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Cámaras en Tanhuato

La semana pasada, Carlos Loret de Mola informó en su columna de El Universal que había podido leer el peritaje del Ministerio Público sobre la hecatombe de Tanhuato, donde murieron 42 presuntos sicarios o delincuentes y falleció un policía federal. Desde que aparecieron las primeras noticias relativas a este enfrentamiento, muchos pusimos en duda la versión oficial sosteniendo que parecía inverosímil, por más ineptos que fueran los presuntos criminales y por mejor entrenados que fueran los policías federales, no cuadraban las cuentas: 42 versus 1. Invocamos los llamados índices de letalidad que, como lo demostró Catalina Pérez Correa desde hace tres años en Nexos y de nuevo en el número de julio, simplemente no resultan creíbles en México.

La versión oficial fue mantenida hasta hace unos días; después de la columna de Loret de Mola, Carlos Puig reveló que él había buscado información de la PGR al respecto, no obtuvo respuesta.

Cito el texto de Loret de Mola: “A dos meses de distancia el MP ha concluido los peritajes de este episodio y contradice lo difundido por la Comisión Nacional de Seguridad y la Policía Federal. Más de 70 por ciento de las víctimas aparece con el tiro de gracia en la nuca. Las necropsias arrojaron que incluso uno de los cadáveres no presentaba impacto de bala y que habría sido matado a golpes. Se concluye que los cuerpos fueron movidos y las armas con las que fueron encontrados en realidad se las sembraron, al grado que a varias de ellas les encajaron cargadores que no son del mismo modelo y no hubieran podido ser accionadas en combate… El peritaje, al que tuve acceso, concluye que el enfrentamiento sucedió entre las 4 y las 5 de la mañana y fue hasta horas después que la PF dio aviso”.

Este peritaje es cierto, o no. Si lo es, nos encontramos frente al mayor crimen de Estado en muchos años en México. Si no lo es, resulta relativamente fácil para las autoridades desmentirlo y divulgar el verdadero. No pueden seguir existiendo dudas sobre asuntos a la vez trágicos y sencillos: murieron 43 personas y no sabemos por qué. Una primera solución hacia el futuro podría ser la que comienza a ponerse en práctica en EU; en México podría hacerse por fuerzas federales: quien está al mando de una operación de este tipo lleve una cámara y filme lo que está sucediendo, especialmente si se trata de un operativo en helicóptero o en transportes blindados. Así dejaríamos de especular, y la autoridad dejaría de defender lo indefendible.

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