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Aprender a comerciar

No todo el mundo sirve para comerciante. A no todo el mundo le gusta ser comerciante. Ser comerciante no es ni bueno ni malo. Comerciar no es una afrenta a la sociedad. Hay leyes que regulan el comercio pero no que lo prohíban.

El gobierno a pesar de llenarse la boca con palabras fuertes de desprecio y descalificación de los comerciantes, está, sin embargo, fomentando la construcción de una sociedad basada en el comercio, solo que sin las limitaciones morales y legales que suelen desarrollar las naciones para controlar el efecto del comercio sobre la sociedad.

El «bachaqueo» como llaman a los pequeños comerciantes que compran más barato donde hay la oportunidad, y venden más caro donde hay la ocasión, es una forma, ya generalizada, de aprender comercio, de hacerse mercader en poco tiempo, con un curso intensivo apoyado por el estado y avalado por las necesidades creadas en la población por una economía bizarra. De ahí saldrán los pilares económicos del futuro y las transacciones financieras también, pues es indiscutible que las finanzas más visibles en el país, hoy día, son igualmente bachaqueo.

El socialismo del siglo XXI ha devenido en escuela de formación de capitalismo salvaje con énfasis en el libre mercado apoyado, estimulado y hasta financiado por el gobierno inmaduro y descabellado que nos toca padecer. El gobierno quiere que todos seamos comerciantes. Las aspiraciones del venezolano, por tanto, irán desde hacer dinero, mucho dinero, con el comercio, hasta hacer dinero, muchísimo dinero, al margen de la ley, con comisiones, prebendas, coimas, nepotismo, tráfico de sustancias y amiguismos remunerados.

Da tristeza y mucho coraje ver la Venezuela de hoy con carencias inconcebibles en medio de escasez inaceptable, saliendo a la calle a rebuscar, bachaquear e invertir un tiempo y energías preciosos en la procura de bienes mínimos como alimentos y medicinas.

Más coraje sentimos cuando vemos que empleados públicos y negociantes sin escrúpulos, se ha apropiado de tanto dinero a costa de las necesidades del país y valiéndose del engaño. Esos capitales de extracción innoble y manchados con las miserias de la humanidad, son la muestra visible de lo que es y ha sido esta etapa de nuestra historia, que algún día debe terminar y con ella desaparecer esos seres malignos que justifican lo injustificable, obtienen ventajas del sufrimiento colectivo y maltratan alevosamente el espíritu y el noble sentido de solidaridad del venezolano.

Cada semana aparece un nuevo personaje corrupto y una nueva manera de encubrimiento se descubre. Por ejemplo, el gobernador del Estado Aragua acusa al que le antecedió y éste –que se encuentra, según dicen, en los Estados Unidos, en un plan de protección de testigos– acusa, a su vez, al gobierno, pero, ni el uno ni el otro denunciaron, como era su insoslayable deber, las corruptelas de las que dicen ser testigos, por el contrario, el gobernador actual le dio dos años de ventaja, sin denunciarlo, según su propia confesión, por sugerencia de Chávez quién, por cierto, los consideraba a ambos, sus «hijos».

¿Qué más hay que decir para entender la situación?

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