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Cómo los pueblos se suicidan

Observando el comportamiento de Donald Trump en la campaña electoral de los Estados Unidos, no podemos dejar de pensar en la conducta que siguió Hugo Chávez en sus campañas electorales en Venezuela.

Hugo Chávez era bipolar. Una persona bipolar tiene episodios maníacos de euforia. En estas fases exaltadas, el bipolar muestra una autoestima exagerada, habla sin parar, exaltado, vehemente, y se deja llevar por sensaciones de grandeza. Amenaza a otros, es hostil y ofensivo con los demás. El individuo pasa de la euforia a la depresión o exterioriza una gran irritabilidad. Quien presente estos síntomas posiblemente sufre de un Trastorno Afectivo Bipolar de acuerdo al Manuel Diagnóstico de enfermedades mentales. (DSM-IV TR)…

El Manual DSM IV TR, también clasifica a los Trastornos de Personalidad que se manifiestan por síntomas dramáticos emocionales, como los Trastornos de la Personalidad Histriónica, consistente en emocionalidad excesiva y búsqueda de atención, o el Trastorno de Personalidad Antisocial, caracterizado por los insultos a quienes desprecia.

Hugo Chávez insultaba a quienes no estaban con él. Les colocaba apodos a sus adversarios políticos como traidores, antipatrióticos, enemigos del pueblo, escuálidos. Hoy vemos a Donald Trump haciendo lo mismo, para referirse a su oponente cuando le antepone la etiqueta de “torcida” (“Crooked” en inglés) a su oponente Hillary Clinton, y de alguna manera igualmente discrimina a sectores sociales o políticos de los Estados Unidos.

El suicidio de los pueblos

El problema es que esta conducta genera un odio social dirigido en contra de personas, o razas o hacia ciertas minorías sociales. Esta conducta se fundamenta en la clasificación de la gente. La idea es crear enemigos ficticios quienes pasan a convertirse en reales para quienes creen en quien lo dice. Se culpa a alguien por pertenecer al grupo “mal visto” o “denunciado” y se promueve la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”. No es más que una astuta manipulación de la conducta humana por parte de líderes autocráticos para imponer su poder y sus doctrinas. Los pueblos que llegan a creer en estos falsos líderes y se suman al odio social, se suicidan como sociedad.

En democracia algunos pueblos también se han suicidado. Hitler llegó al poder por elecciones, y Hitler practicó este comportamiento, aplicó el odio como motor de su “revolución” nacionalsocialista (nazi) y para lograrlo uso la lucha racial contra las “razas inferiores”, como definió a la judía, a los gitanos, y a otros pueblos, presentándoles como los ladrones comerciantes, como la oligarquía que había robado al pueblo germano, o como seres imperfectos o subhumanos. En el fondo, fue una mezcla de racismo y lucha de clases. Su categorización significó la muerte de millones de seres humanos en el holocausto.

Otro tirano, Fidel Castro dividió a los cubanos entre “gusanos” y “revolucionarios”, y miles de cubanos fueron fusilados o presos por ser “gusanos”. Cabe señalar que lo que designaba esta grotesca forma de llamar a un ser humano era el no estar de acuerdo con el castro-comunismo.

También, en la guerra genocida de Ruanda, se llamaba a los adversarios “cucarachas”…a las que había que exterminar.

Una de las características de Chávez era desigualar a sus oponentes con etiquetas ofensivas, como hoy lo hace Trump.

Distintos trastornos presidenciales

En el Trastorno Narcisista las personas se caracterizan por presentar un desmedido sentido de la importancia personal, y estar convencidos de poseer características superiores. Están continuamente preocupados por fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor imaginario ilimitado, junto a una permanente necesidad de admiración y atención. Presentan una autoestima sobredimensionada, suelen ser muy sensibles a la crítica, y se les dificulta tolerar frustraciones. Para estar a su lado, es necesario adularlos o serán rechazados de su círculo. El narcisismo suele llevar a la megalomanía y al desarrollo de estados que colocan al individuo que lo sufre fuera de la realidad.

Chávez se comportaba de esa manera. Decía que Venezuela era un desastre, que antes de él, en doscientos años nada se hizo. Que los venezolanos vivían una especie de apocalipsis y que él era el único que podía arreglar esa supuesta catástrofe, calamidad y bancarrota en, la que a su manera de ver, existía en Venezuela. El estado que hoy vive Venezuela es precisamente como la describía Chávez, pero luego de que el mismo aplicara su plan de acción durante 17 años y que para “salvar” a Venezuela. La realidad antes de Chávez era otra, Venezuela era económicamente el primer país de Latinoamérica y su democracia la más adelantada. Una buena parte de los emigrantes latinoamericanos iban a Venezuela buscando trabajo y estabilidad democrática. Hoy, millones de venezolanos han abandonado este país.

Líderes mesiánicos

Las personas mesiánicas tienden a mentir por cuanto necesitan crear su entorno irreal el cual les permita “salvar” al mundo que los rodea y terminan asociándose con la Mitomanía. Los mitómanos son mentirosos patológicos. Van de mentira en mentira, elaborando relatos y explicaciones que llegan a creerse ellos mismos. Son incapaces de reconocer el concepto de la mentira como irreal. Solo tienen una verdad absoluta: La propia. Se sienten por encima del bien y del mal.

Embaucan a las personas que viven en su entorno, quienes acaban siendo al tiempo cómplices y víctimas de sus engaños.

Aunque parezca lo contrario, por el histrionismo que los caracteriza, los mesiánicos son emocionalmente fríos, calculadores, manipuladores y evitan intimar con los otros. Cuando la comunicación por medio de la mentira, el histrionismo, la paranoia, el narcisismo y los delirios llegan a formar parte de los hábitos personales, se puede provocar una escisión de la personalidad que conduciría a un grado en la que se confundiría la fantasía con la realidad. Esto ocurrió con Hitler al final de la II Guerra.

En Venezuela, Chávez aplicó el odio social y confundió a la sociedad dividiéndola en “buenos” y “malos”. Chávez comenzó, entre “escuálidos” versus “bolivarianos”, luego entre “patriotas” y “anti-patrias”. Siempre usando términos despectivos y discriminatorios porque “escuálido” significa sucio, asqueroso, macilento, según la Real Academia de la lengua. En el presente se fomenta igualmente la separación entre los “buenos” del oficialismo y los “fascistas”.

Esta codificación conduce a la división, a la enemistad de los venezolanos y a la creación de enemigos entre seres iguales, lo cual viola la Carta de los Derechos Humanos, ya que prohíben cualquier tipo de discriminación. Hoy, cuando escuchamos a Donald Trump nos recuerda a Chávez por sus insultos y sus desprecios hacia otras personas o comunidades sociales.

El Extremismo

Chávez al igual que otros autoritarios o líderes trastornados era extremista. El extremismo se le define como la “tendencia a adoptar ideas extremas o exageradas, especialmente en política” (RAE). El extremista asume una posición radical en cualquiera de los polos. Existen extremistas de izquierda y de derecha, del gobierno y de la oposición, de una u otra religión.

El extremismo se asocia con fanatismo, intransigencia, sectarismo, intolerancia y obcecación. Los extremistas de una facción u otra tienen comportamientos comunes como el culto a un líder y a las creencias que se tengan como verdades absolutas.

Los extremistas propugnan el odio social contra los adversarios que generalmente son el resto de las personas que no piensan igual. Se culpa a alguien por pertenecer al grupo “mal visto” o “denunciado” y se promueve la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”.

Lamentablemente, este discurso es sorprendentemente escuchado por las sociedades. Hoy vemos algo similar a Venezuela en la campaña electoral de los Estados Unidos. Donald Trump practica estos parámetros, su conducta se asemeja a la de hombres como Chávez y aunque la opinión pública estadounidense advierte a la sociedad americana de creer las propuestas simples, irrealizables y disparatadas del ahora candidato republicano, un cuarenta y tanto por ciento de la población está dispuesta a votar por Trump.

Alguien comentó que no había que preocuparse porque los estadounidenses eran gente preparada y nunca llevarían a la extensa familia Trump a la Casa Blanca, pero Hitler se hizo del poder democráticamente en Alemania, la sociedad más culta para la época de Europa. Y Hitler después de destruir buena parte del Mundo, antes de quitarse la vida, destruyó a toda Alemania.

En Venezuela, los venezolanos votaron repetidamente por Chávez, hasta su muerte… Si, definitivamente los pueblos a veces se suicidan.

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