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Un pirata con patente legal

(%=Image(1486073,»R»)%) ¿Será que al final era cierto aquello de que “si no puedes con tu enemigo, únete a él”? Esa podría ser la moraleja de este disco póstumo de Morphine, grabado en la ciudad de los automóviles, el 7 de marzo de 1994, cuando todavía los excesos no habían conducido al líder del grupo, http://www.lanacion.com.ar/97/06/22/s04.htm (%=Link(«http://www.lanacion.com.ar/97/06/22/s04.htm «,»Mark Sandman»)%), a su muerte súbita sobre el escenario. Pero ya va, no me mal interpreten. No se trata de que “el alcohol, la droga y el rock dejan al hombre K.O.”, sino de que “si el fan graba bien a la banda, la grabación es tan buena para la banda como para el fan”. ¿Por qué entonces no convertir a un cassette pirata en todo un álbum oficial?

Debidamente legalizado por el sello Ryko y cuidadosamente procesado para eliminar algunos ripios propios de la clandestinidad, este antiguo disco pirata captura a Morphine en uno de sus momentos de máximo esplendor, cuando acababan de grabar sus dos primeros álbumes: Good (1993) y Cure For Pain (1993). En esa época seguía siendo toda una novedad el uso de un saxo barítono (Dana Colley) en lugar de guitarra, como instrumento principal; el bajo de dos cuerdas y la guitarra de tres del señor Sandman; su voz oscura y sus letras impregnadas, tanto por la tristeza del blues, como por la desolación y la locura de la poesía de la generación beat.

¿Fue Morphine uno de los grandes precursores de la ola “acústica” que vendría años después, con grupos tan diferentes como Squirrel Nut Zippers y la Dave Matthews Band? ¿Fue la primera reacción de los músicos “de verdad” frente al auge del robotizado techno, aún antes de que el techno alcanzara su verdadero auge? ¿Murió Kurt Cobain al tratar de imitar a Mark Sandman o Sandman, siguiendo el ejemplo de Cobain? Ese tipo de preguntas siempre harán las delicias de los eruditos de la cultura pop. Pero si de escuchar se trata, resulta incuestionable el valor de piezas como las de la célebre tetralogía de las chicas –”Mary”, “Candy”, “Claire” y “Sheila”–; los infaltables temas que sólo aparecen aquí y en ningún otro de los álbumes de la banda, como “Come Along” y “My Brain”, y los del set que cierra el repertorio: “Head With Wings”, “Cure For Pain”, “You Speak My Language”, “Thursday”, “You Look Like Rain” y “Buena”, que aquí son interpretadas con verdadero arrebato, especialmente por el señor Colley, quien saca de sí torrentes de jazz de verdad verdad, sin dejar por eso de llenar espacios enormes con el sonido grave y profundo de su instrumento o con la ayuda del doble saxo.

Hablando de jazz, este disco es un Enhanced CD que incluye también dos videos en QuickTime, grabados durante el Festival de Jazz de Montreaux de 1995. En ellos es posible apreciar las virtudes del mismo Dana Colley tocando el triángulo en la minimalista “The Saddest Song”, así como la fina estampa de Mark Sandman, cuya presencia escénica era, de por sí, todo un homenaje al deterioro físico y mental.

Si Bootleg Detroit despierta su entusiasmo por Morphine, quisiera recomendarles también los ya mencionados Good y Cure For Pain, así como el último disco de estudio que grabaron antes de la muerte de Mark Sandman, The Night (2000), donde la banda expandió exitosamente su sonido para incluir dos bateristas, más guitarras, un cello, unas lindas coristas, unos tipos bien feos que tocan instrumentos del Medio Oriente y unas brillantes intervenciones del organista John Medeski, del trío de jazz Medeski, Martin & Wood.

BOOTLEG DETROIT
Morphine
Ryko, 2000

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