Vida con estilo

Conozca la comida de estos lugares del mundo

¿Al­gu­na vez ha sentido que está per­dien­do el tiem­po en una ciu­dad ex­tra­ña es­pe­ran­do en colas para ver mo­nu­men­tos o va­gan­do por ca­lles sobre las que no sabe ab­so­lu­ta­men­te nada? A veces la mejor forma de co­no­cer una ciu­dad es a tra­vés del paladar.

Además, siempre llegará el momento en que tendrá hambre, por lo que visitará a pie si­tios donde pue­da comer. Probar la gastronomía ayuda a estar en con­tac­to con la his­to­ria y la cul­tu­ra local. A continuación presentamos una lista con los platos por excelencia que le harán sa­bo­rear la esen­cia de los siguientes des­tinos:

París: croque madame

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No se puede vi­si­tar París y no pasar algún tiem­po en los cafés pin­to­res­cos, pero eso no sig­ni­fi­ca que lo único que vaya a comer sean cre­pes. Prue­be algo aún más fran­cés que esos cre­pes finos, como el cro­que ma­da­me, un de­li­cio­so sánd­wich de jamón co­ci­do al horno y queso en pan brio­che, cu­bier­tos con más queso y re­ma­ta­do con un huevo frito. La co­mi­da man­te­co­sa fran­ce­sa se ve re­fle­ja­da per­fec­ta­men­te en este plato, que pue­de en­con­trar en casi todas par­tes..

Chicago: perros calientes

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Por lo ge­ne­ral, los ha­bi­tan­tes de Chica­go le dirán que solo van a la po­pu­lar piz­ze­ría local UNO cuan­do sus ami­gos o fa­mi­lia­res van a vi­si­tar­les. Deje ese lugar para los tu­ris­tas ig­no­ran­tes. La mejor ma­ne­ra de pro­bar la co­mi­da de Chica­go es comer sus im­pre­sio­nan­tes sánd­wi­ches de carne y pe­rros ca­lien­tes con in­gre­dien­tes para todos los gus­tos.

Boston: sopa de marisco

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Regla nú­me­ro uno: no la lla­me Bean­town (ciu­dad de la alu­bia). Regla nú­me­ro dos: nadie pide alu­bias hor­nea­das de Bos­ton. Para pro­bar real­men­te el sabor de la ciu­dad, los tu­ris­tas y lu­ga­re­ños toman la cre­mo­sa sopa de pes­ca­do de Nueva In­gla­te­rra en uno de los mu­chos res­tau­ran­tes de ma­ris­co de la zona. No hay nada como las pa­ta­tas, las al­me­jas y el bacon de una sopa ca­lien­te para en­trar en calor cuan­do la nieve le esté con­ge­lan­do los hue­sos.

Nueva Orleans: pasteles fritos de pasta choux

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Los juer­guis­tas del car­na­val Mardi Gras van a Nueva Or­leans en tro­pel todos los Fat Tues­day (úl­ti­mo día antes del inicio de la Cua­res­ma ca­tó­li­ca), pero hay tu­ris­tas ha­cien­do lar­gas colas en el le­gen­da­rio Café du Monde para tomar pas­te­les fri­tos de pasta choux y café du­ran­te todo el año. La fa­mo­sa pa­na­de­ría que abrió en 1862 sigue atra­yen­do a mucha gente con sus dul­ces tra­di­cio­na­les. Dis­frú­te­los con un café con leche por la ma­ña­na, antes de pa­sear por el río Mis­sis­sip­pi o ex­plo­rar el Ja­ck­son Squa­re.

Madrid: chocolate

madrid

Toda la co­mi­da es­pa­ño­la es de­li­cio­sa de por sí, pero los pos­tres de Ma­drid están a un nivel com­ple­ta­men­te di­fe­ren­te. El cho­co­la­te ca­lien­te de la ciu­dad –li­te­ral­men­te una barra de cho­co­la­te de­rre­ti­da– es mucho más au­tén­ti­co que su ho­mó­lo­go ame­ri­cano. Como si eso no fuera su­fi­cien­te, los es­pa­ño­les lo com­bi­nan con chu­rros.

Nueva York: pizza

nueva york

No es nin­gún se­cre­to que sería una lo­cu­ra no tomar una re­ba­na­da de pizza al es­ti­lo de Nueva York en Man­hat­tan, y hay un mon­tón de lu­ga­res para ele­gir. Para sen­tirste como un ver­da­de­ro neo­yor­quino, no se sien­te en res­tau­ran­te. Más bien, pida un trozo de pizza para lle­var. Dis­fru­ta­rá de un ma­ra­vi­llo­so pe­da­zo de pizza por mucho menos de lo que le cos­ta­ría en cual­quier res­tau­ran­te.

Montreal: sándwiches de carne ahumada

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La co­ci­na de Que­bec es muy po­pu­lar entre los tu­ris­tas por su es­ti­lo fran­cés e in­glés, pero vale la pena ir a la ju­de­ría a un lugar lla­ma­do «Sch­wartz’s He­brew De­li­ca­tes­sen», en Mon­treal. Los sánd­wi­ches con carne ahu­ma­da, que no ne­ce­si­tan su­ple­men­tos adi­cio­na­les, em­pe­za­ron a pre­pa­rar­se en 1928. Lo más pro­ba­ble es que ten­ga que hacer cola, pero esta avan­za rá­pi­do y real­men­te me­re­ce la pena.

Lisboa: pasteles con crema pastelera

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La ca­pi­tal de Por­tu­gal es fa­mo­sa por sus mu­chas obras maes­tras de la co­ci­na na­cio­nal, pero la joya de la co­ci­na local es, por su­pues­to, los pas­te­les dul­ces con crema pas­te­le­ra o «pas­tel de nata». Por lo ge­ne­ral se comen du­ran­te el desa­yuno y su sabor dulce le ayu­da­rá a pasar mejor el amar­go café local. Lo mejor es beber este café sin leche, pero tenga cui­da­do, pues es muy fuer­te.

Atenas: souvlaki gyro

atenas

La ca­pi­tal de Gre­cia es tam­bién la ca­pi­tal de la co­ci­na me­di­te­rrá­nea, con re­ce­tas sen­ci­llas pero sa­bro­sas. No lejos de la plaza Syn­tag­ma hay un lugar lla­ma­do «Sou­vla­ki o Kos­tas», donde pre­pa­ran es­pe­cia­li­da­des lo­ca­les a la per­fec­ción. La misma fa­mi­lia lleva pre­pa­ran­do los me­jo­res ke­babs de pollo y cerdo en­vuel­tos en pan de pita du­ran­te casi cien años. Las ex­ce­len­tes car­nes, ver­du­ras fres­cas y salsa a base de yogurt trans­mi­ten toda la pa­le­ta de sa­bo­res de Gre­cia. Pre­gun­te a cual­quier lu­ga­re­ño cuál es el mejor sitio para comer sou­vla­ki, se­gu­ro que le man­dan a este res­tau­ran­te.

Copenhague: sándwiches abiertos con productos locales

copenhague

La co­ci­na nór­di­ca está en un buen mo­men­to y no hay mejor lugar para pro­bar­la que los paí­ses es­can­di­na­vos. Los res­tau­ran­tes de Co­pen­ha­gue –in­clu­yen­do el Noma, nom­bra­do el mejor del mundo du­ran­te cua­tro años con­se­cu­ti­vos– sir­ven pla­tos úni­cos del Atlán­ti­co Norte como erizo de mar, aren­que y sal­món cu­ra­do, ver­du­ras en­cur­ti­das y sopas a base de raíz.

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