Capitalización de la gira de Guaidó
La gira del presidente Guaidó ha resultado exitosa, pero no podemos conformarnos con la complacencia y ahora lo importante es cómo capitalizar el éxito alcanzado y potenciar su efecto para recuperar la democracia.
Esto requiere no dejar enfriar el triunfo (ni fuera ni dentro), conversar con quienes inciden de manera decisiva en el chavismo, tocar las teclas adecuadas y proceder con la necesaria discreción para concretar los objetivos.
Simplificando los ángulos de abordaje, habría que tomar en cuenta que los chinos son pragmáticos y necesitan asegurarse de que lo mejor para sus inversiones, es el cambio del régimen que resultó un barril sin fondo, poco confiable, pésimo deudor e incómodo para su proyecto de alcance mundial, el cual necesita ejemplos más atrayentes y menos controvertidos, especialmente en nuestra región, que demuestren las bondades de la cooperación china.
Por su parte, los rusos tienen nostalgia de superpotencia, la cual les insufla un cierto espíritu de confrontación que, en nuestra parte del mundo, adquiere connotación particular por los antecedentes que todos conocemos. Los rusos tratan de sacar réditos del pasado, del veto en la ONU, de su gas y de su industria bélica, aunque ya sea el tercer exportador de armamentos, tras Estados Unidos y la China (que no los usa como su mascarón de proa). Tienen poca dimensión financiera para su accionar exterior, pero juegan sus cartas con cierta habilidad y, al parecer, en estos días, el veterano Canciller ruso se apresta a viajar a Cuba, México y Venezuela, en visita cuya intención y oportunidad no sorprenden a nadie. Como a todo al mundo, a los rusos tampoco les gusta ser desairados y habría que buscar una salida que les permita sacudirse del estorboso régimen chavista sin perder la cara; la pirotecnia que seguramente veremos de parte y parte, sirve para fortalecer su posición negociadora; ya no se trata de un problema ideológico, sino de un juego de poder mundial por motivos crematísticos.
A Estados Unidos, hay que terminar de convencerlos de que se requiere actuar de manera más decisiva y negociar la suerte del chavismo, con las otras dos potencias involucradas, lo cual incidiría también en la actitud del régimen cubano. A los Estados Unidos no le conviene los crecientes riesgos en la vecindad que significa el contubernio entre la experiencia castrista y la corrupción chavista, lo cual agrava el problema del narcotráfico, proporciona facilidades a grupos terroristas, a países con aviesas intenciones contra ellos; además, el fin del chavismo incidiría positivamente en los 34 millones de votantes latinos, de especial importancia en año electoral.
Luego de la aclamación de Guaidó en el Congreso de Estados Unidos, de las palabras y de la entrevista con su Presidente, es necesario y urgente que capitalicemos el momento para pronunciarnos por una vía más expedita que el paulatino desgaste por sanciones del régimen chavista, la cual bien puede ser una negociación internacional entre el país que más lo adversa y los que le han facilitado sobrevivir hasta ahora, que proporcionaría una salida (incluso para el régimen chavista), sin los traumas de la opción militar, la menos probable y la más dificultosa.
No es tan descabellado pensar, que una vía de esta naturaleza, sería la más conveniente para todos.
