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Carta abierta a Leopoldo López

Querido Leopoldo: he seguido con admiración, con asombro y honda preocupación tu lucha heroica, justa y valerosa contra la dictadura que nos aherroja. En medio de una sociedad complaciente, apática y en parte corrompida, como la que ha llegado a ser la nuestra, que un día fuera motivo de nuestro orgullo y hoy de nuestra vergüenza. Tu gesto en solitario junto a los muchachos que te acompañan en su decisión de enfrentar al régimen con riesgo de sus propias vidas nos reivindica como Nación, nos salva de la humillación de la cobardía. Nos devuelve la confianza en nosotros mismos.

Quiero confesarte a ti, a los tuyos y a cuantos puedan leer estas palabras, que comparto absolutamente tu visión de país, tu proyecto de Nación, tus esfuerzos políticos. Que son los mismos, a grandes rasgos, de otros dos venezolanos de excepción que admiro y acompaño sin vacilaciones: María Corina Machado y Antonio Ledezma. Los tres políticos más incorruptibles, lúcidos y valiosos con los que contamos los venezolanos en este momento amargo, de profunda decadencia, envilecimiento moral y patético abandono.

Son quienes mejor encarnan y representan ese sencillo programa que un venezolano ejemplar como Gustavo Tarre enunciara, para respuesta a esa desconsideración moral y falta de integridad e inteligencia de quienes estiman que la oposición venezolana “carece de programa y sólo expresa negatividad pura”: el regreso pleno al Estado de Derecho y la vigencia de la Democracia.

Sin temor a ser injusto o a equivocarme, creo que sólo de ustedes podrá emerger la inspiración, la fuerza, la orientación política y la dirección intelectual y espiritual capaz de reconstruir al país. Hacer posible no sólo el desalojo de este ominoso gobierno para montar un remedo de lo que fuera la mal llamada Cuarta República, con sus nuevas componendas, sus acomodos, sus repartijas y sus sinvergüenzuras. Lo que no sin desprecio llamo “la sexta república”. Sino dar paso a una Venezuela moderna, próspera, progresista, eminentemente civil, respetada en el concierto mundial como lo fuera aquella que supo oponerse con grandeza y valentía al castrocomunismo que hoy secuestra nuestras instituciones y saquea nuestros recursos de la mano de sus esbirros nacionales.

Creo asimismo que ese cambio profundo y necesario no será posible sin la expresión masiva, unánime, poderosa e indetenible de aquellos sectores de la sociedad civil perfectamente conscientes de la misión que ustedes representan y que considero, respaldado en las encuestas, que constituyen hoy la mayoría consciente y civilizada de nuestro país. Sólo un cínico, un manipulador o un menguado intelectual puede creer y sostener que ese cambio necesario pueda producirse sin el protagonismo vital, consciente y activo de las masas. Y el despertar de su inmoral apatía o, peor aún, del servicio que le prestan a poderes extranjeros, de aquellos que juraron defender nuestra soberanía con las armas en la mano.

Pero ese cambio no será producto de un solo gesto de rebeldía ni de un sacrificio individual. Será el producto del trabajo incesante en el seno de las mayorías conscientes y no contaminadas de la sociedad civil, como lo supieron tu abuelo Eduardo Mendoza, del que descienden tus mejores bríos, y Rómulo Betancourt que nos enseñara a rebelarnos junto a esa pléyade de grandes venezolanos de la generación del 28. En rigor, el único gran antecedente histórico generacional que nos determina, pues de él emerge la única democracia auténtica de que hemos disfrutado los venezolanos en 200 años de existencia republicana.

Por todo lo anterior, creo que con este inmenso sacrificio personal, existencial tuyo y de los compañeros que se han sumado a tu huelga de hambre, se ha avanzado en Venezuela y en el mundo en la toma de consciencia de la vil, ruin y mendaz dictadura que nos aherroja. Sin la obra que iniciaras a comienzos del año pasado, sin la inmensa generosidad de la juventud que te sigue y representas mejor que nadie, sin esta huelga de hambre que ha sacudido al mundo intelectual y político del planeta entero: artistas, escritores, intelectuales, personalidades políticas, ex presidentes y parlamentarios, estaríamos muchísimo más cerca de la apatía absoluta y el dominio totalitario de lo que estamos hoy.

Por todo lo anterior, y en atención a la inmensa falta que nos haces, al papel estelar que jugarás en tiempos tan próximos que ni siquiera podemos imaginarlos, a la felicidad que nos permitirás de verte sonriente con tu bella mujer y tus maravillosos hijos, junto a Antonieta, tu madre, Leopoldo, tu padre, y Diana tu hermana, mi esposa, mi familia y yo, seguros de expresar lo que es el sentimiento unánime de las grandes mayorías democráticas de la Patria, te pedimos respetuosamente levantes tu huelga de hambre y nos envíes tus rayos de esperanza, así sea desde la injusta prisión que padeces. Un día reciente, Pompeyo Márquez, uno de los más notables y sobresalientes venezolanos a quien admiro y respeto, me pidió, si tenía la ocasión de comunicarme contigo, te dijese que no temieses a la cárcel, que es escuela de grandes hombres y que te cuidaras, porque como otros ejemplares casos históricos, saldrías de ella directamente a encabezar nuestro próximo gobierno.

Los más cálidos y afectuosos saludos de Soledad, de Anasol, de mis nietos y el mío, con el cariño, el respeto y la admiración de siempre

Tu amigo

Antonio Sánchez García

@sangarccs

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