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China: Dinamizar el comercio a través de la ruta de la seda

Este domingo y lunes, 14 y 15 de mayo, Beijing será la sede de una cumbre que reunirá 28 Jefes de Estado y de Gobierno, quienes hablarán sobre comercio y proyectos de infraestructura destinados a revivir uno de los primeros caminos que abrieron paso al comercio internacional y al descubrimiento de América, en la conferencia sobre la nueva ruta de la seda, también conocida como “Una correa de un camino” (OBOR).

La conferencia tiene como objetivo crear nuevas oportunidades de desarrollo para las  provincias pobres de China occidental, pero también propiciar la integración regional de todos los países que un día estuvieron a lo largo de esa ruta milenaria del comercio, donde abundan fuentes de energía y ha sido el transito tradicional de mercancía entre África, Europa y Asia.

China ha decidido posicionarse para influir de manera decisiva en el proceso de integración de Eurasia a través de la nueva ruta de la seda. Para ello, China ha optado por la inclusión, sin importar los tipos de gobierno, las ideologías o regímenes políticos existentes en los países, invitando a todos los actores públicos y privados a participar en este proyecto ambicioso; todo dentro del contexto de la economía de mercado y al margen de la ayuda al desarrollo.

Un proyecto tan ambicioso deberá va impactar en toda Europa, sobre todo en Europa Oriental, en la región de los Balcanes, Oriente Medio y Asia Central. Pero para ello, para su éxito, requiere de la adhesión de más países y muchos inversionistas; va necesitar de la voluntad política de los gobiernos para incorporarse a él, para impulsar su desarrollo y moldearlo paulatinamente, convirtiéndolo en un motor del crecimiento económico y del desarrollo regional.

Por ello, más que una conferencia se trata de un foro internacional sobre un proyecto ambicioso de construcción de infraestructura para la integración regional y comercio, el cual unirá a África, Asia y Europa; el cual, sin duda alguna, contribuirá a aumentar la influencia de China fuera de sus fronteras a expensas de Occidente, ávido de las millonarias inversiones chinas para superar la crisis y el lento crecimiento de sus economías.

Esta conferencia ha sido calificada como la mayor reunión diplomática del año en China. La conferencia había sido anunciada por el presidente Xi Jinping en Davos, en enero pasado, cuando haciendo frente a la predica proteccionista del presidente Donald Trump, el presidente chino pasó a convertirse en el defensor del libre comercio y ahora con ella, pasa a encumbrarse para decirle al planeta, que para decidir el futuro de la humanidad deben contar con China.

Lejos de lo que algunos analistas pudieran pensar, la conferencia sobre la nueva ruta de la seda no está relacionada con la Cumbre del Grupo de los 20 (G20), la cual se efectuará en Alemania del 7 al 8 de julio próximo; tampoco tiene vinculo alguno con la Cumbre de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC), se trata de un foro donde se expondrán los grandes proyectos de infraestructura y comercio para revivir la ruta de la seda.

Este gran proyecto comercial y de infraestructura que pretende unir a Asia, Europa y África no es una idea nueva. Xi Jinping habló por primera vez de él en el otoño de 2013 en Kazajstán y en esta columna hicimos referencia a ello. Desde entonces, se han producido más conferencias y reuniones en China y en el extranjero, dedicadas a discutir sobre los medios para materializar ese proyecto, pero esta vez China quiere pasar de la discusión a los hechos en esta cumbre internacional de alto nivel.

A esta cita están invitados no sólo Jefes de Estado y de Gobierno, se han dado cita empresarios, representantes de instituciones internacionales y de la sociedad civil, intelectuales y todos los medios de prensa del planeta, por lo que se esperan a más de mil doscientas personas. Entre los líderes del mundo presentes destaca el presidente ruso, Vladimir Putin, los primeros ministros de España, Grecia, Italia, Hungría.

Sin duda, se trata de una expresión abierta de poder y capacidad de expansión de China en la región, la cual provoca cierto recelo en Bruselas, Moscú y Nueva Deli, por la influencia de China en Asia Central y más allá de esa región; pero el gobierno chino, precisamente, pretende utilizar esta conferencia para aclarar las dudas y los miedos entre sus vecinos y socios, pues las intención es de Beijing son que la nueva ruta de la seda aparezca como un proyecto cooperación regional y no como una imposición de China; un proyecto que deberá ir sumando proyectos de infraestructura nacionales, construyendo así la infraestructura para integración y el comercio regional.

Pero detrás de ello hay mucho más. Estratégicamente China está tratando de exportar su exceso de capacidad de producción de carbón, acero, aluminio, por ejemplo, y de crear nuevas oportunidades de desarrollo en los mercados emergentes; a la vez, aspira a mejorar su acceso a los recursos energéticos que necesita y materias primas. Es por eso que la nueva ruta de la seda se basa en la creación de ferrocarriles y corredores marítimos que interconectarán las diferentes regiones de Asia Central y el sudeste de Europa.

Son grandes proyectos de infraestructura financiados y controlados por China. Para comenzar, existen fondos por 40 mil millones en participaciones de las compañías que trabajan ya en estas nuevas rutas de la seda; además, 100 mil millones del Banco Asiático de Desarrollo para inversiones en infraestructura, donde participan 57 países como accionistas; pero China desea que se sumen otros países y aumente el capital para esas obras gigantescas que se han diseñado.

A ése paso, pronto veremos unida a Asia con América a través del estrecho de Bering, haciendo emerger de nuevo el puente de Beringia o construyendo sobre él un sistema de carreteras y vías de ferrocarril, pues no hay nada imposible que China no pueda hacer realidad hoy, más aún si en lugar de derrochar recursos en guerras innecesarias, Rusia y los Estados Unidos se unen a un colosal proyecto de infraestructura; quizá ello ayudaría a hacer realidad el proyecto del presidente del ferrocarril ruso, Vladimir Yakunin, llamado Cinturón Transeuroasiático.

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