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Acerca de algunas declaraciones recientes

Cuando uno creía que ya había escuchado todas las sandeces, hete aquí que surgen individualidades que emiten unos criterios que lo dejan a uno patidifuso, por decir lo menos.Rabioso, por decir lo más.  La semana pasada fue opulenta en intervenciones que lo único que hacen es tirar la burra pa’l monte. Propongo cuatro de ellas para criticarlas; pero hubo otras, muchas más.

Aristóbulo. Tuvo la cachaza de afirmar que una de sus aspiraciones es que los trabajadores de la educación tengan un salario igualitario, sin importar el nivel de preparación profesional o los años de experiencia en el campo laboral.  Que docentes, empleados, obreros y jubilados del sector Educación deben ganar lo mismo; que no debe haber diferencias entre los profesionales que tienen grados y posgrados y los que no han estudiado; que esos esfuerzos individuales «no dan derecho a que reclames si la brecha es muy alta o muy baja”; que “ojalá pudiéramos ganar todos lo mismo”.

Muy distinto el Istúriz de hoy de aquel que fuese pugnaz luchador por los derechos de los maestros y que reclamaba para ellos mejores sueldos.  Siguen él y sus copartidarios en eso de la “igualdad”.  Pero igualdad por debajo.  Otro mantra de ellos es aquello de “a igual trabajo, igual remuneración”.  Contra lo cual no puede haber objeción.  Lo malo está en que ellos equiparan “trabajo” con “cargo”.  Con ese tipo de razonamiento, tres docentes que aparezcan en el ministerio catalogados como “Maestro III” deben percibir los mismos ingresos, sin importar que uno es un reposero redomado y sin antigüedad (o sea, tipo Nicolás en el Metro), otro tenga tres posgrados en Educación y veinte años de docente y otro se dedique a la enseñanza con más denuedo y cariño que los dos anteriores.

El resultado de esa manera aristobuliana de pensar es lo que genera la fuga de cerebros.  Son cientos miles los PhDs y másters que están dando clases en otros países donde sí les reconocen sus experiencias y conocimientos.

Simplemente, esa manera de pensar no es realista ni justa.  Condena a nuestra juventud a la pobreza mental; que, indefectiblemente, la sentenciará a la miseria económica y social.  Y asesina el futuro progresista del país.

Una de dos, o después de viejo se metió a bolsa, o está, como decimos los pitiyanquis,“in the payroll”.  Porque no puede aspirar a que nosotros le creamos que dio la declaración en la que alaba al Saime porque los empleados se lo pidieron muy amablemente y él, para corresponder a la eficiencia demostrada al solucionar su solicitud, la dio.  ¡Ni de vainas!  No es digerible ese aserto.  ¿Será que no sospechó que el régimen iba a sacarle punta a esa aseveración?  ¿No barruntó por qué había tan a la mano una cámara de TV?  No me como esa coba.  El pedido no vino de unos funcionarios de medio pelo; debe haberse cocinado muy arriba en la jerarquía.  Desde hace algún tiempo, el ahora mal llamado “Tigre” ha venido dando muestras de aquiescencia hacia el régimen.  Esos afanes en revivir un diálogo que no ha servido sino para proporcionarle oxígeno al régimen nos están saliendo muy caros.  “He venido como un ciudadano ordinario a hacer una gestión en el Saime.

Estoy gestionando la prórroga de mi pasaporte que se está venciendo (…) Muchas gracias, me atendieron muy bien”. ¡Mamola!, como dicen los gochos.  ¿Por qué a Nelson Bocaranda —que fue despojado de su pasaporte cuando iba a viajar, con la excusa de que estaba denunciado como robado, siendo que lo llevaba consigo—no le han dotado de uno, aunque lo ha denunciado por todos los medios?  ¿Por qué a decenas de miles de venezolanos no les sale ese documento a pesar de haber cumplido con todos los requisitos?  ¿Qué pueden pensar los miles de venezolanos que están, desde hace meses, indocumentados en el exterior y que han pagado en divisas la emisión del pasaporte o su prórroga?  No me vengas con ese chorro de babas, Eduardo.  Pa’ mí, tú estás en la nómina…

Claudio.  A él no quiero dedicarle mucho espacio porque ya sabemos para quién trabaja.  Pero algo habrá que comentar.  Es el que propone que se reconozca una realidad “que se ha conformado violando el estado de derecho pero existe”.  Que pide que aceptemos las “elecciones” del 20-M aunque “fueron fraudulentas porque fueron promovidas por la ANC (…) se hicieron y es un hecho innegable”.  Y que, en aras de la realpolitik, los venezolanos debemos aceptarlas.  ¡Pues no! Esta república descansa sobre unas bases filosóficas que no pueden dejarse de lado por meras ventajas momentáneas para un grupo.  La “elección” del pasado mayo fue convocada por quien no tiene la competencia: una “constituyente” que tiene un nacimiento espurio pues el pueblo no intervino para decir si la necesitaba, y ni siquiera fue quien la propuso.  Doble pecado, uno consecuencia del otro y por mera conveniencia partidista.

Omar Prieto. El inefable gobernador del Zulia amenazó con independizar a ese estado si se llegase a materializar un gobierno de transición en Venezuela.  “Si se formara un eventual gobierno de transición, ya sabemos lo que tenemos que hacer, porque las mayores reservas de petróleo están aquí, así como las mejores tierras para la agricultura y hasta oro y diamantes hay en la cuenca del lago”.  Esementecato, que no ha sabido solucionar los problemas de luz ni de agua que sufre su estado, miente a sabiendas porque ya no más las mayores reservas están allá.  Su único “mérito” es haber mandado las bandas conformadas por “colectivos” —que portan armas oficiales, ruedan en motos del gobierno y perciben sueldos del Ejecutivo— a masacrar a la disidencia.  Y ahora sale con la babiecada de que, de formarse un gobierno transitorio,él se basaría en la Constitución del Zulia para declarar a ese estado como “República Independiente Zuliana”.  Bien dice el refrán que la ignorancia es osada.  Ahí se los dejo porque ya llegué a las mil palabras; vuélvanlo flecos…

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