Vida con estilo

Praga muestra con los mercadillos su rostro más navideño

Los tradicionales mercadillos navideños praguenses han inaugurado de nuevo su actividad, en medio del frío, y vuelven a ofrecer el aroma y sabor del licor de miel, las patatas de mazapán, el chocolate de Praga, el «trdelník» o miel turca y, sobre todo, el vino caliente.

El mayor de estos mercados se encuentra en la Plaza Vieja, donde desde el 26 de noviembre y hasta la fiesta de Reyes hay multitud de puestos de regalos, decoración hecha a mano, porcelana y productos culinarios, como repostería casera.

También se percibe el intenso olor a carbón junto a los puestos artesanales de los herreros, que con su manos forjan artículos de recuerdo para los turistas.

En esa atmósfera tradicional no falta el demonio navideño «krampus» ni tampoco un inmenso abeto, que procede del norte de Bohemia y mide 31 metros.

Para evitar aglomeraciones de gente durante su simbólica iluminación, algo que en el pasado causó accidentes, en esta ocasión se encenderá cada hora entre las 17.30 y las 20.30 al son de una melodía, para que todos puedan contemplarlo sin impaciencias.

Este año el majestuoso árbol, una pícea europea, aparece decorado con motivos de pan de miel y a su vera hay establos con cabras, ovejas y ponis, que pueden ser alimentados por los más pequeños.

Grupos corales infantiles interpretan villancicos, aunque aún sea tiempo de adviento.

Junto a la Catedral de San Vito en el Castillo de Praga ha comenzado su andadura otro mercadillo, que ofrece en las mismas fechas un ambiente similar, surtido de cosas ricas para el paladar y emplazado en un lugar de ensueño.

Quizás el producto estrella es este año es el «vino caliente», un elemento indispensable debido a las bajas temperaturas que reinan.

«Se usa vino español con especias y azúcar. No sabemos de qué tipo es ya que nos lo envían y lo mezclamos nosotros. Es una receta secreta que ni yo mismo conozco», dijo a Efe el dependiente de uno de los establecimientos de la Plaza Vieja.

Es alto el consumo de esta bebida reconfortante, que además de fruto de la uva contiene condimentos como canela, clavo y badián o anís estrellado.

«Reconforta en el invierno y huele muy bien. Tiene algo de alcohol, pero no se sube a la cabeza. Calienta. Y es algo tradicional checo que pertenece a estos mercadillos. En Londres lo tenemos pero no es tan bueno», asegura Bárbara, una joven checa que ha llegado de la ciudad del Támesis.

Marta e Ignacio, de Valladolid, están ateridos de frío delante del gigantesco árbol de navidad, y también piensan en el vino caliente.

«Hace falta vino caliente sobre todo. En España no lo hay», indicó Marta, a quien llama la atención la afluencia de turistas a Praga incluso en medio del frío.

La ciudad se viste de Navidad y atrae turistas de todas partes, entre ellos una familia de Cali (Colombia) residente en Bogotá.

«Hemos oído hablar del reloj astronómico y del árbol navideño y los mercaditos», manifestó el caleño Rafael.

Y, tras reconocer que es una ciudad «muy fría», añadió que además de comer los churros, quieren «probar el vino caliente y la cerveza».

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