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Creyeron que nos habíamos rendido

Brian Fincheltub

Creyeron que nos habíamos rendido. Que la desilusión se había apoderado de nosotros. Que la frustración nos había hundido en la  desesperanza. Pensaron que el miedo nos había inmovilizado para siempre. Que la represión había hecho de nosotros unos genuflexos incapaces de levantar nuestras voces, de protestar frente a la injusticia, resignados a lo que jamás ningún ser humano podría resignarse:  a vivir esclavizados. Se olvidaron de nuestra propia naturaleza, pero también del sentido de libertad que siempre ha orientado la historia de la humanidad. Nadie sobre la tierra nació para vivir atado a las cadenas de la opresión y por más fuertes que estas sean siempre terminan rompiéndose, por la fuerza del tiempo o de las circunstancias.

En nuestro país  las circunstancias están dadas para que ciudadanos, instituciones legítimas, fuerza armada y comunidad internacional empujemos en una sola dirección hacia la liberación de nuestra nación. Pero los políticos no debemos equivocarnos, esa gente que vemos en las calles no sale por nosotros, salen por ellos mismos, por sus hijos que tienen años sin ver, por sus nietos que han visto crecer por Skype, salen por sus víctimas, los asesinados por la dictadura y el hampa. Salen a pesar de todo, salen por Venezuela. Su apoyo no es un cheque en blanco a la dirigencia, es una exigencia para que actúen esta vez con coherencia, con firmeza, dejando los egos y las rivalidades en el pasado. Ser firmes no es hablar fuerte y golpeado, es entender que el momento actual lo único que demanda es cambio de régimen y democracia.

Los venezolanos estamos demostrando que no estamos dispuestos a esperar más y que seremos los protagonistas de nuestra propia liberación. Ser protagonistas no significa que podamos solos, sabemos que  frente a un pueblo que se levanta la dictadura no tiene más defensa que sus armas. La fuerza armada está llamada a bajar sus armas y no disparar contra el pueblo, pero también a hacer cumplir la constitución y hoy cumplir la constitución es desconocer a un régimen ilegítimo que ha secuestrado el poder, expulsar a los invasores y proteger nuestras riquezas hoy saqueadas por las mafias y los grupos irregulares.

Pudo haber miedo, frustración y muchas veces desesperanza, pero lo que jamás ha habido ni habrá en este pueblo será resignación. Aunque la dictadura creyó que sería más fácil, no solo imponerse, sino aplastar a lo que quedaba de rebeldía en este país, no tomaron en cuenta un detalle: por nuestras venas corre algo más que sangre, en cada venezolano dentro o fuera del país, corre el espíritu de libertad y democracia que cuando despierta no hay nada ni nadie que pueda apagarlo.

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