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¿Cómo despejar las dudas de gobernabilidad del futuro gobierno del Pdte. Bolsonaro?

Francisco Javier Vargas Galindo

Si  el Pdte. Bolsonaro comienza desde el principio de su gobierno,  a corregir y mejorar los seis indicadores de gobernabilidad de su país , sobre todo, el Estado de Derecho y el Control de la Corrupción, despejará las dudas de los inversionistas  y no desencantará  a sus electores. Y rescatará el bien común y la lucha más eficiente contra la pobreza se basa en el crecimiento económico sostenido y generador de empleo y para ello se requiere el concurso y esfuerzo de toda la sociedad, mejorarando  el capital humano con una educación de calidad.  Por ello, para comprender los retos del Pdte. Bolsonaro, es conveniente dar a conocer el concepto de gobernabilidad y sus tres dimensiones.

Es importante tener una noción de gobernabilidad democrática que nos permita reconocer cuando, con toda seguridad, ésta no existe. Este punto de desencuentro entre gobernabilidad y democracia lo sitúa acertadamente Prats al considerar que «la crisis de gobernabilidad democrática presenta siempre un elemento común: la incapacidad de las instituciones democráticas nacionales –y de la comunidad internacional coadyuvante– para asumir y procesar democráticamente el conflicto». Así, la ausencia de gobernabilidad democrática se deriva de la incapacidad de las instituciones políticas de resolver la interacción de los actores en conflicto vía procedimientos democráticos.

Si la gobernabilidad es el resultado de la interacción entre estos actores y de la posibilidad que éstos tienen para ir adecuándose a los cambios que se van produciendo en el conjunto de la sociedad, nos quedamos entonces con la definición del Instituto para la gobernabilidad del Banco Mundial, quienes – a nuestro juicio – colocan mucho más énfasis en estas relaciones, ya que en su definición incluye directamente a la sociedad civil.

Así para este Instituto[1], se entiende por gobernabilidad “como el ejercicio de la autoridad a través de tradiciones e instituciones para el bien común, por lo tanto, abarca  tres grandes dimensiones, a saber:

  • El proceso mediante el cual el gobierno es escogido, reemplazado o reelegido, y supervisado;
  • La capacidad del gobierno para formular e implementar políticas adecuadas;
  • El respeto a las instituciones que rigen las interacciones económicas y sociales entre los ciudadanos y del Estado”.

1.2.-Es posible medir la gobernabilidad de un Estado para determinar su nivel de riesgo.

Para efectos de medición y análisis, las tres dimensiones en esta definición de gobernabilidad se han desagregado en dos conceptos medibles adicionales para cada una de las dimensiones anteriores, para un total de seis componentes que se denominan indicadores globales de gobernabilidad.

Así, dentro del proceso por el cual la autoridad es escogida y reemplazada, se distingue entre:

  • “Voz y Responsabilidad” para referirse al proceso político, las libertades civiles y los derechos políticos
  • “Estabilidad Política” para medir las percepciones sobre la posibilidad de que el gobierno sea desestabilizado por medios inconstitucionales o violentos.

Por su parte, la capacidad del gobierno para formular e implementar políticas adecuadas se subdivide en:

  • “Eficacia Gubernamental”, que combina las percepciones sobre la calidad de la provisión de los servicios públicos y de la burocracia, la competencia e independencia respecto a las presiones políticas de los funcionarios públicos, y la credibilidad de los compromisos públicos;
  • “Calidad Regulatoria”, donde se recogen las percepciones sobre las políticas explícitamente y, en especial, aquellas políticas que como el control de precios o la ineficiente supervisión bancario redundan negativamente en el funcionamiento de los mercados, o aquellas otras que, como una excesiva carga regulatoria, imponen restricciones para el desarrollo de la libertad de empresa y comercial.

Finalmente, en relación al respeto de los ciudadanos y del Estado a las instituciones que gobiernan sus interacciones se distinguen dos agrupaciones de indicadores más:

  • “Estado de Derecho”, que agrupa diversos indicadores sobre la incidencia del crimen, la eficacia y la predecibilidad del sistema judicial, y el respeto de los contratos;

(b) “Control de la Corrupción”, entendida esta última en su definición más convencional como el ejercicio del poder público para el beneficio privado. Así pues, el concepto de gobernabilidad queda descompuesto en seis categorías analíticas organizadas en tres elementos clave que sirven para estructurar una fuerte amalgama de indicadores que, como por ejemplo el de riesgo país, ya integran otros distintos. Ese conjunto de mediciones se conoce hoy como indicadores globales de gobernabilidad. Ver 6 indicadores de gobernabilidad de Brasil periodos de 2007 a 2017 en:

http://info.worldbank.org/governance/wgi/index.aspx#reports

El desafío de Brasil, en su conjunto, de mejorar la calidad del Estado de Derecho aparece incluso como una tarea de mayor preponderancia que el fortalecimiento del control de la corrupción, si bien también en este ámbito la región exhibe una significativa zona de vulnerabilidad, que involucra a más de dos tercios de los países del continente. No puede excluirse tampoco que un sólido Estado de Derecho apareja necesariamente herramientas eficaces para el control de la corrupción.

Una inquietud gravitante para los autores de este conjunto de indicadores es identificar en qué medida la buena gobernabilidad (y con ella, entre el conjunto de dimensiones que la integran, un sistema judicial eficaz, confiable y oportuno) tiene efectivamente un impacto positivo en el desarrollo de los países o es finalmente sólo un bien de lujo para regiones privilegiadas. Los propios autores citan investigaciones cuyos resultados más bien desafían ese supuesto. Por ejemplo, existiría, según ellos, poca evidencia de que ingresos altos deriven a mejor gobernabilidad. En cambio, la evidencia sugeriría más bien un efecto inverso: …”El análisis sugiere un efecto causal directo grande de mejor gobernabilidad a mejores resultados de desarrollo. En efecto, una mejoría en el estado de derecho (o control de la corrupción) de un desempeño relativamente pobre a uno simplemente promedio resultaría en largo plazo en un aumento de cuatro veces en los ingresos per cápita, una disminución en la mortalidad infantil de magnitud similar, y logros significativos en alfabetización”[2].

Como se desprende de los párrafos anteriores, este conjunto de indicadores sirven para hacer un seguimiento de la gobernabilidad en todo el mundo, han sido reconocidos como la herramienta de medición más eficaz del desempeño de los países en esta área crítica para el desarrollo.

Brasil (ni Venezuela) no soporta otro gobierno incapaz y corrupto, requiere un liderazgo comprometido con el verdadero cambio, y rescate el concepto de servicio público, el bien común, ya basta el «quitate tú para ponerme yo», y continuar con lo mismo, con una visión a corto plazo, y mediática y corrupción impune. El 55.2% de los hermanos brasileños se pronunciaron y los venezolanos lo harán muy pronto.

El Pdte. Bolsonaro  tiene claro el objetivo de un gobernante no es acumular más poder, sino asegurarse de que los ciudadanos a quienes sirve vivan mejor. Y su visita a Chile será significativa para él y su futuro  gobierno ya que pueden estrechar las relaciones  políticas y  el intercambio de experiencias de las reformas realizadas en Chile con la implementación del exitoso modelo de ESM y su sistema de pensiones. Vienen años positivos de las relaciones diplomáticas entre en estos países hermanos.

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[1]Kaufmann, Daniel. Replanteando Gobernabilidad: las lecciones empíricas desafían los convencionalismos” Instituto para la gobernabilidad del Banco Mundial. Washington 2003.Pág.3.

[2]KAUFMANN, Daniel. Replanteando Gobernabilidad, Op Cit. p.9.

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