Vida con estilo

¿Resucitar o crear? La «maison» Poiret revive eterno debate a la pasarela

El regreso de la «maison» Poiret a la pasarela en la última Semana de la Moda de París ha revivido en la industria el viejo debate sobre la idoneidad de invertir cantidades millonarias en marcas muertas en lugar de apostar por el talento de las nuevas generaciones.

Para Miren Arzalluz, directora del Museo de Moda de París (también conocido como Palais Galliera), se trata simplemente de «opciones empresariales».

«El romanticismo tiene poco sitio en la industria de la moda, pero una marca antigua tiene un aura que puede influir a los que vayan a consumir si sienten cierta admiración por lo que esa casa representa», opina Arzalluz.

El caso de Poiret no es una novedad: Vionnet (nacida en 1912) o Schiaparelli (1927) protagonizaron algunos de los casos más sonados de los últimos años, sin que ninguno de sus planes de negocio se consolide con éxito o pueda servir de referente.

Mejor le fue a Balenciaga, cuyo taller permaneció cerrado desde 1968 hasta 1986, cuando Jacques Bogart S.A. compró los derechos a los herederos del diseñador, para relanzarla en 1990.

Pese a todo, le llevó un tiempo devolverle su prestigioso estatus, independientemente de la relación que el trabajo actual pueda guardar con el original.

«La contribución que el creador o creadora hiciera en su momento pasa a ser patrimonio por el peso específico que haya tenido en la historia de la moda«, dice Arzalluz, exresponsable del Museo Balenciaga de Guetaria, ciudad natal del costurero.

En este caso, la influencia de Paul Poiret, nombre desconocido para el gran público, es innegable: su taller (1903-1929), abrió después del de Jeanne Lanvin pero su autoridad empezó por contribuir al imaginario de quien sería su mayor rival, Coco Chanel.

La ambición de Poiret por liberar las formas femeninas, suprimiendo el corpiño y popularizando la estética oriental, le auparon convirtiéndole en un tema de estudio obligado en las escuelas de moda, pero muchos cuestionan el sentido de recuperar un perfil que no encaja en el siglo XXI, 70 años después de su muerte.

«Me pregunto para qué sirve recrear una casa en lugar de invertir en jóvenes talentos. Es un gesto deprimente para las nuevas generaciones», lamenta Philippe Pourhashemi, instructor de neófitos del diseño.

Para Pourhashemi, «no es anecdótico» que el inversor de Poiret sea coreano, en concreto la millonaria Chung Yoo-kyung, presidenta de los grandes almacenes de lujo Shinsegae, que ha puesto a la cabeza de la firma a la diseñadora china Yiqing Yin, la primera de su país en entrar en la Alta Costura.

Yoo-kyung adquirió la «maison» en una subasta de la compañía luxemburguesa Luvanis, que también estuvo detrás de la resurrección de Vionnet y Moynat, y que ahora trabaja además en la de Charles James, considerado el primer modista estadounidense.

«En Asia hay una fascinación por antiguas marcas europeas. Para mí, este gesto de comprar el patrimonio europeo me parece una especie de venganza del pasado, es muy simbólico que sean compañías asiáticas las que se estén apropiando de marcas francesas, británicas…», dice Pourhashemi.

El debate llega en un momento en que muchos de los asistentes a la Semana de la Moda de París critican que el calendario se siga ampliando con nuevas inclusiones cada año, obligando a los visitantes a pasar hasta 10 días en la ciudad, con los gastos de alojamiento y comida que ello conlleva.

En paralelo, se observa el decaimiento de marcas antiguas como Lanvin, Rochas o Nina Ricci, hoy más conocidas por sus líneas de perfumes, mientras en París la atención del diseño se centra en nuevos creadores como Marine Serre, Y/Project o Jacquemus.

«En París se necesitan nuevos talentos porque la tradición está bloqueando la industria y quienes quieren ir adelante, no pueden», zanja Pourhashemi.

Mientras tanto, Poiret sigue construyendo su futuro, que pasará por una línea de perfumes, accesorios con venta en puntos multimarca y online, en un paquete completo de mercadotecnia cuyo éxito no será fácil de evaluar hasta que pasen varios años.

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