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Cabemos todos con el mazo dando

Si un lema se puede encontrar en las palabras de Felipe VI ese es de ‘cabemos todos’. Es su ‘yes we can’ pero en castellano. No hace falta un anglicismo para tener fuerza discursiva. Una expresión digna, un eslogan fácil, un sentimiento de apretujarse, así, como para subir en ascensor. Una forma elegante de decirles a los españoles que todos los cuarterones del escudo que le representa como Rey es un espacio en el que caben todos, que hay espacio para cada uno y que desde esas diferencias es que se construye el gran país que es España.

El nuevo Rey Felipe VI busca una respuesta al alimón del soberano representado en las Cortes y sus autonomías. Escruta -usando a grandes del verbo español- en las miradas de los presidentes autonómicos, de los diputados y senadores, de los tribunales, esa España unida y diversa de la que habló.

Las voces se volcaron a hablar del maratón de saludos, del Rolls Royce, de la escueta forma de entronizarse. No han leído con atención el reclamo de su Rey. Que para ser grandes hay que creérselo. Nada de estar lloriqueando por los goles no metidos en los partidos jugados en el mundial. Se trata de eso, de creerse grandes, poderosos como su generación, preparados como tantos emprendedores que nacieron antes y después de 1968.

Ese espacio de ascensor, en el que cabemos todos con la complicidad de un guiño que dice ¿quepo? Luego, de esa frase rápida, esperamos siempre esa mano presta que toca el botón del mando de las puertas y, que abre, en el último momento, para dejar que entre uno más. Eso buscó Felipe de Borbón ayer. Lo tuvo, muchos lo siguieron. Muchos quedaron encantados con su familia, se vieron reflejados en ese hacer que los hijos crezcan. En el trabajo silente de construir por España. En aquellos que han sabido entender que lo institucional está por encima de las apetencias de cambio urgido de saltarse los procedimientos.

Ya le tocará al Rey seducir con sus acciones para pedir, si las cortes le escuchan, una consulta sobre el Estado que se quiere en esta España que se inició el jueves 19 de junio. Ya habrá tiempo para que los republicanos digan, para hacer las transformaciones necesarias, para impulsar al país necesario. Por lo pronto, obedece la Constitución, la jura, la quiere como listón moral para sí mismo. Ese texto que votó en su día el 78 por ciento de los españoles que hoy son los padres y abuelos en esa tierra.

España es un ejemplo de cambio, de transformaciones que, en cuatro décadas han sabido salir de su atraso, montar un aparato de Estado, sumarse al tren de Europa, crear riqueza y si, es verdad que tiene sus problemas económicos y de desempleo, pero tiene al menos, la voluntad de la corona de querer transformar. Ojalá que algunas naciones que otrora fueron colonias de España siguieran el ejemplo del lema de Felipe VI, ‘cabemos todos’. Ojalá que lejos de darse golpes de pecho buscando el respaldo divino -de ruegos a Dios y a la Virgen- esos presidentes electos, pudieran invocar como eslogan para sus patrias, ese ‘cabemos todos’ laico.

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