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Semana Sangrada

Como todo cinéfilo que se respeta, jamás acudo a una sala los fines de semana, solo lo hago los días laborables. Hacerlo en forma diferente sería degradar el arte y asumir la tortura de los sonidos guturales de quienes se embuten palomitas de maíz y se atreven todavía a hablar. Evitar el sonido arrugado del papel aluminio es imprescindible para sintonizar en perfecta comunión con el ecran. Algo imposible de lograr con “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson.

El director de las historias épicas enfrenta un reto colosal, como cualquiera que desea contar una leyenda conocida por todos. El guión de Benedict Fitzgerald y Mel Gibson fracasa en el intento y en el desarrollo. Basados en los escritos de Ana Catalina Emmerich (1774-1824) “La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo” no aporta nada nuevo, no hay un ángulo diferente ni enfoque controvertido que no sean los latigazos que se presume adicionales, ni la sangrada de 127 minutos. El Discovery Channel ha presentado un Jesús histórico más meritorio que el Cristo sufrido interpretado por Caviezel en esta cinta, el mismo que emergerá en la última escena como un Terminator reconstruido que amenaza con buscarnos. Discovery Channel logra con su Cristo más sencillo, mayor impacto e innovación, con explicaciones de contexto del incidente de la expulsión de los mercaderes del Templo, nos lleva a entenderla mejor comparándola con las actuales protestas que significa quemar la bandera delante del Capitolio.

Si alguna aura de originalidad tiene la cinta, se pierde en la tibieza con la que el director hace un mix de filmografía mística con visos de película de horror. El demonio, los enanos deformes y el acoso contra Judas Iscariote son visos de un thriller de horror que queda a medias y que merecía profundizarse. Demonios que solo pueden ser vistos por Jesús y que lo acosen más que los mismos romanos o los terrenales judíos en sus ultimas doce horas hubieran aportado originalidad y aunque la idea se propuso en la producción, se descartó. Se prefirió un demonio estéril, anodino y fisgón. Gibson apuesta por la sangrada abundante, la hemorragia chorreante, el cuerpo deformado por latigazos, por las caídas y rebotes en el suelo polvoriento, finalmente es predecible y aburrido, nada hay que sorprenda al avisado espectador. El uso del sonido es acorde, es un abuso del dolor, se pretende conmover visualmente y no con argumentos y vistas escénicas más elevadas. El fetiche de la sangre es el argumento central. El meollo del asunto, finalmente un callejón sin salida en la narrativa.

La cinta cae por el propio peso de sus excesos y melancolismos. Flashback que distraen antes de confluir por un camino central, que no aportan ni conducen el relato por un sendero que no sea del dolor fácil que conmueve al espectador sensible.

La escena inicial en el Huerto de Getsemaní se muestra prometedora con un Cristo que se impone a la adversidad de su destino, que lo explora intelectualmente y se imputa pisoteando a la serpiente. Luego aceptará el cadalso con docilidad, con la única rebeldía de levantarse ante sus verdugos para exponer su deformado cuerpo.

Crea expectativa la intrusión de la esposa de Pilatos en la historia, un personaje que pudo ser más explorado, jugarse con ella, se le abandona cerradamente.

Cómo entender que una película tan mediocre se haya convertido en los dimes y diretes de sacerdotes y laicos, en inflamados diálogos entre cristianos y judíos resulta inexplicable, ni Satori en la “Sociedad Teledirigida” puede sorprenderse por lo que solo la locomotora del marketing hollywoodense puede conseguir.

* (%=Link(«http://www.josemusse.com»,»Site del autor»)%)

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