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Coca Tan Blanca que Zero Zero Zero parece hecha en narcozuela

“Zero Zero Zero” es una de las mejores narcoseries de la historia. Punto.

Fue producida por el gigante Amazon, una de las compañías rentables de la cuarentena.

La producción se inspira en un libro de Roberto Saviano, el escritor condenado a muerte por develar los secretos de la mafia en “Gomorra”, su opera prima llevada al cine y la televisión.

El autor concibió su nueva obra de denuncia como un retrato descarnado de los juegos de tronos del tráfico de estupefacientes en el globo, dividiendo la historia en tres partes: el crimen de los proveedores, el delito de los intermediaros, y la red maquiavélica de los compradores, quienes distribuyen la merca entre sus consumidores compulsivos.

Abro inciso a propósito del Covid 19.  Según la visión del experto italiano, el Coronavirus impuso barreras a la propagación de los círculos viciosos de los carteles.

De ahí el cerco naval a las costas caribeñas de Venezuela, un país devenido en puente de los capos del negocio sucio. 

Sin embargo, asegura el especialista, el dinero del lavado sigue mojando manos y fluyendo de manera opaca, a través de empresas off shore, paraísos fiscales y toda suerte de artimañas financieras.

La república bolivariana es santuario, el oasis de políticos y empresarios sancionados.

Aquí extienden sus operaciones ilegales, montan sus pantallas en bodegones, estaciones de gasolina y proyectos fraudulentos, incapaces de aguantar una auditoría, de sostener una investigación seria.

Las riquezas surgidas, de la noche a la mañana, abundan en la patria del Libertador, sin posibilidad de justificar el origen de las fortunas.

Los oligarcas, asociados al poder rojo, desfilan por los restaurantes clandestinos de la ciudad, con sus camionetas blindadas al resguardo de un desproporcionado despliegue paramilitar de escoltas.

Existe, por tanto, una élite protegida en una burbuja millonaria, cuyos lujos contrastan con la miseria general del entorno hostil, degradado a conciencia.

Parece, entonces, una extensión de lo visto en “Zero Zero Zero”, la durísima creación audiovisual de Stefano Solima con Janus Metz y el argentino Pablo Trapero.

La serie entrelaza tres conflictos, el del ascenso de un grupo narco en México, el de las luchas intestinas de la mafia italiana y el de una familia de clase alta, ligada al comercio de cocaína por vía marítima en barcos transatlánticos.

Los cargueros, en el fondo, pasan toneladas de droga, corrompiendo a los funcionarios de las aduanas.

Con bolsas, de efectivo en dólares, garantizan la impunidad de la operación a escala mundial.

No obstante, por la ambición desmedida, los protagonistas pagan el precio de la soledad, la deshumanización y la aniquilación mutua.

Al final, el personaje azteca reina sobre una pila de cadáveres, como el insaciable emperador Maya de un castigo bíblico.

Su “Apocalypto” es el de una generación mutilada y perdida en la tierra de AMLO. México es una zona controlada por los sicarios y los herederos del Chapo Guzmán.   

La iconografía religiosa, de tintes sacrílegos, dimensiona el significado de la escenografía.

Hay un cristo traicionado, un Judas con barba hipster y varios sacrificios ultragore.

La estampa violenta rehúye del estereotipo, por la fuerza del subtexto.

En Calabria, Don Minu apenas si logra enfrentar un golpe, un cambio de régimen. Está viejo y enfermo como un sector de Europa, negado a evolucionar fuera de los códigos establecidos.

El Padrino resuelve una traición shakespereana, una sublevación de sus propios hijos y nietos, a punta de bala y puñal. Pero el costo es enorme en tragedia y dolor. 

La única descendiente de la conexión de Nueva Orleans, en “Zero Zero Zero”, carga la cruz de enterrar a su padre y a su hermano, por conservar la ruta del dinero ilícito.

No es la clásica viuda negra de una caricatura de Hollywood.

Interpretada por una carismática e imperturbable Andrea Riseborough, la mujer se erige en una de las irónicas ganadoras del “Game Of Thrones”.

Ella venga el honor de la auténtica Daenerys, no la de los dramones y decepciones del último capítulo de GOT. Sencillamente toma su puesto en la rueda, con la sonrisa cínica de una Mona Lisa que nos dice: bienvenidos al infierno del que soy su rostro femenino.

Los demás monstruos completan el fresco de la divina comedia, el cuadro negro del Dante.

La pirámide de la coca es una Hidra de tres cabezas. Se asienta en una base de productores, transportadores y expendedores. Todos colonizaron los cinco continentes, con el respaldo de asociaciones delictivas y terroristas como ISIS.

Comparto con Vargas Llosa que cortaremos el problema de raíz, el día en que legalicemos el mercado, con las supervisiones privadas y públicas del caso.

De un modo ortodoxo, no es posible detener a la red del narcotráfico.

Por supuesto que darle una guerra, supone una cuestión de honor. En cualquier caso, el asunto no se va a solucionar, fingiendo demencia y apañando como en Venezuela.

Abramos el compás de la discusión.

Sin dragones y gigantes, sin caminantes blancos y orcos de mentira, sin cosas cutres de fantasía, el realismo de “Zero Zero Zero” trafica con sustancias de una incorrección política, actualmente extrañada y en desuso.

La serie carece de una conclusión moralista, de un desenlace complaciente con los progres de la meca.

No hay inclusión de cuestiones forzadas de género, sexo y raza.

Solo procesamos imágenes y reflejos del lado oscuro, del inconsciente.

Por ende, la recomendamos ampliamente.

Es adictiva.

A la altura de “Sopranos”, “Breaking Bad” y “The Wire”.

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