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Boudou: la improbable renuncia o la licencia forzada

Su situación judicial es grave y puede, en poco tiempo más, entrar en estado de coma. Su accionar impune dejó huellas imposibles de borrar aún para los jueces más benevolentes y más proclives a la presión del Poder Ejecutivo, que es como entiende la Justicia el kirchnerismo.

Descartado por ahora el juicio político – el trámite bochornoso que impuso el oficialismo para evitar más debates incómodos– los senadores kirchneristas no saben qué hacer con esa brasa ardiente. Un vicepresidente que no está en condiciones políticas de presidir una sesión del Senado es una mochila cada vez más pesada: la causa por papeles truchos de un auto y la de enriquecimiento ilícito que avanza sin pausa, pone a los legisladores en una encrucijada. Ya Miguel Angel Pichetto habría avisado que ese es su límite. Nunca se bancó a Boudou y sus torpezas en el Senado, pero lo toleró por esa disciplina que el senador exhibió tan bien con cualquiera de sus jefes, Menem o Cristina.

Si el titular del bloque tiene esas dudas, incentivadas por su futura carrera política, uno puede imaginar las tribulaciones de los restantes senadores.

Los radicales le mostraron, con la carta que presentaron en el Senado, que su retorno a las sesiones será problemática. El Frente Amplio Progresista piensa en retirarse de cada una de las reuniones en la que aparezca Boudou. O, al menos, eso es lo que dicen que harán.

Boudou clama por apoyo y lo obtiene de su jefa, nada menos. El argumento es que es preferible que siga siendo el pararrayos para que las denuncias que hoy lo sacuden no alcancen a la Presidenta.

Se trata de un razonamiento ramplón: si Cristina hizo todo bien, ¿qué es lo que teme? Esta causa no nació ahora, viene de lejos. El tiempo suficiente para que Cristina se haya sentado con Boudou y mirándolo a los ojos le hubiera preguntado qué es lo que hizo con la empresa Ciccone y quién le pidió que se ocupara de apoderarse, como dice el juez, de una fábrica de hacer billetes.

La idea de que toda investigación es una conspiración política descalifica cualquier prueba y es una manera de justificar la corrupción.

Entonces, a pesar de las declamaciones de la fracción ultra K en defensa de Boudou, éste debe saber que su tiempo se está agotando y que la investigación judicial sobre él sólo traerá noticias desagradables.

Tiene frente a sí dos opciones: renuncia o licencia. Parece no tener coraje para dar el primer paso, que es el que correspondería para un vicepresidente asediado por sus propios actos de corrupción. Entonces, la licencia aparece como casi obligada y quizá las presiones internas de sus antiguos compañeros lo lleven a presentarla para aliviarlos de una carga y un desgaste que los tiene contra las cuerdas.

(Clarín.com)

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