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Collage vigésimo primero sobre Rómulo Betancourt

(La Revolución de Octubre –II-)

Junto al reconocimiento de los sectores económico y sindical al triunfante movimiento revolucionario del 18 de octubre de 1945, reseñado en el Collage anterior, el apoyo del pueblo se manifestó vigorosamente en la calle y a través de las radiodifusoras de todo el país. Con rigor histórico, así lo registra Naudy Suárez Figueroa: “Hay una característica digna de destacar a propósito de la revolución venezolana de octubre de 1945: su condición de haber sido una iniciativa acogida inicialmente por la mayor porción del universo político, económico y social venezolano” (1).

A la caída del gobierno del general Isaías Medina Angarita, sólo existían en el país -después del intento fallido de algunos de sus dirigentes a reorganizar el PDV- dos partidos formalmente legalizados como tales: Acción Democrática, que pasó a ser partido de gobierno, y el Partido Comunista, que había tenido una posición colaboracionista con el régimen recién derrocado.   

No obstante, hay que precisar que sí existía la UNE (Unión Nacional Estudiantil), ahora dirigida por una nueva generación, que publicó el 22 de octubre un manifiesto en el que expresaba: “Ante los acontecimientos políticos que han culminado con el brillante triunfo de la Revolución Democrática Popular de los militares jóvenes, secundada por compatriotas de densos sectores de nuestro pueblo, y que de modo tan entusiasta y fervoroso han hecho vibrar el alma de los venezolanos dignos, el núcleo directivo nacional de UNE, interpretando el sentimiento unánime del grandioso grupo de juventud que sigue las banderas del Movimiento Uneísta, ratifica su posición de solidaridad con el recurso extremo al que hubo necesidad de apelar para devolver al pueblo el ejercicio pleno y libre de su soberanía” (2), y resalta que ya el 19 de octubre Luis Herrera Campins había expresado esa adhesión a la revolución, a la vez que excitaba a todos los correligionarios de las seccionales a solidarizarse con la Junta Revolucionaria de Gobierno. El doctor Rafael Caldera, fundador de la UNE en 1936, fue nombrado, el 26 de octubre de 1945, Procurador General de la Nación.

En el mapa político surgen dos nuevas importantes fuerzas políticas: los partidos Unión Republicana Democrática (URD) y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei), que se ubican en el campo de la oposición.

URD se constituyó el 10 de diciembre de 1945 y legalizado el día 14, y, en su primera directiva, tuvo como Secretario General al doctor Elías Toro, y como Secretario de Organización al doctor Isaac Pardo. Posteriormente, el doctor Jóvito Villalba se incorporó a sus filas y se convirtió en su máximo líder, ocupando la Secretaría General. URD sirvió de refugio de pedevistas y medinistas, recién salidos del poder. El dirigente comunista Juan Bautista Fuenmayor conceptúa a URD de la siguiente manera: “Entre los medios de combate contaba URD con el golpe de Estado. Al efecto, entró en relaciones con destacados oficiales descontentos e inició una sutil labor conspirativa. Y desde los escaños de la Constituyente levantó la bandera de la agitación contra el Gobierno, hizo labor proselitista entre las masas y formó en las filas de la oposición” (3). Por su parte, Manuel Vicente Magallanes, comenta: “Algún tiempo después, este mismo año (1947), el grupo de los fundadores se retiró del partido, haciendo una declaración pública para dejar constancia de que se marginaban de la actividad política. Se dijo por aquel tiempo que la razón fundamental de su retiro estaba en su desacuerdo con respecto a las posiciones tácticas, que iban hasta la actividad conspirativa, que había adoptado el doctor Jóvito Villalba, quien ya se había posesionado de la agrupación por ellos iniciada” (4).

Con respecto a Copei, hay que recordar que los principales dirigentes de UNE integran el partido Acción Electoral (1938), que se convierte en Acción Nacional (1942), y es el 13 de enero de 1946, pocas semanas después de la Revolución de Octubre de 1945, cuando se constituye el Comité de Organización Política Electoral (Copei). En virtud de que el doctor Caldera ocupaba el cargo de Procurador General de la Nación, no figuró en la directiva, pero sí firmó el acta constitutiva, y en el discurso que pronunció en el acto de instalación de ese partido, expresó: “La Revolución de Octubre se salvará si no la dejamos perder por la senda infecunda de nuestros anteriores golpes de Estado. Si queremos salvar este golpe hermoso realizado por un grupo de jóvenes abnegados, si queremos corresponder a la responsabilidad de que un grupo de ciudadanos han echado sobre sus hombros, es necesario que nosotros hagamos nuestra la revolución, hagamos nuestros los propósitos, los ideales formulados por la Revolución, que no podrían hallarse más hermosos en nuestra historia política. Hagamos nuestra la preocupación de esta hora. Si lo hacemos, la Revolución será de todos los venezolanos y habremos salvado la patria” (5). El 13 de abril, tres meses después de la fundación de Copei, el doctor Caldera renunció al cargo de Procurador General de la Nación, cuando acababa de participar en un mitin en San Cristóbal, estado Táchira, donde hubo actos de violencia. Copei pasó a ser el principal partido de la oposición.

Crece la tensión política en el país, al calor de la campaña que se realizaba con motivo de las elecciones convocadas para el 27 de octubre de 1946, a los fines de escoger los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC); en esas elecciones votó el 92% de los inscritos, y Acción Democrática obtuvo una holgada mayoría. La soberanía popular se expresó, por primera vez, a través del sufragio universal, directo y secreto, tal como lo disponía el Estatuto Electoral promulgado el 15 de marzo del mismo año por la Junta Revolucionaria presidida por Rómulo Betancourt. La ANC se instaló el 17 de diciembre del mismo año 1946, eligió a Andrés Eloy Blanco como su presidente, ratificó a la Junta Revolucionaria de Gobierno de Gobierno en el ejercicio del Poder Ejecutivo hasta la elección y toma de posesión del nuevo Presidente de la República, aprobó su gestión política-administrativa, sancionó una nueva Constitución y un Estatuto Electoral.   Sesionó hasta el 22 de octubre del siguiente año 1947.  

La principal tarea de la ANC consistió en la elaboración de una nueva Constitución. En la sesión de instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, su presidente, Andrés Eloy Blanco, pronunció el discurso inaugural, y allí dijo que la Asamblea que iba a dirigir, “en todo lo que va de nuestra historia, ha emergido con más fuerza de mística y de voto, de la raíz más honda del fuero popular”, y, en cuanto a la Constitución que se iba a elaborar, señaló que en “la dolorosa historia de nuestras reformas consitucionales en las que se reunían asambleas y se desmenuzaban instituciones con el único objeto de facilitar un continuismo al Dictador o una vicepresidencia al hermano del Dictador, ya tendremos la medida del deber que nos espera, frente a un pueblo que nos pide una constitución que le sirva, como una ropa fácil, para el trabajo de su destino” y que “no tenga más reformas futuras que las impuestas por la evolución, como tienen los trajes las impuestas por el crecimiento”(6).

Veamos lo que dice Ramon J. Velásquez: “Los días de diciembre de 1946 van a estar señalados por dos acontecimientos de signo opuesto…un episodio tiene lugar el 11 de diciembre y el otro el 17… el 11 en la noche, la Junta Revolucionaria se enfrenta a un alzamiento de varias unidades militares en las cuales se destacan la guarnición de Valencia y la Base Aérea de Palo Negro…el Gobierno suspende las garantías constitucionales y detiene en Caracas a numerosos políticos entre quienes se destaca por su importancia nacional, Jóvito Villalba…Betancourt explica el movimiento sedicioso del 11 como ‘el propósito de impedir la reunión de la Asamblea Nacional Contituyente’… el 17 de diciembre se reune la Asamblea Nacional Constituyente…por la presencia en su seno de partidos políticos distintos del que transitoriamente comparte el poder, la Asamblea de 1947, sólo puede compararse en la historia de Venezuela con la Convención de Valencia de 1858 en donde también pudieron exhibir su criterio político contrapuesto, los representantes de las tesis federalistas y quienes eran adherentes a las normas centralistas o centro-federales…de resto todas las Asambleas Constituyentes convocadas a lo largo del tiempo bajo las dominaciones sucesivas de Falcón, Guzmán Blanco, Crespo, Castro o Gómez fueron al igual que los Congresos de la República, expresión de la voluntad omnímoda del caudillo vencedor” (7).

Jesús Sanoja Hernández, relevante periodista e investigador histórico, hace esta consideración: “La Asamblea Constituyente –y vuelvo al punto porque fue el más notable acontecimiento del trienio- mostró la enorme popularidad de AD, que había inundado al país con dos palabras deslumbrantes y en ese momento presentadas como unidad indisoluble, pero que difícilmente, dentro y fuera de Venezuela, han convivido: democracia y revolución. Tan acelerado fue el proceso de politización del país y de aprendizaje para los de la generación emergente que por vez primera se diferenciaron cuatro propuestas ideológicas y partidistas: la socialdemocracia (AD), el socialcristianismo (Copei), el comunismo (PCV) y la democracia liberal (URD)…produjo la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) una Constitución modélica, calificada entonces como la más avanzada de Latinoamérica” (8).

En su libro más importante, “Venezuela, política y petróleo”, Rómulo Betancourt expresa que la nueva Constitución, promulgada el 5 de julio de 1947, contiene no sólo “los más modernos principios del régimen representativo y las más importantes garantías individuales –inclusive el habeas corpus, incluido por primera vez en una Constitución venezolana- sino que también contiene una avanzada Carta de derechos económicos y sociales, consagratoria de las legítimas aspiraciones del hombre y del ciudadano, en tanto que elemento básico en el proceso de la producción, a vivir libre del temor y libre de la necesidad” (9).

El día 20 de enero de 1947, Rómulo Betancourt, en nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno, rinde cuenta a la Asamblea Nacional Consituyente, de la labor cumplida durante los quince meses de gestión. Después de referirse a las circunstancias políticas que precedieron al  acto revolucionario del 18 de octubre de 1945, causado por la impermeabilidad del gobierno de Medina a aceptar las  propuestas para salir pacíficamente  de la crisis creada por el problema de la sucesión presidencial para el período constitucional 1946-1951, Betancourt procede a mostrar y demostrar el cumplimiento de los tres objetivos esenciales definidos y prometidos por la Revolución, una vez “tramontada la peripecia insurreccional” (10).

Sobre la lucha contra el personalismo, se promulgó “un Decreto mediante el cual quedaban inhabilitados los miembros de la Junta para postular sus nombres como aspirantes a la Presidencia de la República en el próximo período constitucional”. En relación al combate contra el peculado y el enriqueciento ilícito al amparo del poder, dijo que “sin afirmar que en un año hemos extirpado radicalmente vicios con un siglo de vigencia, por lo menos afirmamos con énfasis la eliminación de toda traza de peculado o prevaricación en los altos comandos del Estado”. En cuanto a la promesa de devolver al pueblo su soberanía usurpada, afirmó que “sea cual fuere, adverso o favorable, el juicio de la posteridad ante este movimiento político, nadie podrá regatearle el honor de haber propiciado y presidido los primeros sufragios auténticamente democráticos de toda la historia venezolana”.

Hecha la síntesis de las promesas políticas y su contrastación con el hecho cumplido, el Presidente Betancourt pasó al sumario análisis de la gestión administrativa realizada por la Junta, a través de los varios Despachos Ejecutivos. Advirtió que en el corto lapso “de gestión administrativa apenas podrían procurársele solución a las necesidades más premiosas y peor atendidas de la colectividad y trazar las ambiciosas directrices programáticas de un plan transformador del país a cumplirse en el curso de decenios”. Describió la realidad existente en el país, en estos términos: “Encontramos al llegar al Gobierno que había escasez y altos precios de los artículos de primera necesidad; servicios públicos deficientes; angustioso problema inquilinario para las clases media y obrera; sesenta y cinco niños de cada cien, en edad escolar, sin haber frecuentado jamás un local docente; ríos navegables que no se trafican sino que anualmente se desbordan, arrasando con poblaciones y sembradíos; casi un millón de campesinos sin tierra, ni productores ni consumidores, suerte de ilotas de su propia Patria. Y coexistiendo con esta problemática compleja, una industria minera poderosamente desarrollada y un Estado cabeceando su despreocupado sueño sobre los mágicos millones de bolívares del superávit fiscal y sobre los áureos lingotes, amntonados en el subterráneo del Banco Central”. Sobre el problema de la escasez de los artículos de primera necesidad, se procedió a importarlos con recursos estatales, mientras se instrumentaban medidas para estimular la produción interna; se tomaron medidas de emergencia para tratar de controlar los precios de los artículos de primera necesidad, como la regulación de éstos, pero estando conscientes de que en un marco inflacionario mundial que repercutía en nuestra condición de país importador, tales controles inmediatistas carecían de real eficacia y había que acelerar “las grandes soluciones para los grandes problemas de la producción nacional”; para ir aliviando el dramático problema de la vivienda, se aumentó el capital del Banco Obrero; se mejoraron los servicios públicos; se aumentaron sustancialmente los recursos destinados a la salud y la educación; en materia de realizaciones agrarias, se reconoció que el balance es “mediocre”; y  en materia petrolera, se remitió a la Memoria del Despacho respectivo, y “allí, con cifras, se demuestra cómo ha derivado más beneficios la Nación de las nuevas normas establecidas por el Gobierno Revolucionario”, que con la reforma petrolera de Medina de año 43.

A fines de 1947, el país tendrá un nuevo compromiso de ejercicio de soberanía. Como es sabido, la Constitución Nacional fue sancionada y promulgada el 5 de julio de ese año, y, en una de sus Disposiciones Transitorias, la segunda, se ordena que “el Presidente de la República, los miembros del Congreso Nacional y los de las Asambleas Legislativas serán elegidos simultáneamente dentro de los noventa días siguientes a la promulgación del Estatuto Electoral que ha de sancionar esta Asamblea (la ANC) y en la fecha que fije el organismo supremo electoral”.

En cumplimiento de esa disposición constitucional, el Presidente Rómulo Betancourt, estampó el 19 de septiembre de 1947 el “ejecútese” al Estatuto Electoral que aprobó la Asamblea Nacional Constituyente para la elección presidencial y de cuerpos legislativos, que ratificaba las previsiones (sufragio universal, directo y secreto para elegir el Presidente de la República y los Cuerpos Legislativos) que ya habían sido establecidas por la Junta Revolucionaria de Gobierno en el anterior Estatuto Electoral que rigió los comicios del 27 de octubre de 1946.

Se fijó el 14 de diciembre de 1947 para la nueva cita electoral. El proceso de institucionalización del movimiento revolucionario del 18 de octubre de 1945, que se había iniciado con la elección e instalación de la Asamblea Nacional Constituyente y la ratificación por parte de ésta de la Junta Revolucionaria de Gobierno en el ejercicio del Poder Ejecutivo hasta la elección y toma de posesión del nuevo Presidente de la República, culminó efectivamente con la elección popular de Rómulo Gallegos y su toma de posesión el 15 de febrero de 1948.

El análisis continuará en los próximos Collages.

1)Naudy Suárez Figueroa.“Estudio Preliminar 1945-1948”. Fundación Rómulo Betancourt. Antología Política. Volumen Cuarto, página 28.

2)Manuel Vicente Magallanes. “Los Partidos Políticos en la Evolución Histórica de Venezuela”. Página 389. Caracas, 1977.

3)Juan Bautista Fuenmayor. “1928-1948 Veinte Años de Política”. Editprial Mediterráneo. España, 1968. Página 308.

4)Manuel Vicente Magallanes.Obra citada. Páginas 440-441.

5)Manuel Vicente Magallanes. Obra citada. Página 391.

6)Andrés Eloy Blanco, parlamentario. Publicaciones del Congreso de la República. Páginas 3-5.

7)Ramón J. Velásquez. “Aspectos de la Evolución Política de Venezuela en el Último Medio Siglo”. Venezuela Moderna 1926-1976. Páginas 84-85. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas, 1976.

8)Jesús Sanoja Hernández. “Entre Golpes y Revoluciones”. Tomo I, páginas 86 y 93. Debate, 2007.

9)Rómulo Betancourt. “Venezuela, política y petróleo”. Páginas 214-215. Fondo de Cultura Económica, 1956.

10)Todas las citas, entre comillas, que siguen, han sido tomadas directamente del Mensaje presentado por Rómulo Betancourt, Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, a la Asamblea Nacional Constituyente, el 20 de enero de 1947. Ese Mensaje está recogido en el lbro “4 PRESIDENTES”, publicado por el Gobierno de Luis Herrera Campins con motivo del cumplimiento de los 40 años de vida del partido Acción Democrática.Tomo I, páginas 17-49.

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