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Carlos Medina, Cabimas Kairi

Ángel Rafael Lombardi Boscán

“¿Qué hace a uno héroe? Hacer frente al máximo dolor y a la máxima esperanza”. Nietzsche (1844-1900)

Conocí a Carlos en la Universidad del Zulia. Ya era un historiador consolidado, y solitario. De esa rara especie que para mantener su independencia no podía transarse como lo hacen la mayoría. Creía en la historia como una militancia a favor de un mundo mejor. Era de izquierda, y abrevó en Marx. Recientemente conocí a uno de sus hijos, un joven simpático y educado, hechura de su padre, cuyo nombre es Karl. Carlos fue personalmente un hombre modesto y cauto, apasionado y absolutamente integro desde el punto de vista intelectual.

Carlos Medina escribió lo que puede considerarse la mejor obra histórica sobre Cabimas, la ciudad petrolera, en la costa oriental del Lago, que vive de las migajas de Maracaibo, así como Maracaibo, vive de las migajas de Caracas. Su “historia” es erudita y sensata. El dato minucioso y tercamente trabajado le hizo reconstruir como un arqueólogo afanado los cimientos de su ciudad tutelar. Lamentablemente lo esencial de sus investigaciones sobre Cabimas aún no conoce difusión bibliográfica.

“A partir de todo lo que se ha expuesto se puede pensar que la Cabimas hispana se puede remontar a la época de las encomiendas, si es así, intuimos pudo haber comenzado por mediados del siglo XVII, es decir por allá en el año de 1650, a partir de ese año extremo habrá de realizarse una búsqueda documental en el Registro Principal de Maracaibo para avanzar hasta la primera mitad del siglo XVIII. En esos manuscritos allí depositados abundan las referencias a encomenderos a todo lo largo de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, y si se corre con suerte se podría conseguir una pista sobre los primeros pobladores del ámbito histórico territorial de Cabimas si esta hipótesis es acertada y como tal corroborada por los manuscritos históricos. Por último, si hubo la entrega de encomienda a Juan Benítez en la desembocadura de ese río donde estaba asentado un pueblo de indios, entonces, la data puede extenderse incluso al remoto año 1600. Con todo lo descrito hasta acá creemos haber proyectado una vaga respuesta a las interrogantes. ¿Qué tan antigua era aquella ocupación en el Alto de Buenavista? o de un modo más amplio ¿Qué tan antigua era la Cabima montañosa y la Cabimas como totalidad? Interrogantes que nos invitaron a ingresar en el tiempo cronológico y sondear sus profundidades. Buceo en el cual se pudieron percibir las espirales que forma el tiempo histórico cabimense”.

Carlos Medina siempre entendió que la historia es básicamente un misterio humano y que el tiempo una categoría metafísica apenas reconocible desde certezas incumplidas. Por eso fue capaz de establecer con humildad algo impensable para los historiadores “monumentales” y pretendidamente “científicos”: su falibilidad. “Con todo lo descrito hasta acá creemos haber proyectado una vaga respuesta a las interrogantes”. Muy pocos llegan a éste tipo de conclusiones sobre el estudio del pasado. La mayoría, desde una arrogancia presuntuosa, asume que ha resucitado el pasado.

Carlos Medina nunca dejó de estudiar. Ya eso es suficiente para entender toda una trayectoria abnegada y comprometida con su trabajo intelectual como universitario cabal que fue. Creó un Blog, cuando apenas las redes sociales se estaban convirtiendo en las plataformas que hoy son para difundir y debatir la cultura, cuyo nombre era más y nada menos que: http://incomodisimo.blogspot.com. El blog trataba, semana tras semana, con una constancia infatigable, sobre: “Reseñas de textos transgresores y comentarios agridulces sobre verdades incomodas”. Esas “verdades incomodas” que tanto apasionaban a Carlos Medina lo ubican desde la postura del crítico leal, serio y responsable. No dejé de recomendar a mis propios estudiantes la visita a éste Blog retador e iconoclasta.

La Independencia de Venezuela, Simón Bolívar y Francisco de Miranda fueron otros temas que nos produjeron muchos debates con relación a un proyecto republicano y bolivariano divorciado del discurso del Poder que monopoliza el presente desde la atadura de los recuerdos. Las “batallas por la verdad histórica” apasionaron a Carlos Medina y por eso sufrió en carne propia las inconsecuencias de la historiografía del status quo y la de algunos colegas mezquinos gustosos de transitar el oficio de avergonzar al prójimo.

Su fe en la humanidad siempre estuvo en el centro de sus cavilaciones y su Venezuela querida junto a su familia también.

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