un poema. Ella me llamaba “la pintora americana”.

¿Y Tito Salas?
Fue un encanto que yo tuve con él, yo lo admiraba y él a mí.

¿A qué se debe su devoción por los médicos?
El médico es un ente muy especial. Además mi cuñado Leopoldo Aguerrevere fue un gran médico y bella persona.

¿Conoció al Dr. José Gregorio Hernández?
¡Él fue el médico de mi mamá!
¿Tuvo curiosidad por el espiritismo?
No, porque no me gustaba.

V

¿Le apasiona la figura de Bolívar como a Pimpa?
No, soy modesta. Me contento con real y medio (risas).

¿Cuál cree que es su defecto?
¡Que no tengo vanidad!

¿Tiempos pasados fueron mejores?
¡Todos los tiempos son buenos! (risas).

Ser fiel y saber ver

Ninón fue una niña precoz en la ejecución artística. A los siete años imitaba a los clásicos del renacimiento y a los catorce había definido el trazo psicológico de la caricatura por el que sería reconocida. Conoció a Tito Salas, quien se convertiría en su admirador y orientador, pero “nadie puede decir que me haya dado clases, mi único maestro ha sido la naturaleza: es muy sencillo, sólo se necesita ser fiel y saber ver. (%=Image(6972135,»C»)%) Cuando él pintó la Casa Natal del Libertador yo iba a verlo trabajar y aprendí mucho”. Desde 1923 publicaría en Billiken, Elite, Nos-otras, Perfiles y Hogar. Ninón y Conny Méndez son consideradas pioneras del periodismo humorístico venezolano. Participa en el II Salón de Humoristas Venezolanos, Ateneo de Caracas, 1931, promovido por Raúl Santana y Edgar J. Anzola. El jurado conformado por José Gil Fortoul, Carlos Otero, Miguel Carabaño, Alfredo Jahn, hijo, y Federico Brandt, otorgaron los reconocimientos a: Alejandro Alfonso Larrain (Alfa), Mariano Medina (Medo), Nina Crepo (Ninón), Manuel Salvatierra (Mas), Leoncio Martínez (Leo) y a Salvador Marichales (Salma). Exhibe sus obras en la Feria Mundial de New York, 1939, junto a Armando Reverón, Arturo Michelena, Rafael Monasterios, Luis Alfredo López Méndez, entre otros. La obra pictórica de Ninón fue expuesta hasta los años cincuenta nacional e internacionalmente. Por asuntos personales mantuvo silencio creativo hasta que en 1986 la Galería Centro de Arte Euroamericano, Caracas, le organizó una retrospectiva, y en 1991 la Galería Ángel Boscán, UCV, expone “Caricaturas de Ninón. Aproximación a un tiempo”. Intelectuales como Ildemaro Torres, Juan Calzadilla, Roberto Guevara, José Ramírez, Aquiles Nazoa, Carrasquel y Valverde, Pedro Sotillo, José Gil Fortoul, Andrés Eloy Blanco dedicaron tiempo y espacio en la valoración y aporte del proceso creativo de ella a la memoria colectiva del arte latinoamericano. Sus obras están diseminadas entre sus familiares y en pocas colecciones públicas y privadas. Agradezco el encuentro con la gracia de Ninón a Verónica Padilla, Rafael Díaz Bastardo y Luis Segwick Báez.

Vista y revista

“¡Qué vigor y cuánta sensibilidad trasciende de este lienzo, lleno de un colorido susurrante, y con ese feminismo que solloza en el alma y no en los labios! ¡Cómo se respira en este cuadro la fragancia de los jardines que sufren las maravillas del injerto! Así Nina lo ha querido demostrar en la sicología interpretativa de la obra, cuya intensa factura nos habla de ese interesante universo en que ella vive”.

José Ramírez, Caracas, revista Elite, 1927.

“Los muñecos (las caricaturas) que Nina Crespo ha buscado entre nosotros mismos, no provocan solamente la risa, provocan una risa cortada en breve por la admiración de la artista sabia, hermosa, burlona sin crueldad, filósofa sin prejuicios”.

Andrés Eloy Blanco, Caracas, 1927.

“La señorita Crespo Báez es una pintora de concepto, que tiene dentro de su gran destreza intuitiva una marcada tendencia para el retrato, sobre todo para el retrato en que use refleja algo más que la identidad física; es decir, para el verdadero retrato, en los que rasgos habrán de reflejar la plenitud del alma”.

Vicente Gómez Paratcha, El Universal, 2 de marzo de 1932.

“Menuda, de piel muy blanca, delgada, de gestos y rasgos físicos muy finos. Coqueta. Puede haber nacido a principios de siglo y, ante la jovialidad que desborda tenemos que dejarle los años de cualquier alegre muchacha. A medida que conversa y entramos en su vida se hace más expresiva, más espontánea. Afirma que usa lentes para taparse un poco las arrugas”.

Helena Salcedo, Estampas, El Universal, 29 de Julio de 1984.

“Ahora he descubierto una cantidad de cosas que dicen sobre mi, y soy la primera asombrada. Yo hacía mis cosas sin darme cuenta. Pero, últimamente como que todo es nuevo. Es lógico, como esta generación no me conoce”.

Maritza Jiménez, El Universal, 31 de mayo de 1986.

“Por su talento precocísimo, por el noble tipo de belleza venezolana representado en su figura y, sobre todo, por haber sido la primera mujer que en Venezuela se dio a conocer como caricaturista, figuró Nina Crespo alrededor del año 30 como el benjamín o “enfant gaté” de los círculos intelectuales caraqueños. A la caricatura por exageración o hipérbole de la fisonomía, que había impuesto el expresionismo popular de “Leo”, opuso “Ninón” la gracia femenina de un dibujo esquematizado, de línea muy depurada, en que el carácter y la atmósfera cómica de los personajes parece estar logrado más bien por eliminación que por alteración de los rasgos. Gran observadora de las maneras de andar, de los ademanes, de los vestidos, del cuerpo entero como continuidad o complemento de la expresión fisonómica, el arte de “Ninón” desborda la caricatura en su acepción ortodoxa de parodia gráfica de los rostros, para darnos a sus personajes en el conjunto de atributos psicológicos que constituyen lo que llamaremos su estampa o su facha”.

Aquiles Nazoa, Los Humoristas de Caracas, 1967.

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