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De Italia a Venezuela

El embajador de Italia en Venezuela, Silvio Mignano, ha estremecido la ciudad de Caracas al organizar en todos los rincones de la capital un festival artístico y cultural digno de la Roma milenaria o de la Florencia renacentista; pero con un exquisito toque de la ítalo-venezolanidad que a lo largo de siglos ha enriquecido la literatura, la poesía, la pintura, la música, las ciencias, la arquitectura, la ingeniería, la industria, el comercio, el deporte, los emprendimientos empresariales y las artes culinarias de los venezolanos.

La fecunda inmigración italiana a Venezuela ha contribuido en forma determinante a librar las mejores gestas y realizaciones civiles de nuestro gentilicio. No olvidemos nunca que uno de nuestros principales héroes civiles, Juan German Roscio, fue diputado al Congreso Constituyente de 1811 y principal corredactor del Acta de Independencia; y que Agustín Codazzi, junto con Rafael María Baralt y Ramon Díaz, fue coautor de la obra clásica Atlas Físico y Político de la República de Venezuela y Resumen de la Geografía de Venezuela, editados en Paris en 1840. Y en nuestro tiempo, destaca la extensa obra de la escritora, catedrática, poeta e historiadora ítalo-venezolana, nacida en Florencia, Marisa Vannini de Gerulezcki, cuyos libros Italia y los italianos en la historia y en la cultura de Venezuela (1966) y La influencia francesa en Venezuela (1965), son trabajos de obligada lectura para estudiantes, expertos y aficionados.

La laboriosidad de los italianos impulsó el auge agropecuario de Venezuela con la llegada de familias como los Adriani, Berti, Burelli, Dini, Galeazzi, Paparoni, Spinetti y tantas otras que poblaron los Andes venezolanos a fines del siglo XIX y principios del XX. Hijo de italianos de la isla de Elba fue nuestro excelso economista Alberto Adriani (1898-1936), fallecido a los 38 años siendo ministro de Hacienda del presidente de la transición democrática (1935-1941), Eleazar López Contreras, cuando el estadista merideño prometía ser el futuro presidente que dirigiría los destinos del país hacia el desarrollo pleno de sus capacidades productivas.

Desde mediados del siglo XX, Venezuela se nutrió de miles de artesanos, albañiles, geómetras, ebanistas, zapateros, cocineros, sastres, maestros de obra, arquitectos, ingenieros, músicos, contadores, pequeños y medianos empresarios, etc., que con ímpetu creador modernizaron y enriquecieron la economía, las ciencias y las artes venezolanas.

Silvio Mignano es un poeta y escritor, con una amplia obra escrita, además de un brillante diplomático de carrera. De su ya arraigado afecto por Venezuela y de su infatigable capacidad de trabajo surgió este maravilloso festival de la ítalo-venezolanidad que incluyó un centenar de conciertos, danzas, presentaciones, charlas y exposiciones, las cuales nos hicieron recordar a aquella Caracas sana, segura, acogedora y grata de los albores de la democracia.

Memorables fueron las charlas de los académicos Elías Pino Iturrieta y Rafael Arraiz Lucca sobre la influencia intelectual y cultural de Italia en la historia de Venezuela. La conferencia de Hannia Gómez sobre la arquitectura italiana en Venezuela no tuvo desperdicio, como tampoco el seminario La italianidad en los negocios en el IESA, las danzas de Arlechinno en Piazza en la Plaza de Chacao, la Gala Rossini en el Centro de Acción Social por la Música, el homenaje a Evio di Marzo en la Plaza de Los Palos Grandes, el concierto de jóvenes músicos de la Fundación Mozarteum, la Noche de Encanto en la residencia del embajador, con arias napolitanas e historias de los emprendedores italianos en Venezuela, la lectura de la pieza Todos somos Dante Alighieri, la conferencia La Opera: un regalo de Italia al mundo, la película Sigue siendo un Paraíso y la Santa Misa en la Iglesia Nuestra Señora de Pompei.

El embajador Mignano, su equipo profesional en la Embajada de Italia y las organizaciones sociales y civiles ítalo-venezolanas se lucieron con el luminoso festival cultural que con tanto cariño y esplendor obsequiaron a los caraqueños durante dos semanas, permitiéndonos sobrellevar las penurias de estos tiempos convulsos. Todo un Giro d’Italia de arte y cultura que hizo resurgir la confianza en Venezuela y avivar la profunda hermandad ítalo-venezolana, la cual perdurará siempre en obsequio del futuro próspero y promisorio que nos dibuja José Antonio Perrella en su novela, Ellos vivieron en el país porvenir.

@lxgrisanti

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