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Atavismo rentístico

Los venezolanos de todas las tendencias nos regocijamos cuando proclamamos a los cuatros vientos que somos “el país con las reservas petroleras mas grandes del mundo.” No nos percatamos de que esta frase esconde una falacia y un espejismo: la noción mercantilista de que por poseer petróleo crudo en el subsuelo somos un país rico, cuando es por medio del trabajo y la capacidad de emprendimiento y por la educación de los ciudadanos, dentro de un clima democrático de libertades, que las sociedades prosperan, crean riqueza y fomentan la innovación científica y tecnológica.

Este atavismo rentístico nos condena a usufructuar inalterablemente una renta y no a producir bienes y servicios con rigor y disciplina. De ahí se derivan los males del Petro-Estado, La Maldición de los Recursos y la Enfermedad Holandesa. El fenómeno es también denominado la Paradoja de la Abundancia: la descomunal renta del subsuelo genera una intoxicación socioeconómica que convierte a los ciudadanos en “caza-rentas” (“rent-seekers”) y no en seres productivos. La renta minera se multiplica dentro de una bonanza de precios internacionales y el país receptor de esa descomunal renta deja de crecer, se contrae y se empobrece. La sobrevaluación de la moneda desplaza las industrias de bienes transables y el país se desindustrializa y pierde competitividad internacional.

El poder político, económico, social o sindical no se organiza para producir bienes y servicios públicos o privados de buena calidad y a precios razonables para satisfacer las necesidades de la sociedad, sino que se constituye para disputar cual tajada apropiarse de esa renta súbita de las entrañas de la Tierra, las más de las veces mediante métodos corruptos que deshilachan la fibra ética y moral de los pueblos. A los venezolanos nos ha hecho mucho mal pensar y actuar con una mentalidad rentística y no con una filosofía de emprendimiento productivo e inventiva empresarial.

La sociedad del conocimiento que ha emergido de la Revolución Tecnológica durante las últimas cuatro décadas ha demostrado inclusive que las naciones sin recursos minerales crecen y se desarrollan más rápida y orgánicamente que los países extractivistas dependientes de la exportación de materias primas o “jugos de la tierra,” como se decía en la Colonia. Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur y Singapur hoy son naciones del primer mundo, sin recursos del subsuelo. Japón emergió devastada de la II Guerra Mundial para convertirse en la segunda potencia económica del planeta en menos de dos décadas, hasta que China le desplazara (sigue siendo la tercera economía del mundo, sin petróleo). Entre las economías de mercado pequeñas de Asia, podemos agregar a Viet Nam y la gigante India.

Los países que han orientado sus estrategias de desarrollo hacia su inserción en la globalización y hacia la exportación de productos de creciente valor agregado, hoy registran ingresos por habitante similares o mayores a los de los países desarrollados. La tenencia de recursos minerales pierde significado ante los avances de la cibernética, la nanotecnología, la biomedicina y la biotecnología. Desde que científicos de los Estados Unidos descubrieron la secuencia del genoma humano en los años noventa (uno de los hallazgos de las ciencias más importantes en la historia de la humanidad), se abren a las naciones del mundo infinitas posibilidades de desarrollo socioeconómico, alejadas de las industrias extractivas.

Las nuevas tecnologías de extracción de petróleo y gas, tales como la exploración sísmica en tres dimensiones (3D), la perforación horizontal, la acumulación de grandes cantidades de data geológica con la capacidad inmensa de almacenamiento en supercomputadoras y la fractura hidráulica han hecho desaparecer la percepción equivocada de que existirá una eventual escasez de petróleo.

Los ingentes recursos de petróleo y gas natural no convencionales (crudo y gas de lutitas) en muchas partes del planeta, hacen poco relevante la antigua percepción de que sólo en el Golfo Pérsico-Arábigo y en Venezuela se encontraban los recursos de hidrocarburos del futuro. Múltiples países poseen grandes reservas de hidrocarburos convencionales y no convencionales, y las están monetizando con esquemas atractivos para la inversión. Árabes y persas, además, mejoran sus condiciones económicas, contractuales y tributarias para atraer los capitales, tecnologías, mercados y destrezas técnicas y gerenciales que las empresas internacionales del petróleo y el gas pueden proveer, directamente o en asociación con empresas petroleras estatales.

La sociedad digital de la III Revolución Industrial hace trizas la noción de riqueza extractivista. El mundo entra en la IV Revolución Industrial (inteligencia artificial, robótica, vehículos autónomos, internet de las cosas, nuevas tecnologías de materiales, etc.), y los venezolanos seguimos pensando que el tener “las reservas mas grandes del mundo,” sin trabajar y sólo percibiendo prebendas rentísticas, nos hará salir del subdesarrollo y el atraso, cuando en el siglo XXI la base de la riqueza está en el talento humano y en su capacidad de innovación productiva.

@lxgrisanti

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