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Adán Chávez: revolucionario, albacea de la utopía concreta

El profesor Adán Chávez, es un revolucionario porque se ha formado como una persona que participa en una revolución como medio de cambio; los cambios revolucionarios tienen consecuencias trascendentales y en el caso de la figura del profesor Chávez, se percibe como parte de la ruptura con el orden establecido, consecuencia de procesos históricos y de construcciones colectivas, en el que concibe la sociedad como escenario para reivindicar la moral y la ética de los hombres en su necesidad por elevar la presencia de los valores humanos en la concepción moderna de los espacios sociales e institucionales de un Estado que pertenece al colectivo y no a una cuota de poder de familias o grupos. La oligarquía debe ser abolida desde el ADN, de la consciencia de los hombres y mujeres, para dar paso al ciudadano republicano, convencido de un liderazgo compartido y de una posesión social del territorio que haga a todo parte intrínseco de un mundo alejado de la barbarie del capitalismo salvaje.

Ahora bien, para entender la postura revolucionaria del profesor Adán Chávez, es necesario adentrarse en un documento llamado “El libro Azul”; este documento, escrito por el ex Presidente Hugo Chávez Frías (1954-2013), que contiene las directrices para la construcción de la doctrina cívico-militar que era una de las estrategias para llegar al poder y desde allí, construir un ideario basado en la consolidación de los valores patrios y en la independencia del país de las estructuras del poder imperialista internacional donde se impone las reglas de juego del capitalismo global.

En el texto mencionado, Hugo Chávez hace alusión al “proyecto bolivariano”, destacando está concebido como una serie encadenada de situaciones dentro de un proceso evolutivo de signo transformador. En consecuencia, el movimiento revolucionario en Venezuela no podía ser sedentario, apaciguado, conformista; debía impulsar los cambios pero no solamente en el hecho de modificar estructuras institucionales y procesos administrativos, sino capaz de modificar conciencias, valores, principios. Pasar del funcionariado o político eunuco y de solidaridad automática, al hombre nuevo de carácter crítico y aguerrido. Al ciudadano que internaliza la sociedad como extensión de su hogar, de sus afectos; del hombre nuevo que busca un cambio desde la esencia del pueblo para lograr liberarlo definitivamente del embrujo de la sociedad industrial consumista que había delineado con mucha presión los Gobiernos de derecha en la llamada democracia representativa.

En el texto se hace mención a “la terrible realidad” en la cual había caído la Nación venezolana, mostrando la permanencia de una crisis histórica sin precedentes, generalizada en todos los componentes estructurales económico-social, político-jurídica, e ideológica. Una crisis estructural que en su momento necesitaba objetivos estratégicos a la situación futura de la realidad nacional, a la que se llegó como resultado del proceso histórico de transformación desigual del Capitalismo global.

Para aquellos días esas estrategias se consolidaron en el denominado “Proyecto Nacional Simón Bolívar”, y se proponía  consolidar un escenario regional que impusiera la utopía concreta robinsoniana, partiendo de las ideas que vislumbrara en el siglo XIX, el maestro Simón Rodríguez en sus escritos con la sentencia: “No es sueño ni delirio, sino filosofía, ni el lugar donde esto se haga será imaginario, como el que se figuró Tomás Moro; su utopía será, en realidad, la América”.

A juicio de Hugo Chávez, el hombre amerindio era un ser de nervio, sangre y razón, el cual no es solamente que debe trascender los límites de sus propias miserias individuales y ubicarse en el ámbito fértil de las relaciones sociales solidarias y con profundas dosis de racionalidad, tal como lo señalaba el maestro Simón Rodríguez en Sociedades Americanas, sino que es algo que necesita ese hombre producto de la transculturización y la decolonización, como consecuencia de una pereza natural a tomar en serio su papel histórico de vanguardia.

Expresaba Chávez en sui libro: “…Las sociedades tienden a un modo de existir muy diferente al que han tenido y del que se pretende que tengan. Los hombres de estos últimos tiempos (…) quieren gobernarse por la razón que es la autoridad de la naturaleza. Razón es figura abstracta (…) de pensar. El maestro define en sus profundas cavilaciones el fin de sociedad, con una visión teológica profundamente humanista: “Los hombres no están en sociedad para decirse que tienen necesidades, ni para aconsejarse (…) cómo remediarlas, ni para exhortarse a tener paciencia; sino para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos porque no satisfacerlos es padecer”.

De estas líneas fundamentales de la utopía concreta robinsoniana, se desprende los valores revolucionario que hoy se le atribuyen a las ideas del profesor Adán Chávez, en el marco de un tipo de sociedad solidaria donde el ser humano sea el elemento fundamental con la trascendencia social;  más allá de objetivos estratégicos, el  “Proyecto Nacional Simón Bolívar”, persigue la línea de acción que involucra a los seres humanos en el proceso de consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos y evitar el padecimiento individual y social; es un asunto   de concebir la sociedad como una realidad profundamente democrática y solidaria; donde no se renuncia a la idea de consultarse democráticamente, con una concepción participativa que abarca la necesidad de bienestar y dignidad, y no bienestar con humillación y pérdida de identidad nacional.

El profesor Chávez precisa en sus ideas que la sociedad tiene la potestad de satisfacer los deseos de los hombres pero con el condicionante de la consulta previa y general sobre los medios de lograr tal fin; es una postura profundamente humanista y solidaria,  convencido, como lo estuvo el  ex Presidente Chávez, de que la “…sociedad existe para abrir a los hombres el cauce hacia la liberación de sus fuerzas internas, de manera tal que salga de lo meramente individual, para potenciar su capacidad de pensar, de inventar y de crear sus propios modos de existir, en interacción constante y solidaria con sus semejantes…”

Otro aparte del ideario revolucionario del profesor Chávez, es el de entender el desarrollo como la capacidad creadora que haga posible  alcanzar el  estadio futuro de una sociedad que sea capaz de comprenderse a sí misma y dinamizar su propia cultura, “…con lo cual se asienta en los terrenos de la racionalidad, en la búsqueda del fin existencial.”

Si de algo ha sido albacea el profesor Chávez es de la “utopía concreta robinsoniana” que interpretó el ex Presidente Chávez, como la generadora de nuevos  escenario  para avanzar en la situación-objetivo de una sociedad con valores nacionalistas puros y con una independencia absoluta de la voluntad de los grandes centros de poder económico del mundo. La utopía concreta es el producto de la visión de los actores y la eficacia de las acciones, por eso el papel como funcionariado público del profesor Chávez ha estado orientada hacia la conquista de un modelo de sociedad “original”, que es el colectivo, y no de esa sociedad de vida “solidaria” e individualista, que carece de principios y unidad política y humanista; donde el dolor humano no tiene ni principios ni interés.

El Proyecto Nacional Simón Bolívar, al cual se adhirió en su integridad el profesor Chávez a sus comienzos, visualizaba la situación-objetivo en un horizonte máximo de veinte años, partiendo de la situación a largo plazo, la cual lleva implícita la estrategia micro política de transformación. Lo que no contó para ese momento este grupo de soñadores bolivarianos, es que se iba a generar una escalada internacional para doblegar la utopía concreta y ello trajo consigo la necesidad de reinventarse a lo largo del tiempo para alcanzar mantener el poder y no dejarse doblegar por los obstáculos que se fueron creando.

La situación-objetivo descrita en “El libro azul”, constituyó al mismo tiempo una realidad global, un escenario integral caracterizado por el modelo de sociedad original y el modo de vida solidario, hacia los cuales se ha venido orientando el esfuerzo nacional. Es importante aclarar que “Original” fue el término utilizado por el maestro Simón Rodríguez para definir el modelo de sociedad que debe perseguir la América Latina, modelo que está en las instituciones y gobiernos de los pueblos de nuestra América, porque su sabia frase, “…inventamos o erramos”, era la mejor estrategia para romper los amarres que el colonialismo y el decolonialismo han ido tejiendo alrededor de la esperanza de pueblos que están en el resurgimiento de su cultura originaria.

Como se dice en “El libro azul”, citando a Simón Rodríguez: “No es hacer cada uno su negocio, i pierda el que no esté alerta, sino pensar cada uno en todos, para que todos piensen en él. Los hombres no están en el mundo para entre destruirse, sino para ayudarse…”

Si se busca una definición concreta del pensamiento del profesor Chávez en su constructo revolucionario, hay que vincularlo von el término “decolonización”, mostrarlo como un revolucionario “decolonizador”; es decir,  un hombre que está orientado en pensamiento y acción hacia la consolidación de los procesos  que buscan desmantelar las estructuras de poder y conocimiento impuestas por el colonialismo y la modrnidad occidental, Un revolucionario decolonizador  centrado  en la comprensión de la modernidad en el contexto de una forma de teoría crítica aplicada al valor étnico de la sociedad, desaprendiendo los rituales impuestos por la colonización, desmantelando las estructuras de poder impuestas para liberar no solamente a los hombres amerindios, sino para encontrarnos en el escenario de una segunda América, tal cual lo predijo José Manuel Briceño Guerrero, por el hecho de estar emergiendo una nueva identidad cultural de América Latina después de la independencia; identidad cultural que viene como resultado del mestizaje de los tres grandes discursos que gobiernan el pensamiento americano: el discurso indígena, el discurso europeo y el discurso africano.

El profesor Chávez es un revolucionario decolonizador, portador de una crítica autoconsciente, con la mirada puesta en un futuro universal compartido desde el mestizaje laberíntico y enriquecedor de la América del Sur y Caribeña. Al hacer lectura de los discursos, artículos y ensayos del profesor Chávez, se identifica la influencia en sus ideas de pensadores latinoamericanos como el propio José Manuel Briceño Guerrero, el pensador mexicano José de Vasconcelos, el escritor e intelectual peruano Manuel González Prada,  la figura inmortal de José Carlos Mariátegui, mostrando  un encuentro de su percepción revolucionaria con la de los grandes del suelo patrio como lo son Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora, entre otros.

De manera puntual, el profesor  Chávez  ha venido sirviendo al país desde la óptica de una capacidad para interpretar las necesidades y las aspiraciones del colectivo social venezolano; encabeza un proceso social-académico hoy día que no solamente reivindica su propia tradición anticolonial al renovar el pensamiento de Simón Bolívar, tal como lo hizo su hermano el ex presidente Chávez, en la lucha por la independencia, la lucha por la unidad de la nación latinoamericana y la lucha por la justicia social, manteniendo las banderas de las luchas históricas de los pueblos durante el siglo XX, contra el imperialismo estadounidense que, con base en su doctrina Monroe, que pretendía hacer de Nuestra América, parte de su dominio,  se motiva en los distintos escenarios del mundo, la acción retadora de establecer una postura crítica razonada hacia el neoliberal, donde el llamado es a lograr el anhelo del ex presidente Chávez de recuperar la soberanía nacional sobre los recursos y sobre las decisiones de la nación, promoviendo la unidad e integración regional para confrontar conjuntamente los desafíos de la historia; y poniendo en marcha un proceso pedagógico para contrarrestar el consenso manufacturado de los grandes medios y democratizar las comunicaciones.

El profesor Chávez comprende que la democracia con participación directa y protagónica, donde el ciudadano es agente de su propia transformación, en conjunción con el carácter popular de las Fuerzas Armadas dentro de la Revolución para garantizar la defensa integral del proyecto a través de la unión cívico-militar, es la única garantía de alcanzar una Patria sólida y reivindicadora del papel humano e histórico de su pueblo.

En su momento el ex presidente Hugo Chávez, fortaleció el proyecto revolucionario venezolano haciendo al pueblo parte de la ecuación de las nuevas raíces de una independencia radical, absoluta, transparente e infinita, consolidadas por el modelo robinsoniano de la “originalidad” de América, el principio igualitario, de democracia popular, contenido en el lema de Ezequiel Zamora con su célebre frase “¡Tierras y hombres, libres! ¡Horror a la oligarquía!”; y la visión de un “Socialismo del Siglo XXI” donde a los elementos de las luchas históricas de la clase trabajadora se le agregan elementos propios de la realidad actual venezolana y latinoamericana, resaltando la dimensión feminista, ecologista, protagónica y con una espiritualidad fundada en las tradiciones ancestrales y en la teología de la liberación.

A todas estas, la acción revolucionaria del profesor Chávez, lleva las banderas de un proceso político con identidad propia y bajo la revalorización de una sociedad donde los aspectos básicos de la vida humana no sean tratados necesariamente como mercancía; donde la salud, la alimentación, la vivienda, el acceso a la tecnología, al deporte y hasta a la cultura, asuman el sentido vital de interés y emergencia en la vida social, con la fuerza creadora de las nuevas estructuras de participación ciudadana que garantiza el poder popular en manos de las mayorías siempre desterradas de la toma de decisión del Poder; la figura de las comunas como el horizonte de una utopía concreta y alcanzable en lo local junto con la visión de un mundo pluripolar donde la cooperación y la complementariedad, en un marco de respeto a la diversidad, pudieran ordenar las relaciones internacionales y promover lo que Bolívar llamaba “equilibrio del universo”, es la conciencia revolucionaria que hoy se ven en el profesor Chávez como albacea del legado del ex presidente Chávez.

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