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China penetra América Latina con créditos a países en penurias

Los angoleños en general agradecen la participación de China en la reconstrucción del país africano, pese a la mala calidad de algunas carreteras y edificios construidos por empresas chinas, sin emplear, además, mano de obra local.
Para recuperar su infraestructura destruida por la guerra civil, Angola necesitaba financiamientos que le fueron negados por el Occidente, mientras China aportó sus créditos e ingeniería, sin imponer condiciones imposibles para un país que solo conoció la paz 27 años después de su independencia en 1975, arguyen dirigentes angoleños.
En situaciones distintas, al otro lado del océano Atlántico, varios países latinoamericanos en dificultades financieras han recurrido últimamente a esa especie de ventanilla crediticia de última instancia. Argentina y Venezuela, por ejemplo, sin acceso a créditos internacionales, obtuvieron préstamos abultados de bancos chinos.
En la lógica china, no tiene sentido quitar capacidad de endeudamiento a países de gran producción agrícola o que poseen sobradas materias primas, especialmente hidrocarburos. No hay porque dudar de su solvencia si disponen de productos como garantía, poco importa la razón de sus infortunios.
Petrobras, el grupo petrolero estatal,  pudo anunciar el 1 de abril un alivio chino de 3.500 millones de dólares en sus finanzas, debilitadas por el escándalo de corrupción que desde 2014 hace temblar la economía, el gobierno, gigantes empresariales y varios partidos políticos en el país.
El préstamo del Banco de Desarrollo de China (BDC) ayuda Petrobras a mitigar una tempestad que comprende también errores groseros de gestión, que elevaron en decenas de miles de millones de dólares los costos de construcción de dos refinerías, de la compra de otra planta en la ciudad estadounidense de Pasadena, y en otros proyectos.
Las crisis de posibles proveedores son oportunidades para China, pero no son indispensables. El mismo BDC ya había prestado 10.000 millones de dólares a la misma Petrobras en 2009, cuando la petrolera parecía próspera con las gigantescas reservas recién descubiertas bajo la capa de sal en el fondo del Atlántico brasileño.
El acuerdo del préstamo asegura, como pago, 10 años de suministro de petróleo a China.
Intercambio desigual
De esa forma “la potencia financiera de China tiende a acentuar el desequilibrio comercial”, en que países o regiones enteras le exportan casi solo bienes primarios e importan manufacturas chinas, reconoció Luis Afonso Lima, presidente de la Sociedad Brasileña de Estudios de Empresas Transnacionales y Globalización Económica (Sobeet).
Mineral de hierro y soja concentran 75 por ciento de las exportaciones brasileñas a China, destacó. En las importaciones la casi totalidad es de manufacturados.
Pero “se trata de un socio nuevo, con el cual hay gran complementariedad y se puede construir una situación de gana-gana, si supiéremos conducir bien la oportunidad”, sostuvo Lima.
“Brasil tiene que hacer su propia tarea, definir lo que quiere de China, en una estrategia de largo plazo, y negociarlo, no quedarse en la posición pasiva, de solo reaccionar ante las demandas chinas”, reclamó.
En su evaluación, el momento actual sería oportuno para cambios en ese intercambio desigual, porque China vive “la perspectiva de reducir sus exportaciones y estimular el dinamismo de la demanda interna, mientras en Brasil, al revés, el mercado interno tiende a debilitarse, requiriendo más exportaciones”.
Pero Lima reconoce que las dificultades económicas y políticas que enfrenta Brasil no favorecen la definición de estrategias y objetivos de largo plazo para una negociación con una potencia ascendiente.
Inversiones en bonanza
El avance chino en América Latina se ejerce también por crecientes inversiones. La Sobeet identificó 69 proyectos anunciados para Brasil desde 2010, la gran mayoría de industrias de transformación y sumas medianas, de menos de cien millones de dólares.
Solo tres están en el podio de financiamiento de miles de millones de dólares, liderados por State Grid, la corporación estatal de energía, con 5.000 millones de dólares para la adquisición principalmente de líneas de transmisión eléctrica. El segundo extraerá y exportará mineral de hierro y el tercero procesará soja.
La lista no es completa, por la dificultad de monitorear las inversiones chinas que pasan por otros países, como los europeos, antes de llegar a su destino productivo sin declarar su nacionalidad original, lamentó Lima.
China viene aumentando sus inversiones directas en el exterior desde el inicio del siglo, alcanzando 206.874 millones de dólares en 2013, según datos de la Organización de las Naciones Unidas divulgadas por Sobeet.
América Latina no ha sido un destino prioritario, ya que solo 4,1 por ciento de esas inversiones se destinaron a la región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Pero lo será en los próximos 10 años, en que China invertirá 250.000 millones de dólares en la región, anunció el presidente  Xi Jinping, en enero en Beijing, durante el primer Foro Ministerial entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Algunos proyectos serán excepcionales, como el canal interoceánico de Nicaragua que competirá con el de Panamá y que se estima costará 40.000 millones de dólares, cuatro veces su producto interno bruto.
Buena parte del capital ya aplicado es petrolero. Compañías estatales chinas del sector ya están presentes en la extracción de hidrocarburos en Argentina, Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela.
Pero el incremento más espectacular en las relaciones China-América Latina ocurrió en el comercio, que se multiplicó por 22 en los 13 primeros años del siglo. El intercambio sumó 275.000 millones de dólares en 2013. Y prácticamente se duplicará al finalizar esta década, pronosticó Xi.
La expansión extremó el desequilibrio y mejoró los términos de intercambio con la subida de los precios de los productos básicos latinoamericanos, que duró al menos hasta 2012.
Penetración crediticia
Las cifras de los préstamos chinos a la región son menos destacadas, pero reflejan también la expansión de la potencia asiática y sus intereses prioritarios en petróleo, minerales y productos agrícolas.
De 2005 a 2014 esos créditos sumaron 119.000 millones de dólares, según el banco de datos del Diálogo Interamericano, un foro que reúne dirigentes políticos y empresariales de las Américas, incluyendo expresidentes de varios países.
De ese total, casi la mitad, 56.300 millones de dólares, se concedió a Venezuela, dueña de las mayores reservas de petróleo del mundo. Le siguen Brasil y Argentina, grandes exportadores de soja, con 22.000 y 19.000 millones de dólares, respectivamente.
México, segundo mayor economía latinoamericana, quedó en sexto lugar en la preferencia de los bancos estatales chinos, con 2.400 millones de dólares, menos de un cuarto de lo que recibió Ecuador (10.800 millones de dólares) y superado incluso por Las Bahamas (2.900 millones).
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