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Cien bolívares pagaderos al portador

«Cien bolívares pagaderos al portador en las oficinas del banco» es la frase estampada  en todos los billetes  emitidos por el Banco Central de Venezuela, al pie de la cual, solemnemente figuran las firmas del presidente y del primer vicepresidente de la institución para dar fe de la promesa «sacrosanta» que asume el ente emisor.
Hace más de ocho siglos los primeros billetes comenzaron a circular en China. La acuñación de ese papel moneda se autenticaba «con tanta pompa y ceremonia como si fuera realmente de puro oro y plata y circulaba por todos los confines de los dominios del Gran Khan; no hay persona que ose, a riesgo de su vida, rehusar aceptarlo como pago»  se reseñaba en la obra «Los Viajes de Marco Polo».
El uso de los billetes se fue generalizando en todo el mundo. Originalmente debían estar totalmente respaldados por su equivalente en oro.
Los bancos centrales cuentan con una serie de restricciones a la hora de emitir dinero. De hecho esto es así porque su función principal es la de preservar el valor del signo monetario. Por ello, en todas las economías modernas los bancos centrales son autónomos a fin de impedir que los gobiernos los usen para financiar el gasto público mediante emisiones de dinero sin respaldo, lo cual irremediablemente conduce a la inflación y a la destrucción del valor de la moneda.
Sin embargo, en nuestro caso, se ha eliminado la autonomía del Banco Central de Venezuela colocándolo a merced de la voracidad del fisco. La tragedia se inicia cuando en el 2004 Chávez le exige al BCV entregarle «un millardito de dólares» de las reservas internacionales para invertirlo en la agricultura. No entendía el presidente que ese millardito no estaba ocioso. Respaldaba el valor de los bolívares que circulaban en la economía.
Eliminada la autonomía del ente emisor, el BCV ha perdido todo pudor a la hora de imprimir dinero inorgánico (sin respaldo) para financiar el gasto público y cubrir el déficit fiscal. El caso más aberrante es el de PDVSA. Esta, que antes era vital para financiar con sus aportes los requerimientos del estado, ha caído en tal nivel de postración que, para poder seguir operando y cubrir el inmenso déficit en su flujo de caja, requiere que el Banco Central le preste auxilios financieros por montos que enturbian el entendimiento.
Entre el 15 de junio y el 16 de setiembre del 2016 los auxilios financieros del BCV a PDVSA aumentaron en un 90%.  Una vez que se incorporan al torrente monetario, esos bolívares nuevos generan un aumento en la demanda de bienes y servicios; pero dada la gravísima escasez que impera en nuestra economía, se desvían hacia la compra de dólares. He ahí la causa de lo que en las últimas semanas ha ocurrido con el paralelo.
Al revisar los informes del Banco Central,  en el capítulo de los agregados monetarios (base monetaria), encontramos que el BCV le ha prestado a la petrolera auxilios financieros por un total de 3,6 billones de bolívares, equivalentes a la asombrosa cifra de 31 veces el monto de las reservas internacionales totales en poder del BCV que en este momento son del orden de los 11.000 millones de dólares.
Se trata de bolívares inorgánicos (sin respaldo) que ha emitido el ente emisor y que se han incorporado a la base monetaria a través del gasto de PDVSA, transformándose así nuestra casa matriz petrolera en la principal responsable de que Venezuela padezca la inflación más alta del mundo. ¡Qué tristeza!
No estando al tanto los ciudadanos de los manejos que se esconden tras la emisión de dinero por parte del Banco Central de Venezuela, depositan su confianza en la seriedad del ente emisor. En la práctica el dinero que circula en el país ha pasado a ser lo que los economistas llamamos «dinero fiduciario» que es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad en el ente emisor. Su valor ya no depende tanto del respaldo en metales preciosos y reservas, sino de una promesa de pago por parte de la entidad emisora. Esa promesa solemne de pago es la que queda plasmada en la frase mencionada al principio de este artículo:  «pagadero al portador en las oficinas del banco».
Pues bien, el BCV ha roto su promesa atentando contra la fe y la confianza de la comunidad al anunciar que no va a pagar los billetes de 100 que no sean canjeados en 72 horas. Con tal acción los billetes que emite podrían ser comparados con billetes de monopolio y la palabra de sus autoridades pasa a valer poco menos que nada.
El BCV está desconociendo la paternidad sobre billetes que emitió de manera irresponsable. Lo cierto es que los ciudadanos fueron doblemente estafados. Primero cuando se imprimieron esos billetes y segundo cuando se desconocieron.
Los venezolanos están sintiendo en carne propia las consecuencias y se sienten traicionados. La tensión en la calle es alarmante.
Va a ser difícil que la comunidad recupere su confianza y, por ello, cada vez más los ciudadanos buscarán el dólar para resguardar el valor de sus ahorros. Los nuevos billetes nacen heridos de muerte.
@josetorohardy
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