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Una de fantasmas en el Museo Arqueológico de Nápoles

Algo así solo podría suceder en Nápoles. Una historia de fantasmas en un museo arqueológico en obras. Un arquitecto convencido por las sombras de una fotografía que se resistiría a cualquier análisis científico. Los reporteros y las cámaras de televisión, agolpados a las puertas del museo, pese a que su directora lo niega todo. Y los napolitanos, divididos entre escépticos y creyentes. De momento, en la ciudad más supersticiosa del país, la noticia de una presunta aparición, afirman, ha alargado las colas en las oficinas de la lotería.

«Arquitecto, aquí en la obra tenemos problemas. Dicen los obreros que pasan cosas raras, que hay fantasmas… ¿Qué hacemos?». La llamada le hizo saltar de la silla al arquitecto Oreste Albarano, responsable de los trabajos de restauración de una parte cerrada del Museo Arqueológico de Nápoles. Quizás presagiaba que con aquella alarma empezaría una aventura algo extraña que llevará, a principios de septiembre, a cazafantasmas aficionados a buscar espectros entre los andamios, según reveló el diario local Il Mattino.

Albarano abandonó a toda prisa su despacho en el Ministerio de Cultura, en Roma, cogió el primer tren y una hora y media más tarde se encontraba intentando calmar a los albañiles: «Venga, chicos, dejaos de bromas. Los espíritus no existen. ¡A trabajar!». Pero ellos insistían. Cada uno tenía su encuentro que contar: carretillas que se doblan por un lado y se caen por sí solas; un cubo lleno de agua que al día siguiente está vacío; una pala y otras herramientas abandonadas en un sitio y que aparecen en otro lugar. «No me convencieron. No había ninguna prueba de que allí vive un fantasma al que le gusta gastar bromas. Me quedé con mi opinión», recuerda el funcionario.

Ya que había viajado hasta allí, el arquitecto pensó en tomar algunas fotos, para certificar de manera informal el estado de los trabajos. Ese edificio, que se yergue al lado del museo que custodia el tesoro de Pompeya y Herculano, lleva en obras desde 2000 y su nuevo estreno aún queda lejos. «Saqué mi móvil y tomé varias imágenes». Albarano volvió a Roma, dejando a los obreros rechistando. A los 10 días pasó las fotos al ordenador. «Las vi más grandes y en una noté una silueta de una niña en segundo plano». Entonces sí se preocupó, aunque no porque hubiera perdido su fe científica: «Llamé para regañar a los hombres. ‘No llevéis a vuestros hijos a la obra, es peligroso’, les rogué». Cuando estos le explicaron que ningún niño había estado allí, el funcionario se asustó

«La niña está allí. Era por la mañana cuando hice la foto, no puede ser un reflejo de luz. Además se perfila con claridad, hasta se distingue el pelo recogido y rizado, la falda apenas por encima de las rodillas», se defiende el arquitecto. Imprimió la imagen para estudiarla mejor.

El siguiente paso fue informar a los expertos del sector, «prestigiosos catedráticos», según Alberano. Primero, aceptaron que la imagen no es fruto de un buen retoque con el Photoshop. Los cazafantasmas enviados por el Ministerio de Cultura visitarán ese ala del edificio a principios de septiembre.

«Más que fantasmas, lo que esperamos por aquí son turistas de carne y hueso», zanjó la directora del Museo Arqueológico, Valeria Sampaolo. «Es algo carente de cualquier fundamento, pura fantasía. Nos gustaría que se hablase del museo por su actividad». «Nadie dice que la niña y sus pequeños berrinches no acaben constituyendo un atractivo más para el centro expositivo», se ríe Alberano.

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