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¿De cuál navidad habla Nicolás Maduro?

¡Coño!, y perdónenme el francés. Pero hay que ser muy perverso para decir por radio y televisión que la fiesta navideña empieza el primero de noviembre con el encendido de la cruz del Avila, cuando mas del 80% de los venezolanos no tienen para alimentarse diariamente. Un país donde la persona que desayuna no almuerza ni cena. Niños recién nacidos que sin saber porque vinieron al mundo mueren desnutridos porque sus madres no pueden amamantarlos por no estar en condiciones de salud y porque en los hospitales no hay las fórmulas lácteas que necesitan los niños a esa edad para poder vivir.

Maduro a todo pulmón gritó el 1 de noviembre por radio y televisión que había dispuesto 12 millones de euros para comprar en el exterior miles de toneladas de perniles de cochino para repartir a través de los clap a todos los que tenga carnet de la patria, porque a partir de esa fecha comenzaba la navidad en Venezuela. Donde sin ninguna duda, por el perfil corrupto que tiene el régimen, por lo menos la mitad de esos euros irán a los bolsillos de los encargados de realizar las compras y de los encargados de entregar los euros en el Banco Central, tal como lo dijo el tuerto Andrade en un tribunal de Nueva York.    

Pero lo mas cínico es que Maduro habla como si fuese una gran vaina decir que traerá perniles del exterior para regalar a través de ese aparato represivo y de control social que llaman clap. Para eso es bueno recordar, especialmente a los jóvenes menores de 30 años, que antes que llegara la plaga causante de la – peste roja en Venezuela, nuestros productores no solo abastecían de perniles de cochino al mercado nacional, sino que parte de la producción era exportada al exterior generando ingreso de divisas y puestos de trabajo en nuestro pais por ese concepto.

Esos jóvenes menores de treinta años y los mayores que posiblemente lo olvidaron, les digo que Venezuela era uno de los primeros países productores de cerdos en Latinoamérica, conjuntamente con México y Argentina. Transnacionales como Plumrose, Oscar Mayer y Nestlé, enviaban cochino desde Venezuela para abastecer a sus plantas en Colombia, Panamá y otros países. En el caso de Plumrose con su planta en Quíbor abastecía charcuterías del mercado nacional y parte de las islas caribeñas. Es mas, en los hoteles de Aruba, Curacao y Bonaire, promocionaban los buffet destacando que estaban elaborados con el jamón venezolano que era el mejor del mundo.

En ese mismo orden, Venezuela era uno los países con el mayor número de granjas porcinas automatizadas en Latinoamérica, con estructuras similares a las existentes en países como Noruega y Suiza. Por esa razón empresas agrícolas de España, Holanda y de América, comenzaron a importar el cerdo venezolano. Importación que se vio reforzada   después del brote de la enfermedad que se reflejaba en los pie y boca del cerdo, que barrio con la producción en los varios países latinoamericanos y Europeos, pero que en Venezuela fue controlado por profesionales agrícolas criollitos aplicando vacunas y medicamentos producidos en laboratorios venezolanos. Pero lamentablemente la peste roja con las expropiaciones y asfixia económica a las empresas acabó con esa industria.

Ahora resulta que Maduro en cadena de radio y televisión, anuncia como una gran vaina la importación de perniles de otros países para regalar a través de los clap, cuando el venezolano lo que quiere es tener un trabajo digno que le garantice un salario estable en el tiempo para comprar lo que le de la gana y cuando le de la gana sin ningún control social. Por eso es importante acabar de una vez y para siempre con la usurpación para que Venezuela recupere la senda del progreso como existió antes de llegar la peste roja. Basta manguereo y vacilaciones. Hay que aplicar el 187# y solicitar la ayuda del TIAR y la Responsabilidad de Proteger.

Preguntamos. Como una familia de cinco integrantes cuyo padre o madre gana salario mínimo de 150 mil bolívares mensuales que recibirá tres meses de aguinaldo o utilidades que serían 450 mil bolívares, puede tener unas navidades felices como las que grita Maduro en cadena nacional de radio y televisión, donde las cámaras resaltan el reloj que luce el usurpador en la muñeca valorado en cinco mil dólares, que al cambio de 22 mil bolívares por cada dólar, son ciento diez millones de bolívares, mientras que los piche 450 mil bolos recibidos por las trabajadores venezolanos no alcanza ni para un par de zapatos. No me jodas con esa caricatura de navidad.            

UNETE A: @lodicetodo

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