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Cómplices del totalitarismo

Los regímenes totalitarios como el de la desaparecida Unión Soviética, de la Alemania nazi, de la Italia fascista, de Corea del Norte, de la Cuba castrista y de la Venezuela actual, siempre han contado con cómplices que permiten sostener esos sistemas aberrantes. El escritor francés Thierry Wolton escribió un monumental ensayo sobre el comunismo. Aquí recogemos algunos hechos narrados en su tercer volúmen “ Une histoire mondiale du communisme: les complices”. En nuestro caso es importante identificarlos y que experimenten al menos la sanción moral que deben aplicar los demócratas. Algunos de estos cómplices tienen talento y otros no, pero todos carecen de principios y valores.

En nuestro continente, destacan los casos del muralista Siqueiros y del poeta Neruda. El primero incluso se prestó a seguir órdenes de Stalin de intentar asesinar a Trotsky. Neruda, para vergüenza de la humanidad, escribió “Oda a Stalin” y “Canción de gesta”, dedicada a los “libertadores” de Cuba. No se puede negar la obra de estos y algunos otros intelectuales que han apoyado totalitarismos. Los cómplices de las dictaduras comunistas han contado con la maquinaria internacional de los “compañeros de ruta” que intenta restarle importancia a los hechos, por lo que no han sido sancionados por la sociedad.

Los dirigentes de los partidos comunistas italiano, francés y de Estados Unidos fueron cómplices de Stalin e hicieron campaña en contra de la guerra. Cual marionetas, todos cambiaron de posición cuando Hitler invadió Rusia. Salvo las purgas realizadas por Stalin entre sus propios cómplices, el mundo democrático no aplicó sanciones.

Los cómplices del nazismo en su mayoría pagaron con la muerte o con la cárcel. En Francia, el escritor Brasillach fue un colaboracionista de los ocupantes nazi. Al final de la guerra muchos intelectuales abogaron por su vida, pero De Gaulle aprobó su fusilamiento alegando que “mientras más talento tengan, más son culpables” . Por su parte Simón Weil escribió que “hay palabras tan mortales como la cámara de gas”.

Julien Benda, citado también por Wolton, en su libro “La traición de los intelectuales” afirmó que los intelectuales deben expresar sus convicciones y aceptar sus consecuencias. Nuestro Mario Briceño Iragorry, cuyo nombre fue borrado de la Biblioteca de Trujillo por el cuasi analfabeta ex gobernador Hugo Cabezas, escribió en 1952 en “La traición de los mejores” que “Lejos de estar sirviendo al pueblo, al orden y a la paz, el ejército, sin advertirlo, está sirviendo hoy al grupo de enemigos de la nacionalidad”. Lo cual está vigente, no en el ejército como institución, sino en los cómplices integrantes del Alto Mando militar.

En Venezuela muchos son los cómplices del totalitarismo, aunque casi ninguno tiene talento. La mayoría son mediocres oportunistas que expresan su solidaridad con el régimen para obtener prebendas. A título de ejemplos cabe citar a Pedro Carreño, Diosdado, Jorge Arreaza, Maikel Moreno y el general González López.

Abundan otros cómplices que tienen buena preparación profesional y están por encima del promedio, aunque no calzan los zapatos de destacados intelectuales. Son los más culpables. Entre ellos cabe citar a Hermann Escarrá, José Vicente Rangel, Jorge Rodríguez, Ernesto Villegas, Luis Brito García, Chaderton, Carmen Zuleta de Merchán, Luis Damiani, Tibisay Lucena, Dudamel, Luis Alberto Crespo, Fruto Vivas, Alí Rodríguez, Eleazar Díaz Rangel, Padrino López y otros. Tal y como expresó el premio Nobel Czeslaw Milosz, citado por Wolton en carta a Picasso, “si vuestro apoyo al terror contaba, vuestra indignación tambien habría contado”. Nuestra pianista Gabriela Montero ha fustigado a los cómplices afirmando que “la música es una arma de disidencia”.

Al igual que los cómplices del terror comunista y nazi, cuando este régimen se derrumbe intentarán decir que no sabían de los asesinatos, ni de las torturas a los presos políticos en el Sebin y en la Dirección de Inteligencia Militar. Tampoco de las trampas electorales. Falso. Sí saben y tendrán que ser sancionados porque su deshonestidad intelectual facilitó la permanencia de este totalitarismo. Hay numerosas evidencias. No podrán alegar que ignoraban el Informe que Almagro y de los expertos de la OEA remitieron a la Corte Penal Internacional. Tampoco los pronunciamientos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ni las sanciones aplicadas por los principales países democráticos.La académica Gioconda San-Blas escribió que produce náusea la lectura de los atropellos narrados en el citado Informe. Cabe agregar que también produce náusea que haya tantos cómplices ¡Qué ruines!

Como (había) en botica: Si nuestros dirigentes no se unen, también serán cómplices. La semana pasada hubiese cumplido cien años Luna Serfaty de Ramírez, abnegada, cariñosa, repartió amor, mantuvo la unión familiar, tuvo que enfrentar el exilio y la prisión de su esposo y de un hijo. Fue una gran mujer. Sus cinco hijos y nietos la añoramos. Solidaridad con el diario El Nacional y con La Patilla ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

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