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Venezuela fue aclamada en el Festival Beethoven de Bonn

La Sinfónica Juvenil «Teresa Carreño» de Venezuela, promesa del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, adscrito a la Vicepresidencia de la República Bolivariana de Venezuela, se convirtió en la embajadora del país  en uno de los eventos musicales más importantes: el Festival Beethoven de Bonn, del cual José Antonio Abreu es padrino de honor

La Sinfónica Juvenil «Teresa Carreño» de Venezuela comenzó a escribir un nuevo capítulo de su historia; uno cuya primera palabra era reto, uno cuya última palabra fue triunfo. La noche del martes, los 160 venezolanos que integran esta orquesta, que conforma una generación intermedia entre la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, y su director, Christian Vásquez, fueron aclamados en la sala más importante del Festival Beethoven de Bonn, uno de los eventos con mayor importancia en la escena musical de Europa.

Christian Vásquez, joven director venezolano, que ha hecho una sobresaliente carrera en corto tiempo,  protagonizó uno de los momentos más emotivos de la parada de la SJTCV en Bonn: al terminar el concierto fue nominado al prestigioso Anillo de Beethoven. Un botón con el rostro del compositor alemán quedó en su chaqueta como símbolo esperanzador. Vásquez lo miraba y suspiraba.

 

En Bonn, el reto tanto para la orquesta como para Vásquez era enorme. Se trataba de tocar la Quinta sinfonía de Beethoven no en una ciudad cualquiera, sino en Bonn, la ciudad natal del propio Ludwig van Beethoven, mientras el público miraba al escenario como si diseccionara cada nota. Los músicos venezolanos, que fueron recibidos el día anterior como invitados especiales de la Casa de Beethoven -donde pudieron ver de cerca los instrumentos y partituras del compositor-, respiraron hondo. Segundos después de tocar la última nota,  la ovación fue la mejor recompensa: 5 minutos de aplausos por parte de las 1600 personas que ocupaban el Beethoven Hall.

El augurio de la primera parte del concierto, en la que también tocaron la Obertura Candide de Leonard Bernstein; la premonición de los minutos iniciales de aplausos sería sólo el comienzo. Cuando aún los asistentes no dejaban de admirarse por una fila de 12 contrabajos o de 16 violonchelos; cuando aún no dejaban de elogiar una orquesta joven que además es dirigida por un director casi tan joven como los instrumentistas,  la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky que interpretaron los muchachos venezolanos conquistó a un público que tenía una gran expectativa con esta orquesta debido las visitas anteriores de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y el maestro Gustavo Dudamel.

Otros 10 minutos más de aplausos, mientras la página de este capítulo se cerraba con bises con los colores de Latinoamérica: las Congas del fuego de Arturo Márquez, el Malamabo de Alberto Ginastera, Tico Tico de Zequinha de Abreu y el Mambo de Bernstein, que se ha convertido en un símbolo de la alegría con la que los venezolanos se montan en el escenario. No era suficiente para el público alemán. Así que Christian Vásquez, quien durante casi tres horas dejó el alma en el podio, volvió para dirigir la Marcha Radetzky de Strauss, que no sólo tocó la orquesta sino también el público guiado por las instrucciones de forte-piano que daba el director, que al igual que la orquesta, vestía el tricolor venezolano.

Un Sistema, una utopía hecha realidad.

Luego del ensayo matutino, la directora del Festival Beethoven resumió al Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela en una frase: «El Sistema es una utopía hecha realidad. Quiénes mejor que ellos, quién mejor que el maestro José Antonio Abreu, para representar el nuestro eslogan de este año: ‘Hacia lo abierto: utopía y libertad en la música’”.

Horas antes del concierto, la Fundación Hilti anunciaba a los medios de comunicación de Alemania su decisión de seguir apoyando al Sistema de Orquestas  y Coros Juveniles  e Infantiles de Venezuela. «Cuando vemos una orquesta como esta, luego de tener años viendo a la Simón Bolívar, no podemos menos que creer en el futuro y colaborar con el desarrollo orquestas venezolano», señaló Egbert Apple, presidente de la fundación.

Quizá esta sea una de esas notas a las que es difícil poner punto y final. Aunque sintácticamente sea lo correcto, esta historia tiene sólo puntos y aparte. Mañana la orquesta parte a Austria para tocar en el legendario Kozerthaus de Viena, luego a Ámsterdam, donde el maestro Abreu recibirá el Premio Erasmus; posteriormente a Berlín, Madrid y Londres.

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