Convención de Palermo y sociedad incivil
Ante la lucha por que la sociedad incivil (la delincuencia) no continúe sumando víctimas de la sociedad civil mal podría obviarse la Convención de Palermo.
En momentos cuando experimentamos un mundo convulsionado por los efectos perniciosos de la delincuencia, a niveles regional y global, viene a colación el contenido y alcance de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (Convención de Palermo), suscrita en 12/2000, Palermo, Italia por mayoría de los países miembros ONU. En México inició en 2003.
La lectura del prefacio de dicha Convención resalta, asertivamente, una expresión del secretario general Kofi A. Annan donde señala que “uno de los contrastes más marcados que existen en el presente es el abismo entre lo civil y lo incivil. Cuando digo ‘lo civil’, quiero decir la civilización: los siglos acumulados de conocimientos que sientan las bases del progreso. Cuando digo ‘lo civil’ también quiero decir la tolerancia: el pluralismo y el respeto con los que aceptamos a los viversos pueblos y nutrimos de ellos nuestras fuerzas. Y, por último quiero decir la sociedad civil: los grupos de ciudadanos, empresa, sindicatos, profesores y periodistas, partidos políticos y demás grupos que desempeñan una función esencial en el funcionamiento de toda sociedad.
“Paradójicamente, alineadas contra esas fuerzas constructivas, cada vez en mayor número y con armas más potentes, se encuentran las fuerzas de lo que denomino la ‘sociedad incivil’. Se trata de teerroristas, criminales, narcotraficantes, tratantes de personas y grupos que desbaratan las buenas obras de la sociedad civil.
Sacan ventaja de las fronteras abiertas, de los mercados libres y de los avances tecnológicos que tantos beneficios aportan a la humanidad. Son grupos que prosperan en países de instituciones débiles e inescrupulosamente recurren a la intimidación o la violencia. Su crueldad es la verdadera antítesis de lo que consideramos civil. Son poderosos y representan intereses arraigados, más el peso de una empresa mundial de millardos de dólares, pero no son invencibles”.
Vergonzosamente, hoy día, en las postrimerías de un régimen obcecado por la megalomanía de sus líderes, EEUU aplica la Convención de Palermo: “EL CASTROCHAVISMO ES CRIMEN ORGANIZADO Y NO POLÍTICA”.
